Davide Carrara era un joven deportista que salía con sus amigos e iba a la universidad. Tenía una vida feliz y tranquila hasta que el 4 de mayo de 2009 experimentó una prueba que marcaría su vida en muchos sentidos. Sólo a partir de entonces descubrió en toda su realidad el valor de la fe y del sacrificio.
Aquella tarde salía de clase y se montó en su ciclomotor para volver a su casa cuando mientras circulaba un coche se cruzó y se lo llevó por delante contra la acera. La gravedad del accidente era palpable. “La arteria femoral se seccionó, y pensé que mi existencia acabaría en el asfalto. Sin embargo, en la fila de coches atascados que había por el accidente se encontraba un médico que me ayudó a presionar mi herida y detener la hemorragia”.
Sin la movilidad en una pierna
Este médico le salvó la vida. Pero las secuelas del accidente fueron grandes. Sufrió todo tipo de fracturas y heridas en la pierna derecha. Afectaban no sólo a los huesos sino también a los nervios generándole infecciones. El resultado fue la pérdida de movilidad en la pierna y esto supuso para él un severo golpe anímico.
Según relata al semanario Credere, desde aquel momento comenzó un duro periodo de rehabilitación física y espiritual, pues fue en esta situación límite donde este joven se pudo encontrar con Dios.
“Desde ese día mi vida cambió y descubrí un mundo que nunca había conocido, el de la discapacidad, caracterizado por una gran fragilidad pero también por un gran deseo de vivir”, cuenta esta italiano
Su encuentro con Dios
Esto le fue ayudando a ir superando todos los obstáculos a los que se enfrentaba en el proceso de rehabilitación. Pero también le hizo reflexionar sobre su vida y su propia existencia. Lentamente comprendió que no debía quejarse y se centró, por encima de todo, en dar sentido a su “nueva vida” sin una pierna.
“En ese periodo redescubrí mi fe. A menudo sucede que uno le pide ayuda a Dios sólo en momentos de necesidad y para mí fue así. Después del accidente me di cuenta de lo que había recibido de mis padres, en los años de catequesis y en las reuniones con el grupo de adolescentes de la parroquia”, confiesa.
A partir de entonces, Davide afirma que “como cristiano, por ‘hábito’ o ‘tradición’ comencé un diálogo más personal e íntimo con Jesús. Esto me ayudó a reflexionar seriamente sobre mí mismo: ‘¿quién soy yo? ¿Por qué estoy en el mundo?’. Decidí ser un regalo para los demás y, por lo tanto, cuidar de quienes más lo necesitan”.
De la fe al servicio a los demás
El accidente y perder el uso de una pierna brindó a Davide una serie de oportunidades en su vida que nunca habría imaginado. Y gracias a la fe llegó también la felicidad y el don de servicio. Fue así como se convirtió en socio fundador de una asociación que gestión un orfanato en Rumania a la vez que realizaba otra serie de proyectos en Italia.
Como buen aficionado al deporte que era antes de este suceso, una de las partes de la rehabilitación le devolvió a este mundo. En el lugar en el que recibía tratamiento se encontró con el entrenador de baloncesto en silla de ruedas de Bérgamo. Éste le propuso realizar algunos lanzamientos a canasta. “Después de mi terapia de rehabilitación continué practicando este deporte y sentí las mismas sensaciones que tenía antes con el fútbol. Ahora me las daba el baloncesto, que se había convertido en una parte central de mi vida”.
"Nunca es tarde para hacer el bien"
Davide se acabó uniendo al equipo Special Bergamo Sport de la primera división italiana y además podía volver a trabajar. Pronto se convirtió en campeón nacional para llegar incluso a convertirse en jugador de la selección italiana.
“He descubierto que nunca es demasiado tarde para hacer el bien y me gustaría devolver algo de lo que he recibido para así ayudar a los que están en dificultades”, afirma Davide, al que el accidente le ha hecho pese a todo lo que ha sufrido tener una vida que no cambiaría por nada.