Marcelo enfrentó la persecución de un imperio y Glaucio una invasión. San Leandro y San Isidoro marcaron la historia de España, Oppas la entregó a sus enemigos y Marcelo Spínola, fundador de El correo de Andalucía, fue beatificado por San Juan Pablo II. A todos ellos les une haber sido la cabeza de la Iglesia hispalense.
Desde el 12 de junio, Monseñor José Ángel Saiz Meneses se incorporó a esta lista al tomar posesión como el arzobispo número 130 de Sevilla. Hasta no hace mucho, hacía “rallys diarios” de más de 70 kilómetros y cuenta a la Archidiócesis que la transmisión de la fe en comunidad es uno de sus objetivos prioritarios.
Se sabía las letanías de memoria
Monseñor Saiz Meneses nació en Sisante (Cuenca). Es el cuarto hijo de una familia cristiana, que considera “un regalo del señor”. Destaca la nobleza y fidelidad de su padre, y presenta a su madre como “una mujer de fe de estas que define la Biblia. Nos educó cristianamente y me sabía las letanías a la Virgen de memoria, porque se rezaban cada noche”.
Casi todos los recuerdos de su infancia son junto a la Iglesia. “En Cuenca fui monaguillo, tengo recuerdos de la escuela de Sisante, de la parroquia, del convento de clausura donde está la imagen de Jesús Nazareno. Quizá de los recuerdos que más tenga son del Seminario Menor en Barcelona, que fueron siete años”.
Universidades, cárceles y “rallys” para celebrar misa
Fue en el Seminario Menor, con 17 años, cuando conoció los Cursillos de Cristiandad. “Lo que realmente me impactó fue el testimonio de los laicos que hablaban de Dios, de cosas espirituales y desde el testimonio y la experiencia. Me impactó tanto que me incorporé al movimiento”.
El nuevo arzobispo de Sevilla conoce casi todos los entornos de evangelización. Hizo la mili en León, fue presidente de la Comisión de Seminarios y Universidades, responsable de Pastoral Universitaria y como Obispo, también de Pastoral Penitenciaria. Allí aprendió que “un centro penitenciario tiene que ser como una parroquia, donde enseñar, santificar y gobernar se pone en práctica”.
Pero antes fue párroco de ocho pueblos de Toledo y Ciudad Real. “Por la mañana era un rally. Salía del pueblo donde residía, hacía 35 kilómetros, decía la primera Misa, volvía para atrás, 25 kilómetros más, hacía la segunda Misa, 10 kilómetros más al pueblo donde residía, hacía la tercera Misa y luego en la tarde otro sitio… fue un año intensísimo”.
Lo que le llena y lo que quiere: encuentro con Dios y transmitir la fe
“Lo que más llena mi vida es el encuentro con Dios, con Cristo, fundamentalmente en la Eucaristía. Y después el encuentro con las personas, el escucharlos y compartir y darte cuenta de que les hace mucho bien tener una relación con el obispo, les hace mucho bien porque es el Señor el que actúa”.
También alerta de que “la transmisión de la fe se está convirtiendo en un problema en muchos lugares. Antes todo giraba en torno al complejo parroquial, la fe en la parroquia y en el centro parroquial, música, teatro, danza, cine parroquial, cultura, lo que quisieras. Hoy día no se puede competir con las discotecas. La transmisión de la fe en la misma familia es muy difícil, cuesta mucho y se pierde”.
Sin embargo, se muestra optimista. “En las hermandades la transmisión de la fe se da como se daba antes con nuestros mayores, cuando no había televisión, ni redes ni nada. Se daba en las familias, en las parroquias, en las escuelas. En las hermandades, la transmisión de la fe se va produciendo y eso es algo importantísimo”.
Su objetivo, continuar con la grandeza de la Iglesia en Sevilla
Antes de concluir, Saiz Meneses destaca Un hombre para la eternidad y Gladiator entre sus recomendaciones, junto con La Esencia del Cristianismo de Guardini y las Cuatro Estaciones de Vivaldi. Preguntado por su impresión sobre Sevilla, lo resume con una palabra. “Grandeza. Visitas a la Catedral de Sevilla, Grandeza. Los santos de la historia de Sevilla, grandeza. Las hermandades, el Seminario Metropolitano, las noticias del clero sevillano y de los religiosos y religiosas… es una sensación de decir: grandeza”.
“Profundizo ahora en la vida de san Leandro y san Isidoro, son grandes. Fernando III, el santo, la repercusión y trascendencia histórica de su vida, el beato Spínola, santa Ángela de la Cruz…”
“Dios quiera que, en la Iglesia diocesana de Sevilla, con el Obispo a la cabeza, seamos dignos continuadores de esta grandeza y de esta gracia de Dios con la que ha ido bendiciendo la historia de la Iglesia en Sevilla”.