Marta María da Silva, nombre que tenía antes de convertirse en la hermana Lucia Vitoria, tenía una gran carrera profesional como científica, concretamente en Laboratorio de Dopaje de Lisboa.
Sin embargo, tras una conversión que experimentó a los 23 años su búsqueda de Dios no paraba de aumentar hasta que sintió la llamada a entregarse a Dios. Conoció la Fraternidad del Arca de María, que intenta llevar la espiritualidad del Inmaculado Corazón al mundo entero tal y como pidió la Virgen en Fátima.
Este es el cometido actual de la hermana Lucia Vitoria, que mientras tanto se sigue formando en la Universidad de la Santa Cruz en Teología Moral gracias a una beca del CARF. Ella misma relata su testimonio vocacional y misionero:
Una religiosa para ayudar a cumplir el mensaje de Fátima
Soy la Hermana Lucia Vitoria de la Fraternidad Arca de María del Inmaculado Corazón de María (civilmente Marta María da Silva Calçada). Estoy cursando el primer año de la Licenciatura en Teología Moral en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, en Roma y me gustaría compartir un poco de mi historia personal y vocacional.
Nací en Lisboa, Portugal, en 1975. El comienzo de mi conversión tuvo lugar cuando tenía 23 años, mientras estaba terminando mi curso de Ingeniería Química. En aquel momento mi proyecto se basaba en ser un buen ingeniero, ganar bien y tener éxito. Fue precisamente en la víspera de mi cumpleaños, cuando por casualidad participaba en un retiro (por pura curiosidad) y tuve mi primer encuentro con la persona de Jesús. Entonces, cambiaría radicalmente todo en mi vida.
Grupos de oración
En ese momento de mi vida, aún trabajando y dedicándome a las tareas de la vida diaria, sentía el deseo de unirme a grupos de oración y actividades para ayudar a los más necesitados. Pero pasó el tiempo y el deseo de responder a Dios creció todavía más. Además de desarrollar esas actividades y comprometerme con algunos encargos pastorales, trabajé durante 6 meses en la industria de antibióticos.
Sin embargo, comencé a identificar la necesidad de dedicarme a algo más grande, que resultaría en un bien más amplio. Por este motivo, decidí no renovar el contrato y comencé a trabajar en el Laboratorio de Dopaje de Lisboa, en el Instituto Portugués de Deportes.
Investigación científica
Allí permanecí 8 años, sintiéndome muy realizada pues desarrollaba una actividad que alternaba entre momentos rutinarios y momentos de innovación, a través de la investigación científica con aplicación práctica inmediata, aunque reconocía que la población beneficiada era muy pequeña, ya que se limitaba a población deportiva.
Devoción del Inmaculado Corazón
Habiendo seguido ya un camino de discernimiento vocacional en los últimos años, y tras conocer la Fraternidad Arca de María en 2007, me incorporé a ella en 2008.
Me quedé muy impactada por el carisma de esta Fraternidad, nacida en el Corazón de la Virgen María, como creemos nosotros, para ayudar a cumplir el deseo de Jesús manifestado en Fátima en el mes de julio de 1917: “Mi Hijo quiere establecer la devoción a mi Inmaculado Corazón en el mundo”.
De Brasil a Italia
Este carisma es un don divino para cada miembro y para todo el pueblo de Dios, por el cual le entregamos nuestra vida siguiendo a Cristo, como nos propone en el Evangelio, viviendo y difundiendo la Consagración total a Jesús por María (la Santa Esclavitud del Amor), en el espíritu de San Luis María Grignion de Montfort.
Después de una primera etapa de formación en Brasil (donde se fundó la comunidad), fui enviada a la casa de misión en Italia, donde, junto con otros miembros de la comunidad y laicos locales, trabajamos en actividades misioneras relacionadas con el carisma y que tienen como resultado la entrega a Cristo a través de Nuestra Señora.
Necesidad de una formación catequética
En los últimos años, la Fraternidad a la cual pertenezco ha podido identificar la necesidad de una formación catequética más sólida y comprensiva, para poder cuidar con mayor esmero el rebaño de Cristo, tras cuyas huellas queremos caminar. Esta necesidad fue confirmada por una solicitud de la Santa Sede, que recomendó a la comunidad mejorar la dimensión formativa. Fue, con un corazón agradecido, pues, que acogí una beca para cursar la Licenciatura en Teología en la Universidad Católica de Petrópolis (Brasil).
Allí mismo, en Brasil, a través de mi profesor de Teología Moral me di cuenta de la calidad de la formación ofrecida por la Pontificia Universidad de la Santa Cruz y, por sugerencia del propio profesor, mi comunidad trató con grandes esfuerzos de asegurar que yo pudiera continuar mis estudios de Teología en Roma.
Las demandas económicas son muy considerables y por eso agradezco sinceramente toda la ayuda de CARF – Centro Académico Romano Fundación - y de quienes contribuyen para que los gastos académicos se puedan pagar más fácilmente. Dios es fiel y recompensará abundantemente toda la ayuda que les han brindado a los más necesitados.