Este martes 6 de mayo falleció a los 92 años y rodeada por sus hijos y sus nietos Birthe Lejeune, viuda de Jérôme Lejeune, sin cuyo apoyo incondicional éste nunca habría podido perseverar en su impresionante obra en favor de las personas síndrome de Down y otras alteraciones genéticas ni resistir a las duras campañas de acoso que sufrió por su activa posición contra el aborto.
Vídeo homenaje a Birthe Lejeune difundido el día de su muerte por la Fundación Jérôme Lejeune.
Birthe fue la esposa y la madre de los cinco de hijos de Jérôme, pero fue mucho más. Los que la conocieron bien afirman que era la mitad de él y que sin ella al descubridor del origen genético del síndrome de Down le habría faltado media vida. Esta devota católica proveniente del luteranismo en el que se había criado en Dinamarca fue sobre todo una gran activista provida, defensora a ultranza de aquellos niños a los que tanto amaba su marido. Fue por ello que cuando arreciaron las persecuciones contra el padre de la genética moderna fue quien le animó a mantenerse firme y a seguir adelante hasta el final.
Continuadora de la obra de su marido
Una vez que su marido falleció en 1994 fue Birthe Lejeune la que continuó con la obra iniciada por su marido. Le sustituyó en esta lucha aparantemente perdida por unos niños que estaban siendo abortados en masa, y con la fuerza que le caracterizó avanzó siempre decidida según le marcaban sus convicciones.
La viuda de Lejeune ha sido miembro de la Academia Pontifica para la Vida y del Consejo Pontificio para la Salud, pero también fue nombrada caballero de la Legión de Honor francesa. Sin embargo, su gran obra y aportación tras la muerte de su marido fue la creación de la Fundación Jérôme Lejeune y en cuya vida ha participado activamente hasta que el cáncer de pulmón que se le detectó en diciembre se lo ha impedido.
Desde la delegación de la fundación en España explican que Birthe “ha sido embajadora incansable y exigente de los tres fines propios de la Fundación (investigar, cuidar y defender a todas las personas portadoras de una discapacidad intelectual de base genética). Así, ha contribuido de manera decisiva a prolongar el compromiso del profesor Lejeune al servicio de los más vulnerables, especialmente de las personas con síndrome de Down, en Francia y en otros países, como Estados Unidos, España, Italia, Argentina o el Líbano”.
"Seguirá velando por esta gran obra, junto a su marido, desde el Cielo"
“Madame Lejeune ha sido el alma de nuestra Fundación desde sus orígenes, así como un referente para todos los que colaboramos en llevar a cabo esta misión. Su entrega, su alegría, su visión práctica pendiente siempre de cuidar todos los detalles y su cariño hacia todos los que hemos colaborado en la obra que inició su marido, el profesor Jérôme Lejeune, ha sido un estímulo siempre y ha hecho que cada uno nos sintiéramos necesarios en el cuidado de las personas más vulnerables”, explica a ReL Pablo Siegrist, director de la Fundación Jérôme Lejeune en España.
“La semana pasada, sólo unos días antes de su muerte, estando ya muy enferma, Madame Lejeune nos envió a todos los colaboradores de la Fundación una nota manuscrita en la que nos agradecía nuestra colaboración y nos animaba a no desfallecer en el cuidado y la protección de todas las personas. Me impresionó leer en ella su conciencia de estar ante la muerte y su compromiso, por escrito y firmado, de no dejarnos solos en esta tarea tras su muerte: al contrario, ella se ha comprometido con nosotros a seguir velando por esta gran obra, junto a su marido, desde el Cielo. La misión es grande, porque estamos llamados a lograr el respeto pleno de la vida y la dignidad de todos, y aunque ahora los que trabajamos en la defensa de la vida pudiéramos sentirnos un poco huérfanos, personalmente, este compromiso de Madame Lejeune nos ha dado mucha paz y nos impulsa a seguir trabajando”, cuenta emocionado Siegrist.
"Matar o no matar, esa es la cuestión"
En el libro Jérôme Lejeune: amar, luchar, curar (Libros Libres) José Javier Esparza describe la “fascinante vida del descubridor del origen del síndrome de Down” y a lo largo de sus casi 300 páginas aparece en numerosas ocasiones Birthe, una mujer que siempre estuvo muy presente. “Hoy he perdido el Nobel”, fue la dolorosa confesión que hacía este científico católico por carta a su mujer tras pronunciar un discurso en San Francisco en 1969 donde hizo caso omiso a las advertencias de los organizadores y habló de la dignidad de la vida humana, desde el embrión hasta la muerte natural. Parafraseando a Shakespeare dijo: 'matar o no matar, esa es la cuestión’”.
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A partir de ese momento cayó en el ostracismo y Jérome ya se lo auguraba a Birthe en aquella carta enviada desde Estados Unidos. Y es que su amor era inquebrantable. Cuando ella no podía acompañarlo en sus viajes no pasaba un día sin que se escribiesen.
“Guardé todo: sus documentos, conferencias, cartas, todo. Los archivos, que al final eran casi como un diario, están en mi casa. Eso se ha usado para el proceso”, explicaba Birthe. Y todos estos documentos han podido mostrar la profunda fe y convicciones de este científico que está en proceso de beatificación.
Birthe fue la mitad de Jérôme
Esparza visitó a Birthe en su domicilio de París y tras hablar con ella largo y tendido dejó escrito en el libro la grandeza que representó esta pequeña mujer. “No se puede entender la historia de Lejeune sin hacer un punto y aparte para hablar de Birthe. Porque ella es la mitad de Lejeune, el pilar de su vida, y en absoluto es exagerado decir que sin el apoyo de esta mujer, su paciencia, su devoción, su estímulo y, en fin, su amor, la carrera de Jérôme habría sido otra. Le dio cinco hijos. Le dio también suelo afectivo donde detenerse y un techo anímico para protegerse. Fue su corresponsal diario y su confidente. Vio los cariotipos de los trisómicos casi al mismo tiempo que él y alcanzó donde él no llegaba, como cuando organizó el manifiesto de los médicos franceses contra la ley del aborto. Birthe está siempre. También después, cuando Jérôme falleció y ella, viuda, pilotó con su motor incansable la posteridad del sabio”, cuenta en el libro sobre ella.
Precisamente, aquí se pone de manifiesto una de las principales características de madame Lejeune, que mientras su marido luchaba desde la ciencia ella fue la que comprendió que también se debía hacer desde el activismo provida. No fue sólo la mujer de… sino que ella misma representó un papel fundamental en aquellos años en los que políticos y gran parte de la comunidad científica les dieron la espalda.
Una "activista incansable"
Valeurs Actuelles explica otro ejemplo de este compromiso de Birthe, a la que definen como una “activista incnsable” que formaba una “pareja increíble” con su marido para dar esta batalla por la vida.
“En 1973, por ejemplo, cuando organizó, con él, la declaración de los médicos de Francia contra el aborto. Jérôme Lejeune obviamente estaba de acuerdo con la sustancia, pero fue ella quien contactó, recibió y contó las 18,000 firmas”, recuerdan.
Birthe, junto a su esposo Jérôme, con San Juan Pablo II, con quien les unía una profunda amistad
Conversa al catolicismo y de profunda fe
Ciencia y fe nunca fueron obstáculo para este matrimonio. Cuanto más avanzaban en sus investigaciones más fe profesaban. En 1974, Jérôme fue nombrado miembro de la Academia Pontificia de Ciencias por San Pablo VI, lo que fue el comienzo de una larga historia de amistad con Roma y el Vaticano, que Birthe Lejeune continuó hasta los últimos años de su vida, más allá incluso de la gran amistad que la pareja, y toda la familia, forjaron con el Papa San Juan Pablo II. De hecho, como anécdota cabe recordar que Jérôme y Birthe fueron los invitados en el almuerzo privado con el Papa polaco el día que fue víctima del atentado en la Plaza de San Pedro en 1981.
Como ya se ha dicho anteriormente, Birthe creció en Dinamarca como luterana, pero en Francia conoció el catolicismo y quiso convertirse no por Jérôme, fuertemente creyente, sino por iniciativa propia.
“Realmente deseaba ser católica”, explica Esparza en el libro, donde añade que “la relación entre Jérôme y Birthe no se puede entender sin el elemento religioso, que va a actuar siempre como cimiento de su relación”. “Dios nos ayudará”, esta frase aparece constantemente en las cartas que se escribían entre ambos cuando Jérôme debido a sus numerosos viajes estaba fuera de casa.
Birthe se convirtió al catolicismo en la primavera de 1952 tras largas sesiones de catequesis con el canónigo Muller de Saint Philippe du Roule, en París, y en esta misma iglesia pronunció su adhesión a la religión católica, a la que tan unida estuvo hasta su muerte este pasado 6 de mayo.
Vea aquí el vídeo de la presentación del libro de Jerôme en Madrid a la que acudió su viuda Birthe: