Al igual que le ha ocurrido a miles de monjas antes que ella, Laura Zetzl nunca imaginó que Dios la llamaría para ser su esposa. No estaba ni remotamente en sus planes convertirse en religiosa, pero al final la llamada del amado se oía cada vez más y más fuerte.
Esta joven de 29 años de Indianápolis llegó a la universidad con un plan muy claro: terminar la carrera de Medicina, ser especialista en neonatología, casarse y tener muchos hijos. Sin embargo, salió como una “Sister of Life”, una hermana de la Vida, una nueva orden religiosa nacida en Estados Unidos y marcadamente provida.
Aquella joven universitaria es ahora la hermana Lucía Christi y este próximo verano profesará sus votos perpetuos. Mientras tanto, se encuentra en Nueva York en un centro de embarazos en crisis que las religiosas tienen en esta ciudad en la que brindan apoyo a mujeres encinta o que necesitan ayuda tras dar a luz.
Era el año 2010 cuando comenzó sus estudios en la Universidad de Indiana con el objetivo de “conquistar el mundo”. Ella misma reconoce a The Criterion, periódico de la Archidiócesis de Indianápolis, que “quería ser esposa, una madre con muchos hijos. Quería ser neonatóloga. Lo tenía todo, pero aún así, estaba infeliz, inquieta y frustrada”.
"Nunca había considerado una vocación religiosa"
Sin embargo, la semilla de esta vocación parecía haber sido sembrada tiempo atrás aunque a la hermana Lucía Christi le costó un tiempo percatarse de ello. Fue en la escuela secundaria. “En ese momento, nunca había considerado una vocación religiosa como una opción”, comenta.
Sin embargo, en el instituto acudía a unas sesiones breves que impartía el entonces capellán, el padre John Hollowell. Y en una de las ocasiones trató sobre las vocaciones. Como si fuera ayer esta monja recuerda lo que le dijo aquel sacerdote algunos días después: "Tal vez en algún momento te conviertas en una hermana”. Ella se rio ante sus palabras.
Ya en la universidad, acabando el primer curso su inquietud e insatisfacción iban en aumento hasta convertirse en insoportables. “Miré mis sueños y pensé: 'Esto no puede ser'. Estaba enfadada con Dios porque pensaba que este era su plan para mí. Pero en realidad nunca le pregunté cuál era su plan para mí”.
Así que finalmente preguntó a Dios y durante todo el segundo curso en la universidad se dirigía a Dios: “¿cuáles son tus sueños para mí?”.
“Cuando comencé a discernir, la frase 'Tal vez en algún momento seas una hermana' seguía viniendo a mí”. Ante esta situación, sor Lucía Christi empezó a dedicar más tiempo a la oración, a la adoración y a la lectura de la Escritura.
De este modo, señala que descubrió “que cuanto más tiempo pasaba con el Señor era ahí donde mi corazón encontraba gozo y descanso”.
"Me enamoré sin darme cuenta"
Y de nuevo, “la frase del padre Hollowell volvió". Al principio –confiesa ella- estaba “totalmente aterrorizada” por cómo sería la vida de monja.
“Jesús fue tan amable, paciente y persistente… A medida que pasaba tiempo con él y rezaba más profundamente me encontré enamorándome sin darme cuenta de lo que estaba pasando. Finalmente, escuché a Jesús decir: '¿Quieres ser mi novia y madre de todos mis hijos? Al final pude decir que sí. Pero luego pensé: '¿Y ahora qué?' ”, relata la ahora monja.
Ante el panorama que se le presentaba la hermana Lucía Christi decidió hablar con un sacerdote y tras compartir con él su historia, éste le dijo que veía claramente que su sitio estaba en las Sisters of Life. Rápidamente ella buscó en internet sobre esta nueva congregación y supo que había encontrado su lugar.
“Todos mis sueños para mi vida los encontré en nuestro carisma: amar a la persona humana simplemente porque es. No por algo que puedan hacer o por su estatus, sino simplemente porque Dios los ama y los creó. Vivir una vida de amor y alegría e invitar a las personas a una vida en la que Dios los ame. Dar mi vida para que otros puedan vivir. Ser una voz para los sin voz, los ancianos, los no nacidos, los olvidados, aquellos cuyas vidas cuentan menos en el mundo. Ser una señal que apunta al cielo. Pensé, 'Qué manera de pasar la vida'. Era todo lo que quería sin tener palabras para expresarlo en ese momento”, afirma.
La orden requiere que sus hermanas tengan un título universitario, por lo que la hermana Lucia Christi abandonó sus clases de Medicina y se concentró en obtener una licenciatura en Biología. Ingresó a las Hermanas de la Vida como postulante unos meses después de graduarse en 2014 y este próximo verano profesará al fin sus votos perpetuos.
Acerca del nombre que tomó asegura que fue el Señor quien lo puso en su corazón. Lo explica así: “es mi experiencia de Jesús siendo la luz que brilla en la oscuridad y la oscuridad no puede, no la vencerá, y él me invita a ser esa luz en el mundo de una manera que solo es posible para mí, y al hacerlo tener su la luz brille a través de todos los que encuentro solo en la forma en que pueden”.
Las novicias de las Sisters of Life pasan el primer año “en profunda oración, estudio y formación, y permitiendo que el Señor haga un profundo trabajo interior, sanando y creciendo en nuestra propia identidad”, explicó. El segundo año se dedica a aprender sobre los apostolados de las hermanas, pasando dos meses a la vez en sus diferentes casas de misión.
La hermana Lucia Christi profesó sus primeros votos en agosto de 2017. Los siguientes dos años sirvió en el centro de embarazo en crisis de las hermanas en la ciudad de Nueva York. Durante esa misión, ella “realmente luchó con la llamada de ir a los lugares más oscuros de la humanidad y encontrar el pecado de una manera que nunca antes había experimentado, la fealdad del mismo, el dolor y el sufrimiento en la vida de otras personas, y ser invitada a traer Jesús en la oscuridad.
Actualmente está a más de la mitad de su segunda misión de dos años, “compartir el Evangelio y nuestro carisma” con estudiantes en siete campus universitarios en Colorado y uno en Dakota del Norte.
Un camino no exento de dificultades
El camino vocacional de sor Lucía Christi ha estado lleno de gracia pero no exento de dificultades. “Al principio, el gran desafío fue dejar ir mis propios sueños y deseos, dejar ir lo que pensaba que sería mi vida, entregar mi voluntad a la voluntad del Padre, que a veces es diferente a la nuestra”, reconoce.
“Requirió sacrificios en el camino: la separación inicial de la familia y los amigos, el traslado de Indiana a la ciudad de Nueva York, que fue un gran cambio”. Pero ahora la hermana Lucía Christi ve que “el Señor bendice esos sacrificios, sabiendo que Jesús nunca nos quita algo sin dar algo a cambio”.
“Jesús es el deseo de todo corazón humano. Él es la mayor aventura. Él te conoce y te ama más de lo que puedas imaginar. Pase lo que pase, será tu mayor alegría. Cualquier cosa que nos pida, tiene más para darnos: más amor, más alegría, una vida más abundante”, concluye.