En el mundo hay miles de personas rezando para que Jordan Peterson convierta en un acto de fe su evidente sintonía cultural e incluso espiritual con el cristianismo. Son legión sus admiradores católicos, entre ellos dos colaboradores del obispo auxiliar de Los Ángeles, Robert Barron, en su ministerio Word on Fire. Ambos acaban de consagrar un libro a esa cuestión.
Peterson, Dios y el cristianismo
Se trata de Christopher Kaczor, en su día miembro de la Academia Pontificia por la Vida, y Matthew R. Petrusek, profesores de Filosofía y de Ética Teológica, respectivamente, en la Loyola Marymount University. Su trabajo se titula Jordan Peterson, Dios y el cristianismo, y es el primer análisis sistemático, desde una perspectiva cristiana, de las series de Peterson en Youtube sobre la Biblia y de sus dos grandes bestsellers, 12 Reglas para vivir y Más allá del orden.
Según monseñor Barron, el libro de Kaczor y Petrusek ofrece al lector "una maravillosa recapitulación de los puntos de contacto entre la obra de Peterson y la fe cristiana".
Christopher Kaczor entrega a Francisco un ejemplar de su libro sobre Jordan Peterson. Foto: Word on Fire.
Jordan Peterson, canadiense, psicólogo clínico y profesor en la Universidad de Toronto, empezó a ser conocido para el gran público a raíz de su negativa a someterse a los dictados de la ideología de género sobre los pronombres adecuados para referirse a personas transexuales. Pero eso no hizo sino incrementar su celebridad como crítico y analista cultural, hoy día uno de los más influyentes en el ámbito anglosajón y, a raíz de la traducción de sus obras, en todo el mundo.
Un filósofo que acerca a Dios a ateos y agnósticos
De hecho, monseñor Barron, al recomendar el libro, recuerda que cuando en 2019 se dirigió a los obispos estadounidenses para presentarles cinco vías de evangelización de los alejados, mencionó entre los "signos de esperanza" el que denomina "fenómeno Peterson". ¿Por qué? Porque decenas de miles de personas de forma presencial en sus conferencias, y millones a través de las redes sociales, sobre todo gente joven, le estaban escuchando hablar de la Biblia.
"No estoy de acuerdo con todo lo que él dice", matiza Barron, "pero es un signo de esperanza que alguien hable de la Biblia de forma sugerente e inteligente" y atraiga con ello a tantas personas a abandonar el secularismo y reconsiderar el cristianismo.
"No sé que hacer si [Cristo] es verdad"
Todo el pensamiento de Peterson gira en torno a la tensión entre los arquetipos y la realidad, entre Cristo como ideal y el Dios que actúa en la historia. Él nunca aclara definitivamente si tiene una fe real en Dios. "Intento vivir como si Dios existiera", afirma sin embargo.
Y, tras los durísimos meses de enfermedad que vivieron él y su familia en 2019 y 2020, durante una entrevista no pudo evitar emocionarse hasta el llanto en una bella confesión religiosa: "Yo he visto... [Se detiene, emocionado antes de continuar.] En ocasiones el mundo objetivo y el mundo de la narrativa se tocan, y esa unión, esa sincronía, la he visto muchas veces en mi propia vida y creo que es innegable... y en principio, el máximo ejemplo de ello se supone que ha sido Cristo. Es algo que me parece extrañamente verosímil, pero no sé qué hacer si ello es verdad, en parte porque es demasiado terrible una realidad en la que creer completamente. Ni siquiera sé que te pasaría si lo creyeras plenamente".
Ecos de tres grandes Doctores de la Iglesia
En esa búsqueda de significado trascendente a la vida que caracteriza la filosofía de Peterson y su propia labor profesional como psicólogo clínico siempre han estado presente las Sagradas Escrituras, que es a lo que se refería Barron. "La obra de Peterson ha dado lugar a que ateos, agnósticos e indiferentes se replanteen las cosas a la luz de la sabiduría de las historias bíblicas", explica Kaczor en un reciente artículo en The Catholic Thing.
Y hace una afirmación muy potente respecto a ese peculiar abordaje, al compararlo con el método de leer la Escritura de San Agustín, Santo Tomás de Aquino o San Gregorio Magno, aunque el de éstos sea "más enriquecedor".
¿Por qué esta comparación? Porque "para iluminar el texto bíblico, Peterson aporta las perspectivas de la psicología jungiana, de la literatura rusa, de la teoría evolucionista y de las tragedias totalitarias del siglo XX", y este método, dice Kaczor, evoca a San Agustín cuando enseñó en De doctrina christiana que "toda la sabiduría secular puede utilizarse para interpretar las Escrituras porque todas las verdades, independientemente de cómo sean encontradas, en última instancia vienen de Dios".
Asimismo, Peterson, sin ser consciente de ello, está reformulando "la enseñanza de San Gregorio Mago de que el Antiguo Testamento se revela en el Nuevo Testamento y el Nuevo Testamento ilumina el Antiguo Testamento".
Por último, como Santo Tomás de Aquino, "Peterson ve la Biblia con tal rica profundidad de significado que va más allá de lo que cualquier intérprete aislado pueda descifrar".
El antídoto del dolor
Pero no solo en sus consideraciones sobre la Biblia advierte Kaczor los ecos de estos tres maestros cristianos, sino también en su confrontación con el problema del dolor, máxime después de experimentarlo de forma tan acerba en sí mismo, en su esposa y en su hija, todos a la vez. Para Peterson, dice Kaczor, "el antídoto para el sufrimiento son la verdad expresada con valentía, el bien último y la experiencia de la belleza: "Y en la tradición católica, Dios mismo es la verdad, el bien y la belleza".
El propio Cristo dijo "yo soy el Camino, la Verdad y la Vida" (Jn 14, 6). La verdad no es solamente algo que se capta intelectualmente, es también el Hijo de Dios. Por eso, el antídoto para el sufrimiento que en el planteamiento de Peterson es la verdad, para el cristianismo queda sublimado en la unión con Cristo: "Padeció el mayor sufrimiento posible y ofrece también el mayor consuelo, no solo conociendo Sus enseñanzas, sino compartiendo Su vida, que nos ofrece como don", explica Kaczor.
Y concluye esperando que un día Peterson lo descubra así también en sus "provocadoras exploraciones", y ya no considere la Resurrección de Jesús como un ideal hermoso sino como una esperanza bien fundada.