Adam Rieger es un joven seminarista en la región canadiense de Alberta que durante años no creyó en Dios ni en la Iglesia y vivía como un hippie itinerante, haciendo autoestop y tocando la guitarra para mantenerse.

Pero varias cosas le acercaron a la fe: la experiencia de que Alguien escucha cuando rezas, reflexionar sobre la idea de "humildad", el ejemplo de servicio de unos voluntarios católicos y una experiencia mística fuerte del amor de Dios en un retiro.

De familia católica, pero ateo desde la adolescencia

Adam Rieger se educó en una familia canadiense de cultura católica pero, afirma, "no es algo que influyera en mi infancia".

Ya de pequeño era un niño movido, y al crecer fue un adolescente inquieto y rebelde. A los 15 años consiguió un primer trabajo los domingos y con esa excusa dejó de ir a la iglesia.

"En el instituto me hice ateo. Desarrollé esa idea de que la Iglesia sólo intenta engañar a la gente, que no busca lo mejor", explica.

"Me metí mucho en la música metal, el death metal, llevaba pelo largo y tocaba en bandas. Formar parte de la sinergia de una banda, tener 4 o 5 personas con un mismo latir de corazón, tocando la misma canción, apoyándonos mutuamente, era embriagador", señala.

Viajar por el mundo, evitar la "burbuja" del hogar

Al terminar el instituto su vida cambió. Antes había llevado una vida bastante delimitada con su estudio, su trabajo, su grupo de amigos local y su banda de música metal. Pero tras el instituto fue a Japón con la idea de estar un par de meses...y se quedó allí un año entero. Tras un año de gran ciudad y ancho mundo, en su pueblo de Canadá se sentía atrapado. "Todos esperaban de mí volver a mi pequeña burbuja y yo sentía una gran tensión".

Empezó a hacer preguntas profundas a algunos conocidos: ¿hay plenitud en esta vida? ¿Cuál es la mejor forma de encontrar ese significado?

Sospechaba que tenía que ver con viajar. Encontró información en Internet sobre el autoestopismo... "y quedé fascinado, con esa idea, de total libertad".

Se dedicó al autoestopismo viajando, meditando, con música, buscando tranquilidad... Con el estilo de vida seminómada llegaba algo de ideología hippie, que implicaba empezar a pensar en cosas "más amplias" que el simple disfrute: la naturaleza, la idea anti-stablishment de que "no necesitamos gobierno, nos arreglamos solos"... eso sí, todo "superrelajado".

El hippie que pide cosas al "Gran Universo o lo que sea"

Como nómada autoestopista se mantenía tocando la guitarra en las calles, pero eso da sólo para 'ir tirando'.

"Cuando te dedicas al autoestopismo siempre te das cuenta de que necesitas cosas. Mucha gente me recomendaba rezar para conseguirlas. Así que yo simplemente rezaba y decía: 'ey, tú, Gran Universo o lo que sea que haya, necesitaría un bocadillo porque tengo hambre'. Y en cinco minutos venía una mujer, me tocaba en el hombro y me decía: 'tengo un bocadillo de sobra, ¿quieres?' Y yo me decía: 'increíble, esto es impresionante'.

Asegura sonriente en su testimonio en vídeo en GrandInMedia.ca que sus oraciones eran así respondidas "una y otra y otra vez".

"Aún tenía una gran desconfianza en la Iglesia en esa época, pero estaba dispuesto a explorar la idea de que existiera Dios o, como mínimo, un mundo espiritual", señala.

El Tao Te Ching recomienda la humildad

Con inquietudes sobre cómo vivir la vida, Adam empezó a leer el Tao Te Ching, el clásico taoísta chino atribuido a Lao Tsé. "No deja de hablar de la humildad. Yo no tenía ni idea de lo que es la humildad, pero intuía que trabajar sin que te paguen tenía algo que ver con la humildad".

Y decidió apuntarse como voluntario al Marian Centre de Edmonton, un comedor y centro de acogida para pobres que mantiene la comunidad católica Madonna House. Esta comunidad fue fundada en 1947 por los esposos Catherine y Eddie Doherty y hoy cuenta con casi 20 centros así en media docena de países.

Catherine Doherty (Kolyshkina, de soltera) nació en la Rusia zarista en 1896 en una familia aristocrática, fue enfermera en la Primera Guerra Mundial, después se empobreció al huir de la Revolución Rusa. Desarrolló toda una espiritualidad sobre el desierto, la pobreza y acogida que unía rasgos de la espiritualidad rusa y la católica. Los centros de Madonna House buscan siempre acoger al necesitado con tiempo, escucha, amabilidad y oración.

A Adam, acostumbrado a vivir con poco, más interesado en el trato humano que en las cosas materiales, le gustó la gente del Marian Centre. Aquellos voluntarios y responsables tenían, dice, "lo que yo buscaba", ese sentido de vida plena. "¿Cómo puede ser que sean católicos?", se preguntaba.

Los sacramentos y un retiro

Tras su segundo verano de autoestopista su novia de entonces cortó con él.

"Supongo que me di cuenta de lo vacío que me sentía y una y otra vez el Marian Centre venía a mi mente. Y pensé: vale, supongo que es una señal, me iré allí".

Esta vez empezó a ver que lo que alimentaba la alegría y vida espiritual de la gente de Madonna House eran los sacramentos, la Eucaristía, que les hacía capaces de amar y aceptar a tanta gente.

Las comunidades de Madonna House celebran de vez en cuando retiros de un día que llaman 'pustinia', la palabra rusa para referirse al desierto. Adam se apuntó a uno y en ese retiro sintió algo que le transformó.

"Tuve una repentina ola de amor, abrumadora. No importaba en qué cosa pensara, todo lo que experimentaba era amor hacia esa cosa. Recuerdo que en ese momento pensé en Cristo. Era la primera vez en mi vida que pensaba en Cristo y experimentaba amor. Tuve un afecto inmediato hacia Cristo".

La confesión y el misterio de la Iglesia

Un miembro del Marion Centre le recomendó ir a hablar con un sacerdote católico de rito ucraniano. Adam fue allí haciendo autoestop, lo encontró y pidió confesarse.

- No confío en la Iglesia, no confío en vuestras enseñanzas ni en nada de eso -dijo Adam al sacerdote.

- Adam, la Iglesia es tu madre. ¡Deberías confiar en tu madre! - respondió el sacerdote con firmeza.

"Y, honestamente, desde ese momento nunca más he tenido un problema con la Iglesia. Es como si Dios hubiera sacado todos los obstáculos. Fue un momento clave. Empecé a ver que la Iglesia Católica no era lo que yo antes pensaba, no había visto antes su corazón, lo que de verdad ofrecía", señala.

La llamada al sacerdocio y aprendiendo del dolor

Ya integrado en la Iglesia, yendo a misa, al rezar después de comulgar a menudo pensaba: "ser sacerdote sería una vida buena". Sentía que quería entregar su vida a Dios de alguna forma.

A modo de peregrinación, dispuesto a aceptar lo que Dios le diera, fue caminando a Combermere, Ontario, a la casa central del movimiento de Madonna House. Ese viaje acabó físicamente mal, con una grave lesión en las piernas y dolor crónico que le mantuvo en cama un año, y otro en fisioterapia y otros 4 hasta que pudo caminar con cierta normalidad. Ese dolor aún no ha remitido por completo.

Pero para él fue una época de formación, la sensación de que Dios le reconstruía. Y que hay una conexión entre el sufrimiento y la oración, "una conexión muy sacerdotal, ofrecer sacrificios por la gente. Esa experiencia me preparó para el sacerdocio. Aún soy seminarista, en discernimiento, pero ¡fue increíble!".

¿Qué le diría el Adam actual a aquel Adam joven y descreído? "Que hay una Bondad que no puedes ni imaginar, hay Alguien tan hermoso, tan amoroso, que cambiará toda tu vida. Jesús es el amado que trae la plenitud a nuestro alcance".

Adam cuenta aquí su testimonio en 13 minutos (en inglés)