Antonio Rosique, de 44 años, ha sido durante años una de las voces y rosotros característicos del deporte, a través de TV Azteca, cadena que mantiene junto con Televisa el liderazgo televisivo en abierto. Se vinculó a la cadena en 1996, en los inicios de su carrera, y ha cubierto, entre otros eventos de primer orden, seis Olimpiadas y seis campeonatos mundiales de fútbol, deporte en el que es un narrador y comentarista de referencia. Desde 2017 es además el conductor de Exatlón, un exigente reality de competición física al máximo nivel que se graba en República Dominicana, donde reside durante varios meses al año.
La nueva temporada del programa acaba de comenzar y Rosique ha abierto su corazón para otro espacio estrella de TV Azteca, Venga la alegría, donde se ha felicitado por mantener Exatlón como un reality que eleve y dignifique a participantes y espectadores: "No voy a permitir que se convierta en un programa de morbo, o se vuelva un programa de chisme. Por eso la gente se sienta con sus hijos a verlo en familia, porque creo que estamos juntos, todo el equipo entregando un mensaje con valor".
Toño Rosique mantiene una relación con Michelle Saide, presentadora de Televisa Deportes, y explica que para él "es importante formar una familia y tener hijos": "Ya formalizamos totalmente el compromiso", confiesa.
En esa entrevista, Rosique comentó además cómo se fraguó su conversión a la fe: "Creo mucho en Dios, recibí un llamado de Dios en los últimos años". Es católico, pero no era muy creyente de niño ni venía de una casa "donde Dios estuviera muy presente", y fue "con la ayuda de amigos" fue descubriendo "lo maravilloso que es Dios".
La raíz de ese proceso estuvo en 2014, cuando, a propuesta de su padre, hizo el Camino de Santiago, "uno de los grandes faros de la Cristiandad", que empezó en Saint Jean Pied de Port (San Juan Pie de Puerto) hasta completar la ruta por el camino francés.
"En el Camino te empiezas a desprender de todo con lo que uno carga", realmente (vació su mochila de cosas innecesarias) pero también existencialmente ("aprendes a desapegarte"): haciendo la vía compostelana comprendió que "venimos solos y nos vamos a ir solos". "Nadie va a caminar por ti, nadie va a llevar tu mochila"... el mensaje del Camino empezaba a hacerle ver la necesidad de "luchar", porque "la vida es igual": "Me terminó de amalgamar muy bien el momento que yo vivía".
Como cualquier peregrino, Rosique vivió días buenos y malos, inclemencias de todo tipo y momentos de desubicación y oscuridad, y aprendió a valorar cualquier alimento, cualquier cama o cualquier ducha como "el mejor del mundo": "Es una lucha contra uno mismo, por dejar tu comodidad, por dejar lo que tú crees que es lo valioso para verdaderamente ir a recibir, a buscar y a encontrar lo que auténticamente es valioso".
Pero "el verdadero camino se inicia cuando termina el Camino": "Terminé con mucha paz y me hice muy católico". Fue un nuevo "punto de partida" en su vida, porque comprendió que estaba dándole valor a cosas que no eran las más importantes ("tengo rating [audiencia] o no tengo rating").
"Uno va construyendo todos los días una identidad, los que trabajamos en la televisión lo hacemos constantemente... La televisión hace crecer nuestros egos y hace que queramos alimentar más esos egos", explica, y eso para él cambió: "En mi caso, lo que hizo la fe, lo que hace Dios, es que te resquebraja por dentro, te hace humilde, te pone de rodillas por tu bien".
"El poder entregarme yo a la religión como católico... verdaderamente practicarla, seguir esta sabiduría, aprenderla, descubrirla, me ha hecho un hombre más feliz, me ha hecho una persona más caritativa, más pendiente de lo que sienten los demás", concluye. Ha vuelto a hacer el Camino otras veces para que no se le olvide y para "regresar los pies a la tierra".
De todo este cambio se ha beneficiado su trabajo también: "La presencia de Dios y mi fe es lo que me permitió entregar cada día un mensaje de calidad en el Exatlón. Guiar a un conjunto de chicos a través de una aventura, conectar con las familias, señalar lo que está bien y lo que no está bien".
Quiere ser mejor cada día y, aunque peca y se equivoca, sabe que "los católicos estamos luchando todos los días... Jesús es mi amigo y trato de hablar con Él a diario y que me ilumine".