Revista Misión, la publicación de suscripción gratuita más leída por las familias católicas de España, publica en su último número un interesante artículo sobre Santa Juana de Arco (1412-1431), en el que Javier Lozano entrevista a la hermana sor Marie de la Sagesse SJM, religiosa argentina residente en Francia, devota de la santa desde niña.
La autora de Santa Juana de Arco. Reina, Virgen, Mártir (Katejon, 2018) resalta cómo la francesa no necesitó más que 19 años de vida para cumplir con la misión encomendada de lo alto, un encargo que unía lo divino con lo terrenal para liberar Francia. Años después, siendo reina de Francia durante unos pocos instantes, entregó su reino a Jesucristo.
Dispuesta a encauzar Su plan
Odiada por sus enemigos, debido a sus grandes victorias, fue capturada por los ingleses, sufrió un proceso totalmente injusto y fue quemada en la hoguera por "hereje". Décadas después, Juana fue rehabilitada de esta condena tanto por el Papa Calixto III como por el rey de Francia, Carlos VII, hasta finalmente ser canonizada en 1920 en Roma.
"Juana de Arco es la antítesis de los tiempos que corren. Podríamos decir, junto con Sócrates, que es como un molesto tábano que no nos deja acomodarnos tranquilos a este mundo globalizado y apátrida, que en Europa llega hasta negar sus raíces cristianas a fin de fabricar un nuevo tipo de hombre desarraigado, sin patria, ni familia, ni sexo…", comenta la religiosa.
Para De la Sagesse, "esta doncella nos exhorta a esperar contra toda esperanza". "Nos recuerda que existe una política divina por encima de los países. Nos guste o no, el Justo Juez ha dado a cada nación una misión particular para cumplir en la Historia e incluso está dispuesto a intervenir para encauzar su plan. Juana es no sólo la mensajera, sino también la realizadora del plan de la Providencia, tanto así que el padre Humbert Clérissac la llama el 'ángel de la política divina'", recuerda.
La religiosa argentina destaca algo único que se da con Juana. "La vocación a la santidad de la Pucelle fue justamente su misión política, lo cual constituye un hecho único. Fue la única vez en 2000 años que Dios, por una intervención directa, salvó un poder. No hay santo alguno –y menos, santa– en toda la Historia de la Iglesia que deba ser honrada como salvadora de la patria por un inmediato mandato divino cumplido hasta la muerte", dice.
De la Sagesse va más allá y asegura que se está manipulando su figura. "Distintas ideologías intentan hoy aprovecharse de ella. Muchos quieren llevar el agua a su molino: desde minorías nacionalistas que la reducen a una figura patriótica, a las peores hordas que la enarbolan como vanguardia transgénero. El lobby LGTBI cree haber encontrado un icono a su medida: una mujer que se disfraza de varón para ir a la guerra y que termina en la hoguera quemada por la Iglesia como bruja y hereje… Y hasta con una mirada superficial podría alegarse de que la Iglesia 'se equivocó' al canonizarla. Sin embargo, no es así", asegura.
"En realidad, ella es el modelo femenino por excelencia, la mujer fuerte y viril de la cual nos habla el libro de los Proverbios. De hecho, si se disfrazó de varón fue para poder conservar la joya más preciada que una mujer puede ofrecer a Dios: su virginidad. Y esto lo logró en grado heroico, hasta el punto de que también es considerada 'mártir de la castidad', como santa María Goretti. La 'virgencita de Lorena' es una nueva aliada y poderosa defensora de la verdadera femineidad frente a la dictadura del pensamiento único", añade la religiosa.
La experta en Santa Juana advierte de que tampoco se libra de determinadas leyendas. "En algunas películas y series se ha dicho que los soldados ingleses abusaron de ella y que habría abjurado de su misión divina. Esto es un disparate mayúsculo. Si bien los soldados intentaron sobrepasarse, Juana defendió valientemente su cuerpo haciendo mérito hasta el final. De hecho, la Iglesia la canonizó como 'virgen' por vivir su castidad en grado heroico", asegura.
"Esta leyenda es más grave. Juana es presentada al final de sus días como una joven débil, que 'se quiebra' arrepintiéndose públicamente de su misión. Pasaron más de 500 años hasta que el coronel francés Boulanger demostró la inocencia absoluta de Juana y su constante indefectibilidad frente a las amenazas y torturas, probando con un rigor científico avasallador la falsedad de su abjuración. Ella jamás renegó ni se arrepintió de su misión. Por el contrario, fue fiel a sus voces y se mantuvo invicta hasta el final", añade.
Para De la Sagesse, es impresionante las similitudes que hay entre su martirio y el de Nuestro Señor. "Péguy llegó a exclamar: 'La pasión de Juana es una de las más perfectas imitaciones de la Pasión de Jesús'. También al hallazgo de su corazón incorrupto en las cenizas de la hoguera, prueba evidente de su inocencia…", explica.
Pero, si hay algo admirable eso es la triple donación del Reino, tan importante como poco conocida. "En la abadía de Saint Benoît-sur-Loire, Juana convocó a Carlos vii y a sus secretarios para formalizar un acto público solemne. Preguntó a Carlos si le podía donar su reino. Dubitativo, él respondió: 'Juana, os doy mi reino'. Habiéndolo hecho atestar notarialmente, ella ordenó: 'Escribid: Juana dona el reino a Jesucristo'. Y, enseguida, con voz grave, añadió: 'Señores, en este momento es Jesucristo quien habla por mí, diciendo: 'Yo, Señor eterno, doy Francia al rey Carlos'", relata.
"Lo hizo para dar a la realeza de Cristo sobre Francia un contenido oficial, estatal y jurídico. Exigió todas las formalidades para que una donación fuera válida para la posteridad. Desde el momento en que Carlos lo consintió, Juana fue reina por unos instantes. Su único acto soberano fue poner la patria en manos de Nuestro Señor. De ahí que ella, cada vez que se refiriese a Carlos, lo llamara 'lugarteniente', ya que Cristo era el verdadero rey de Francia", añade.
De la Sagesse concluye contando su devoción por es esta santa tan importante. "Desde pequeña mi madre me contaba antes de ir a dormir las proezas de la 'Pucelle'. Pasó el tiempo y mi sueño se hizo realidad: con sólo 17 años peregriné a las ciudades por donde la heroína había pasado. Fue una gracia inmerecida que me marcó, y Nuestro Señor supo sacar infinitos bienes para mi alma. Volví del viaje más interesada en su vida. Ya como religiosa fue una sorpresa que me destinaran a misionar a sus tierras. Llegué a Francia en 2012, providencialmente, en el año jubilar de los 600 años de su nacimiento", comenta.