“El Camino Neocatecumenal ha supuesto el inicio de un camino de diálogo y colaboración entre católicos y judíos –en el que todos estamos llamados a comprometernos- jalonado de profundos y fecundos encuentros”, afirmaba Daniel Sada, rector de la Universidad Francisco de Vitoria de Madrid tras investir doctores honoris causa a Kiko Argüello, coiniciador de esta realidad eclesial, y al rabino David Rosen, precisamente por este vínculo que han ido generando entre ambas religiones a lo largo de estos años.
El acto académico en el que participaron decenas de profesores de la universidad y al que asistieron los cardenales Osoro y Rouco, y los obispos Reig (Alcalá) y Del Palacio (emérito del Callao) así como cientos de miembros de las comunidades neocatecumenales, entre ellas bastantes sacerdotes, se convirtió en una emocionante celebración en la que se mezcló la solemnidad con la oración a través de la música.
Precisamente un cuarteto de cuerda, junto a un pequeño coro, interpretó varios movimientos de la sinfonía del Sufrimiento de los Inocentes, que compuso el propio Argüello, y que tanto bien ha hecho en las relaciones entre la Iglesia y el judaísmo.
Pero aunque este Doctorado Honoris Causa se ha entregado a dos personas, en realidad se podría decir que han sido tres los reconocidos, pues nada de lo que hoy se ha celebrado podría haberse producido sin la decisiva aportación de Carmen Hernández, coiniciadora del Camino Neocatecumenal, y cuyo proceso de beatificación podría abrirse pronto.
Carmen estuvo muy presente tanto para el propio Kiko como para el rabino David Rosen, pues fue ella –tal y como explicó el doctor Ángel Barahona en la laudatio- la que “nos enseñó a amar las escrituras judías y nos las hizo comprender y Kiko elaboró artísticamente la síntesis para ayudarnos a asimilar lo que tiene de universal la Revelación a los hebreos”.
En su intervención, el iniciador del Camino Neocatecumenal contó que “el conocimiento del Concilio y de la tierra de Israel por parte de Carmen fue el origen del gran amor que ha nacido en el Camino hacia Israel, su pueblo y sus tradiciones”.
Recordando una antigua anécdota, Kiko contaba como en una ocasión un ministro de Israel le preguntó de dónde les venía a los miembros del Camino Neocatecumenal este cariño por el pueblo judío.
"Vivir día a día respondiendo a los acontecimientos de la historia"
Argüello ha querido responder este lunes en la Universidad Francisco de Vitoria a esa pregunta: “Todos somos como Abraham, que sale de su tierra sin saber a dónde va: Dios elige a Abraham, le hace una promesa y la Palabra de Dios fecunda, da vida a la historia, la pone en marcha y Abraham debe continuar siguiendo al Señor. Así enseñamos a nuestros hermanos del Camino Neocatecumenal –porque todos somos hijos de Abraham- que éste es el camino de la fe: vivir día a día respondiendo a los acontecimientos de la historia, donde Dios se manifiesta”.
La secularización “ha invadido el mundo y todo se está transformando”, recordó Kiko. ¿Cómo puede la Iglesia prepararse para esto? Y advirtió que “es necesario que los cristianos sean capaces de resistir este cambio de época”, aunque también las familias judías se encuentran en una sociedad “que amenaza la fe de sus hijos”.
“Es un problema que todos compartimos”, agregó Kiko. Por ello, insistió en que hay “una batalla común que librar contra la bestia, la bestia que quiso Auschwitz, que sigue actuando en el mundo y que prepara un nuevo ataque contra la Iglesia y el pueblo judío, un terrible ataque de ateísmo, de negación de Dios”.
Fue más allá al afirmar que “en esta batalla, en esta situación histórica en la que nos encontramos, creo que debemos ayudarnos mutuamente, cristianos y judíos, a estrechar profundamente nuestros lazos para hacer la voluntad de Dios, para redimir esta sociedad, para salvar la familia judeo-cristiano y la transmisión de la fe a los hijos”.
Kiko Argüello quiso además recordar lo que experimentó cuando esta orquesta sinfónica interpretó el Sufrimiento de los Inocentes en Auschtwitz. Antes de iniciarse la celebración –explicó- “entré en uno de los barracones del campo de concentración; me puse de rodillas y abrí la Escritura al azar. Puse el dedo en el lugar donde un rabino le pregunta a Nuestro Señor Jesús: ‘Maestro, ¿cuál es el primer mandamiento de la Ley?’. Y Cristo responde: ‘¡Shema Israel, Adonai Elohenu, Adonai Ehad. El Señor es uno: amarás a Dios con todo tu corazón, con toda tu mente y con todas tus fuerzas; y a tu prójimo como a ti mismo’. Y el rabino: ‘dices bien, Maestro, que amar a Dios con todo tu corazón y al prójimo como a ti mismo es el primero y el mayor de todos los mandamientos’. Cuando íbamos a comenzar el concierto les dije a los rabinos que estaban presentes, sabiendo que ellos aman el Shema: ‘os digo que no estáis lejos del Reino de Dios’”.
Para terminar, Kiko señaló que tras el horror de estos campos de concentración hay quien dice que “ya no se puede creer en Dios. Si la vida es realmente un horror, no hay Dios, ¡y el silencio de Dios lo demostraría!”. Sin embargo, dijo que “si en esta oscuridad total un hombre, por amor, libre, se desnuda, abraza a otro y entra en la muerte con ellos, entonces el amor existe. ¿De dónde viene este amor? Si el amor existe, entonces Dios existe, y de repente esta oscuridad se ilumina, aparece una luz en el horror de las cámaras de gas: esto es lo que hicieron, por ejemplo, San Maximiliano María Kolbe y Santa Edith Stein, y en su plenitud lo que hizo Nuestro Señor Jesucristo, que hizo pecado por todos nosotros”.
(Puedes leer aquí el discurso íntegro de Kiko Argüello).
Un cambio visible en la relación entre católicos y judíos
Por su parte, el rabino David Rosen, Director Internacional de Asuntos Religiosos del American Jewish Commitee, y que fue presentado por el doctor Florentino Portero, afirmó en su discurso que “la transformación de las actitudes y enseñanzas católicas hacía los judíos y el judaísmo que ha tenido lugar a lo largo del último medio siglo no tiene paralelo histórico”.
El rabino David Rosen habló de lo que se ha avanzado, pero también de lo mucho que queda por hacer entre católicos y judíos / Foto UFV
La Declaración Nostra Aetate fue fundamental en este acercamiento, y a partir de ahí el Camino Neocatecumenal ha ido abriendo o ampliando este camino ya iniciado, pero del que queda aún mucho por recorrer.
En este sentido, Rosen aseguró que “para los judíos ortodoxos, especialmente en Israel, internalizar estos cambios es un proceso que apenas ha comenzado. De hecho, entre el pueblo judío en su conjunto, sigue habiendo mucha ignorancia y malentendidos sobre el cristianismo que deben abordarse”.
Pero también en la Iglesia, añadió el rabino. En su opinión, en el catolicismo hay aún trabajo por hacer para comprender el significado de Nostra Aetate y las enseñanzas posteriores con respecto a los judíos.
“Quizás no sea sorprendente encontrar que Nostra Aetate y la enseñanza del Magisterio sobre los judíos y el judaísmo todavía no son conocidos por muchos católicos. Sin embargo, me parece asombroso encontrarme con obispos que también los ignoran”.
Para acabar, el gran rabino reconoció que “esta transformación que ha llevado a judíos y cristianos de las profundidades de siglos de hostilidad y alienación mutua, a una de total positividad, diálogo y colaboración, que tenemos la bendición de disfrutar hoy, es verdaderamente notable y seguramente un signo providencial en sí mismo”.
Para cerrar el acto el rector de la Universidad Francisco de Vitoria, Daniel Sada, destacó que “de nuestros dos nuevos doctores, además de sus aportaciones reales y efectivas que ya hemos destacado, de la sabiduría y que permite el diálogo y el verdadero encuentro, queda también una última enseñanza: en educación, en política y en ética, la grandeza de la acción humana más que de nuestras ocurrencias, surge de la experiencia compartida en el bien. La relación recta con Dios, con su Nombre y con los hermanos, brota de la adhesión libre de corazón a sus mandatos, no de la genialidad de nuestras ideas”.
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