El sacerdote jesuita Ed Flaherty, de 102 años, ha sido condecorado 75 años después con hasta siete medallas que se ganó por su servicio y entrega en la II Guerra Mundial, pero que nunca había recibido ni él había echado en falta.
El propio padre Flaherty dijo que estar “un poco sorprendido” por estas medallas, y también “avergonzado” y en “shock”, pues le hizo recordar todos los duros momentos que vivió en este terrible conflicto bélico.
El congresista de EEUU Ed Perlmutter y el general de división retirado Steve Best fueron hasta la casa del sacerdote y también militar retirado para otorgarle estas condecoraciones que se había ganado hace décadas por su incansable trabajo como médico del ejército de EEUU entre 1941 y 1945, de los cuales tres de ellos estuvo en el frente del Pacífico. Como parte del destacamento médico del 131º Regimiento de Ingenieros curó las heridas de sus compañeros y ayudó en sus evacuaciones.
“Es un gran privilegio y honor reconocer al Padre Flaherty por su servicio a nuestro país durante la Segunda Guerra Mundial (…) Siempre estaremos en deuda con él por su servicio a nuestra comunidad y su sacrificio en nombre de nuestro país", aseguró el miembro de la Cámara de Representantes.
“Su servicio en el Teatro de Operaciones del Pacífico estuvo en lugares que la mayoría de nosotros solo conocemos por lo que hemos leído en los libros de historia o visto en películas. Si bien reconocemos su servicio con el uniforme, lo que quizás sea aún más notable es su vida de servicio después de quitarse el del Ejército, para ponerse otro tipo de 'uniforme'”, agregó.
Por ello, el congresista concluyó asegurando que "este es de hecho un día especial tanto para un siervo de su nación en un momento de necesidad, como para un siervo de Dios".
En esta ceremonia, tal y como recoge el Denver Catholic, el padre Flaherty fue galardonado con:
- Medalla de buena conducta del ejército;
- Medalla del Servicio de Defensa Estadounidense;
- Medalla de la campaña americana;
- Medalla de la campaña Asia-Pacífico con dos estrellas de servicio de bronce;
- Medalla de la victoria de la Segunda Guerra Mundial;
- Botón de solapa de servicio honorable-Segunda Guerra Mundial;
- Cinta de la Liberación de Filipinas con una Estrella de Servicio de Bronce.
Antes del ataque japonés a Pearl Harbour, Edward Flaherty Jr. tenía 22 años y llevaba la contabilidad de taller de su padre en Kansas City. Poco después fue reclutado por el Ejército de EEUU hasta que se licenció tras acabar la II Guerra Mundial.
“No podía imaginarme matando a otro ser humano, así que solicité el traslado al destacamento médico”, recordó el padre Flaherty. "Elegí a los médicos porque, por supuesto, tenía que prestar mi servicio para ayudar a ganar la guerra".
Tras su baja del ejército, regresó a su casa en Kansas City y trabajó varios años para la compañía de café Folgers como contable. Pero estaba insatisfecho con el mundo empresarial. “Quería ayudar a la gente”, y realizó una licenciatura en inglés y filosofía. “En el fondo de mi mente, incluso en la escuela primaria, pensaba en ser un sacerdote católico. Finalmente, creo que el Espíritu Santo se apoderó de mí", afirmaba el sacerdote de 102 años.
Educado por los jesuitas en la Rockhurst High School y Rockhurst College, durante mucho tiempo los admiró como sacerdotes y excelentes maestros. Así, en 1959, a los 40 años, ingresó en la orden. “Simplemente me impresionaron como buenos hombres”, dijo el padre Flaherty porque "estaban trabajando para Dios y para la gente".
El padre Flaherty fue ordenado sacerdote en 1965. Se mudó a Denver dos años más tarde para enseñar Teología en la Universidad Regis. En sus 54 años de ministerio en la Archidiócesis de Denver, además de trabajar como educador, también se desempeñó como capellán, tanto para los Caballeros de Colón como en la antigua Base de la Fuerza Aérea Lowry.
“Comencé a ayudar a un pastor en el Santuario de Santa Ana en Arvada (en 1992) y estuve allí durante 21 años”, dijo el padre Flaherty. "Finalmente decidí (en 2013), a la edad de 95 años, retirarme".
Sin embargo, hasta este pasado mes de junio no se mudó a la residencia de sacerdotes jesuitas y siguió ayudando en el ministerio pastoral en la Universidad de Regis y como capellán de los Caballeros de Colón.
Ahora que ha sido galardonado se ha conocido que fue un compañero jesuita el que descubrió los papeles de licenciamiento del ejército del padre Flaherty y todo lo que había hecho por su país. Por ello, contactó con el congresista Perlmutter y éste se puso en contacto con el Ejército para valorar aunque sea 75 años después el servicio de entrega a los demás
“Nunca había soñado que esto sucediera. Me sentí bastante honrado de que un general importante me pusiera las medallas. Me sorprendió tanto como a cualquiera en el mundo”, concluyó este centenario sacerdote.