Primero se salvó milagrosamente de una insuficiencia al poco tiempo de nacer. Después sobrevivió al gran terremoto de Haití que en 2010 se llevó por delante 300.000 vidas. Hace solo unos meses, la muerte pasó nuevamente de refilón en su vida, cuando, padeciendo un grave problema hepático que dejó su hígado sin funcionamiento, los médicos le diagnosticaron un virus agudo de la hepatitis B. De no trasplantar el órgano, la esperanza de vida del sacerdote haitiano Renel Prosper sería prácticamente nula.
"Hubo momentos en que me quedaba inconsciente, no tenía control sobre mis palabras y acciones. Sufrí mucho, pero pude superar mi sufrimiento. Sentí que Dios estaba realmente conmigo", relata.
Volvió a percibirlo el 27 de febrero, cuando tras más de un mes ingresado en varios hospitales españoles "y gracias a la providencia de Dios", hallaron un nuevo hígado disponible que le trasplantaron durante la noche del mismo día.
Al trasplante le siguieron varias complicaciones: un hematoma subcapsular, neumonía, leve rechazo del hígado y diabetes por tratamiento esteroide, entre otras.
Hoy, a salvo, el sacerdote considera este último episodio como uno más de los ejemplos de cómo actúa la providencia en su vida. Pero también considera el papel de otros elementos necesarios.
"El sistema sanitario de España me salvó, me dio esta oportunidad de una operación que no es fácil en otros países", relata.
También agradece a todas las personas que le ayudaron a recuperar su salud y que le acompañaron y especialmente a la clínica universitaria de Navarra y a la Fundación CARF, instituciones que asumieron los costes de la operación y, en última instancia, le salvaron la vida.
"Quiere que sea testigo de la esperanza"
De sus 43 años de vida lleva 12 siendo sacerdote y poco más de uno y medio en España. A la edad de 15 años pensó por primera vez en convertirse en sacerdote. Fue en un momento de oración durante una actividad organizada por el coro de su parroquia de origen. Se ordenó en 2011 y fue vicario parroquial dos veces, luego párroco dos veces y, al mismo tiempo jefe de la comisión diocesana de la pastoral de niños. También fue capellán de la Legión de María.
En julio de 2022, a petición de su obispo, llegó a España para profundizar sus estudios en Teología Moral con orientación psicológica y vida espiritual en la Universidad de Navarra.
Hoy, Renel se muestra convencido de que "Dios quiere que sea un testigo de esperanza". Una convicción que se ha convertido en el motor de su vida de cara a quienes le rodean, especialmente a su familia católica y rural: está formada por sus padres, que este año celebran sus 52 años de matrimonio, y por sus ocho hermanos, todos nacidos en Grosse-Roche, al noreste de Haití.