En un momento en el que la actualidad política española está completamente convulsa, uno de los escándalos que más eco ha tenido el supuesto plagio de la tesis doctoral del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
Estos días también está llamando la atención, sobre todo en la prensa valenciana, otra tesis, aunque por motivos muy diferentes a la del jefe de gobierno. Se trata del trabajo de Guadalupe Pérez, una profesora de Secundaria y Bachillerato en el colegio de San José de Calasanz de Valencia. No es un personaje público y su tesis se centra en un linaje de nobles del siglo XVII. Nada aparentemente que pueda llamar la atención de los grandes medios.
Sin embargo, esta mujer ha conseguido el doctorado con “cum laude” por la Universidad de Valencia, y acaba de publicar una parte en el libro Memoria, patrimonio y política. El marqués de Boil (Sace Ediciones), mientras trabaja como profesora y es madre de 10 hijos. ¿Cómo puede hacer tantas cosas? Esta es la pregunta que se hacen muchos.
La maternidad y el plan creador de Dios
En una entrevista en Paraula, semanario de la Archidiócesis de Valencia, esta feligresa de la parroquia de Santo Tomás Apóstol y San Felipe Neri explica que “frente a los planteamientos feministas que afirman que la mujer está relegada en muchos ámbitos, mi experiencia es que las dificultades no proceden tanto del hecho de ser mujer sino del de ser madre. Es innegable que cuando estás criando hijos el trabajo resulta más complicado y difícil.
Sin embargo, Guadalupe agrega que “puedo afirmar que la maternidad no es un impedimento para que cualquier mujer, a poca curiosidad y ganas de prosperar que tenga, pueda encontrar campos abiertos. En mi caso, además, debo agradecer a los escolapios el apoyo recibido. Afortunadamente, conozco otras mujeres que son madres y trabajan.
Para esta mujer la fe ha sido un elemento fundamental en su vida, su familia y su trabajo. Opina que “tener una familia numerosa de diez hijos no es ni un cuento de hadas ni un paraíso. Es más, no creo que las familias numerosas sean mejores que las que no lo son. La cuestión es bien distinta. Se trata de colaborar o no con Dios en su plan creador”.
Agradecida a Dios
Por ello, Guadalupe considera que “partiendo de esa premisa, desde la fe, y la libertad que esta te otorga, mi marido y yo decidimos asumir el diseño de familia que Dios tuviera pensado. En este sentido, y como todo lo que vivimos, la experiencia de la maternidad tiene momentos fantásticos y momentos duros. Como he dicho no es ningún cuento de hadas pero tampoco te mata porque apoyados en Jesucristo se puede vivir cualquier situación por complicada que parezca.
“Estoy muy agradecida a Dios, además, porque en este momento de mi vida, con mis hijos ya mayores, ha hecho posible que hiciera el doctorado y que haya podido adentrarme en el mundo de la investigación que así me parece aún más apasionante”, agrega.
Esta madre de familia numerosa nunca se dio por vencida y por fin pudo afrontar la tesis: “Al acabar la licenciatura de Geografía e Historia se me quedó clavada la espinita de la investigación. Después me casé y una serie de necesidades me imposibilitaron seguir por ese camino. Empecé a trabajar en el colegio a la vez que iba creciendo la familia y con niños pequeños no podía llegar a más. Pero cuando mi hijo pequeño cumplió cuatro años vi que tenía más tiempo y me planteé comenzar el doctorado. En mi interior se lo expuse a mi Padre del cielo y sorprendentemente fue cuadrando todo con facilidad.
Algunas cuestiones importantes
Centrándose ya en un aspecto más relacionado con su profesión, Guadalupe habla del desprestigio que los planes de estudios hacen en muchas ocasiones de las asignaturas de Humanidades. En su opinión, “son importantes pero más que reforzarlas hay que revisar los contenidos y su enfoque. Nuestro objetivo debe ser aproximarnos más a la verdad y no asumir la carga de lo políticamente correcto sin reflexionar. Por ejemplo, entre los contenidos de Historia apenas tiene visibilidad la Edad Moderna, que es fundamental. Por contra, los currículos se centran insistentemente en comparar el siglo XVIII, bajo la denominación de Antiguo Régimen, con las revoluciones liberales, para después confrontar a estas últimas con la llamada ‘cuestión social’, es decir, la aparición del movimiento obrero. Incidir tanto en la contemporaneidad desde el conflicto y descuidar periodos anteriores no es un planteamiento ni casual ni inocente”.
Esta profesora también advierte que “frente al movimiento pedagógico actual, que relega la memoria como recurso de aprendizaje, a nadie se le escapa que las personas que padecen amnesia resultan fácilmente manejables. La esencia de la materia es precisamente la memoria del pasado, así como la búsqueda incesante de pistas que permitan reconstruirla con el mayor grado de fidelidad. Por eso los datos fundamentales, y aquí entran el espacio –geografía– y el tiempo –cronología– hay que memorizarlos convenientemente.
Por otra parte, asegura que la clase magistral está casi criminalizada. “Sin embargo, para nuestra materia es un recurso muy valioso porque aquí el relato es fundamental. La experiencia me dice que las narraciones interesantes enganchan a los alumnos”, expone