Stacie Aman trabaja en Washington DC como lobbista (promotora en un lobby) de temas sanitarios. Tiene un hijo de 4 años y una hija de 8. Su marido se formó en la iglesia episcopaliana (anglicanos muy liberales de EEUU). Y ella fue bautizada mormona de niña, a los 8 años.
Ahora busca un lugar que aporte comunidad, tradición y valores firmes a su familia y lo ha encontrado en la parroquia católica de Holy Trinity, en la capital norteamericana. Esta Vigilia Pascual será bautizada en la parroquia, puesto que la Iglesia Católica reconoce los bautizos ortodoxos y los protestantes, pero no el bautismo mormón, ya que esta creencia no acepta la Trinidad cristiana.
Objetivo: una comunidad de gente que se apoye
Stacie tiene un buen recuerdo de los mormones, credo al que pertenecían sus abuelos y, mucho menos implicados, sus padres. Aprecia, sobre todo, su fuerte sentido de familia y de comunidad, el apoyo mutuo entre los miembros. Por ejemplo, recuerda que cuando murió su padre los miembros de su comunidad mormona acudieron a la casa con apoyo, consuelo, comida... "Para mí, una iglesia es una comunidad de gente que te apoya", explica en el Catholic Standard.
Ahora que tiene su propio hogar con niños, Stacie ha buscado una comunidad que fuera "la correcta". Una vecina le habló de la parroquia de Holy Trinity, acudió a misa allí y le gustó. Y en los próximos meses su marido e hijos entrarán en la iglesia en distintas fases.
Toda la familia, cada uno su proceso
Ella recibirá el bautizo, primera comunión y confirmación en la Vigilia Pascual.
Con ella, su marido, de origen episcopaliano, recibirá la Confirmación, y así entrará en plena comunión con la Iglesia Católica.
El niño de 4 años será bautizado. Y después de verano, empezará a acudir a la guardería de la escuela parroquial.
Y la niña de 8 años recibirá una catequesis adaptada para ella y será bautizada y recibirá la comunión en algún momento de esta Pascua.
Como padres, dice, "es nuestro deber presentar la fe y la religión a nuestros hijos. Me emociona que mis hijos también lo reciban".
Transparencia: poder plantear los temas feos
Dice que le asombró positivamente descubrir que en el curso preparatorio en la parroquia permitían hacer todo tipo de preguntas. También se habló de los abusos cometidos por miembros de la Iglesia y otros escándalos. Esa transparencia y libertad para hablar le gustaron. "Valoro mucho la autenticidad, y nadie ha tratado de endulzar las cosas".
Otra cosa que le gusta es que la Iglesia ofrece formación, no sólo para los recién llegados, sino para católicos de toda la vida. "Aprecio que la Iglesia realmente dedique tiempo a invertir en la educación [religiosa] de la gente", dice.
También le gusta "la tradición a la que se adhiere. En un mundo cambiante, me parece importante. Es importante que mis hijos tengan unos cimientos sólidos".
Por último, a lo largo de su formación ha visto que "comunidad" no es sólo la parroquia local, o la gente que ve en misa. "El Miércoles de Ceniza veías gente por toda la ciudad con ceniza en la frente y te das cuenta de que formas parte de esa comunidad".