Desde su infancia, Jon se crio en una familia de protestantes evangélicos. Asistía a iglesias no denominacionales, participaba en organizaciones cristianas juveniles y tenía como sueño llegar a ser pastor evangélico.
Cuenta en California Catholic Daily que su camino a la iglesia comenzó al ser consciente de que le faltaban argumentos para responder a sus profesores ateos en la universidad. A través de un amigo, quedó cautivado por la liturgia y la belleza de la Iglesia y se convirtió a la fe católica con 23 años.
Se preparó en la universidad para ser pastor
“Me crie en un hogar evangélico. Como en la mayoría de estas iglesias, se enfatizaba una relación personal con Cristo mediante la lectura de las escrituras y la oración”, explica. Él y su familia estaban profundamente comprometidos con la fe, especialmente a través de la organización cristiana Young Life.
Desde sus estudios de secundaria, su sueño era ser predicador. “Quería ser un pastor de jóvenes y predicar el Evangelio a los niños”. Como había visto en Young Life, la predicación “estaba rodeada de juegos y canciones, y después te enseñaban el evangelio de una forma muy acogedora”. Para prepararse, llegó a cursar los estudios religiosos en la Universidad de California en Davis.
La falta de argumentos le dio que pensar
Muchas de las clases que recibió en la universidad eran impartidas por profesores ateos y laicistas. “Solo veían la verdad de las Escrituras como uno de los intentos del hombre por explicar la realidad”, cuenta. “Como evangélico, yo no tenía herramientas para contrarrestar sus argumentos en torno a que el cristianismo es solo una más de las muchas religiones. Creía firmemente, pero estaba siendo desafiado de una manera nueva a la que no sabía responder”.
Durante un campamento, Jon compartió habitación con Josh, un protestante que estaba pensando en convertirse al catolicismo y que más tarde le acompañaría en su entrada a la Iglesia.
“Empezamos a hablar de filosofía, historia y teología de una manera nueva para mí. Me intrigó mucho. Sentí que quizá podía haber respuestas a mis profesores que todavía no sabía”.
Una misa con silencio y atención
Tiempo después, Jon fue a una misa. “Me llamó mucho la atención, el silencio, la gente arrodillada… Había algo distinto a lo que había visto antes”.
Mientras, contrastaba las enseñanzas sobre fertilidad y control de la natalidad de diferentes iglesias. Quedó admirado por “la coherencia de la Iglesia Católica en comparación a las razones de otras iglesias, que tenían razones teológicas para estar en contra, pero también otras más pragmáticas por las que estas ideas comenzaron a entrar en las iglesias protestantes. La posición de la Iglesia fue una gran influencia para mí”.
Jon se preparaba en la universidad para ser pastor evangélico cuando quedó conmovido por la Iglesia Católica.
Los Padres de la Iglesia le dieron lo que el protestantismo no tenía
Jon empezó a profundizar en la lectura de libros y clásicos como Chesterton, Scott Hahn o George Weigel. Leyendo estos autores, se convencía cada vez más, iba a misa y proponía a su círculo cercano los nuevos argumentos que aprendía. “No me daban respuestas sobre por qué el protestantismo podría tener razón o la Iglesia Católica estar equivocada”.
Al mismo tiempo, profundizó en los Padres de la Iglesia y quedó admirado por la continuidad en la doctrina y en la práctica de la liturgia y la teología en la Iglesia Católica que no veía en la protestante.
La amistad, fundamental en su conversión
A lo largo de este camino, Josh, su amigo del campamento, fue un apoyo fundamental. “Me apadrinó cuando entré en la Iglesia y siempre estábamos hablando de estos temas. También fue muy influyente para mí pensar sobre la verdad y la oposición de la verdad objetiva y la subjetiva”.
“Mi capacidad para escuchar todo lo que Josh me decía comenzó primero con una amistad. Las amistades que tenemos con personas fuera de la Iglesia son muy importantes, porque pueden ser el medio para que escuchen este mensaje”, afirma.
Sin embargo, no toda la conversión intelectual de Jon fue fácil. “Algunas de las doctrinas marianas fueron un desafío, y lo que lo resolvió fue comprender la autoridad del magisterio de los Papas. Simplemente consistía en aceptar la autoridad de la Iglesia como guía, como lo que nos da las Escrituras y no al contrario”.
Su familia pensó que tenía un problema psiquiátrico
A sus 23 años, tras un largo recorrido intelectual y de fe, Jon se convirtió definitivamente a la fe católica. “Mi familia se preguntó si estaba teniendo un problema de salud mental. Pero no creo que les importase mucho. Seguía siendo cristiano, iba a la iglesia todo el rato y seguíamos teniendo una estructura de valores muy similar en muchos sentidos”.
“Las cosas que me atrajeron a la iglesia fueron aquellas de las que a veces nos avergonzamos: su autoridad, su continuidad con el pasado, el misterio y la trascendencia de la liturgia, la belleza de la música, la confesión… En todas estas cosas sentí que Jesús realmente me ama, y si no se enfatizan, no sé que añade el catolicismo que los protestantes no tengan ya”, concluye.
Jon explica por qué los católicos deben abrazar lo que les identifica.