Muchos de los casados y padres de familia que acuden a la parroquia del sacerdote Lawrence Love lo ven como una ayuda en su día a día y, en este caso, nadie puede decir que predique sin saber de lo que habla: en sus 77 años de vida ha sido oftalmólogo, esposo y padre de dos hijos, tiene 12 nietos y una cifra creciente de bisnietos.
Un caso atípico que, como relata Catholic East Texas, comenzó cuando conoció en su parroquia a la que sería su esposa, Nancy, mientras estudiaba la carrera de medicina y oftalmología.
Desde que nació, Love recuerda el estrecho vínculo que unió a sus padres durante 68 años y su esfuerzo por educar a sus hijos en la fe católica tras la conversión de su madre del baptismo a la Iglesia.
Médico, militar y esposo
Mientras estaba en la escuela, siempre supo que la medicina sería la disciplina a la que quería dedicarse a lo largo de su vida y comenzó sus estudios universitarios en la Universidad de Carolina del Norte.
"Tuve miedo durante mi primer año, pero una vez que conseguí trabajo en el hospital aumentó mi seguridad. Cambiaba los pañales a los pacientes y pensé que si podía hacer eso, podría hacer cualquier cosa en medicina", recuerda.
Era 1963 y Lawrence estaba en su segundo día de universidad cuando Nancy, una compañera, le invitó a una comida de bienvenida a nuevos estudiantes en la parroquia de St Thomas More. Pasaron 4 años hasta que comenzó a salir con ella y se casaron en 1968, poco después de terminar sus estudios con la especialidad en oftalmología.
"Me gradué en 1971 y después me uní a la fuerza aérea. Vinimos a Texas durante cuatro meses para prepararme para ser un cirujano de vuelo", explica.
Hacia una esquizofrenia con fatal desenlace
Cuatro años después de su matrimonio, Nancy y Lawrence tuvieron a su primer hijo, Andy, al que le siguió Charlotte en 1973. "Fue lo mejor del mundo para nosotros que se llevasen tan poco tiempo", remarca.
El dolor y la enfermedad no tardaron en visitar al joven matrimonio.
Poco después de casarse, Nancy tuvo un colapso mental por el que tuvo que ser ingresada y recibir tratamiento de choque. Fue el anticipo de una esquizofrenia que estaba por llegar.
"Tenía frecuentes crisis nerviosas y era muy difícil para los niños cuando eran pequeños, ya que a veces la ingresaban durante más de un mes", explica. Tras los ingresos, la familia debía supervisar que tomaba la medicación para poder controlar los ataques, pero si no lo hacía entraba automáticamente en crisis.
"Me sentía como un policía cuando le insistía que la tomase, ella lo odiaba. Cuidar de Nancy no fue fácil, pero cuando estaba bien era una buena madre y nadie cuidaba mejor de sus hijos que ella", recuerda.
Su situación empeoraba por semanas: a principios de 2005 le diagnosticaron Alzheimer y en 2007 tuvo una repentina embolia pulmonar que le provocó la muerte.
La extensa familia de Lawrence Love, compuesta por dos hijos, 12 nietos y varios bisnietos.
"Llamado" al diaconado
Con el tiempo, Lawrence recuerda su fallecimiento como "una bendición" para su mujer. "Iba rápidamente cuesta abajo hacia la demencia. Fue un alivio que todavía supiera quiénes éramos y que no perdiera la conciencia de quién era ella [antes de su muerte]", relata.
Dos años después, Lawrence comenzó los cinco años de formación requeridos para ser diácono permanente: "Había gente que me preguntaba si era un `rebote´ por la muerte de Nancy o si todavía estaba de duelo, pero simplemente me sentía llamado a ello. Dios tiene unos planes para nosotros, pero a veces no se materializan hasta que pasa el tiempo".
De hecho, el sacerdocio nunca estuvo en la mente de Love. "Muchos piensan en ello y se rebelan, pero yo sabía que era médico, esposo y padre, no pensé de esa manera. Estoy seguro de que Dios pensó que yo también sería sacerdote, pero por una vía distinta a la convencional", comenta.
Sin embargo, en 2009, Lawrence comenzó a investigar sobre el sacerdocio y los seminarios a la salida del trabajo y decidió consultarlo con su director espiritual. Después "fui a un retiro, hable con el obispo y me dirigí a Dios: `Si quieres que sea sacerdote házmelo ver para hacer lo que debo´".
La respuesta no tardó en llegar cuando, en un retiro de discernimiento en la abadía benedictina de Subiaco se dirigió a uno de los sacerdotes: `Dios quiere que sea sacerdote´". "Lo sé", fue toda la respuesta del religioso.
Un sacerdote poco convencional
Lawrence dejó de ejercer la medicina en junio de 2010 y entró a un seminario de Boston orientado a la formación de vocaciones tardías.
Fue ordenado en junio de 2014, a la edad de 69 años.
Desde entonces explica que haber sido esposo y padre le ha ayudado en su camino para convertirse en padre espiritual.
“Saber a qué se enfrenta la gente en el mundo real, especialmente en la confesión, ha marcado la diferencia. En el confesionario, la gente agradece que haya sido esposo, padre, abuelo y médico", concluye.