Noëlla Rouget cumplió 100 años este 25 de diciembre de 2019. La fecha navideña determinó el nombre que le pusieron, y quizá también su carácter de esperanza y confianza en la bondad transformadora de Dios.
Pero hubo muchos momentos en los que pensó que no llegaría a los 25. Fue miembro de la resistencia durante la ocupación nazi de Francia. Fue detenida e internada en el campo de concentración nazi de Ravensbrück, cerca de Berlín. Ha contado en la revista francesa La Vie su historia de confianza en Dios, coraje y perdón.
Da gracias a Dios "por seguir viva aún, después de tantas pruebas y tinieblas”. Sus padres eran católicos devotos. Su hermano Georges, ordenado sacerdote en los años 30, ha sido uno de sus grandes referentes. De joven ya tenía claros unos valores que relacionaba con el Evangelio: “respeto por los demás, cierto sentido de la justicia y el valor de hablar y vivir la verdad. A cualquier precio”.
En la resistencia clandestina a los 20 años
“Sin duda fue esta educación cristiana y humanista la que me llevó a unirme a la resistencia durante la Ocupación. Y lo hice naturalmente, casi instintivamente. Sólo tenía 20 años, ¡pero no pude evitarlo! Tuve que comprometerme, no podía hacer otra cosa. Así que empecé a repartir folletos en las calles de Angers, donde era profesora (…) En 1941, seguía las órdenes del General de Gaulle con ímpetu en la red de resistencia. ¿Tenía miedo? Sí, creo que sí. Era arriesgado, por supuesto. Pero estaba siendo impulsada por una fuerza superior. Resistí la ocupación alemana, pero resistí aún más el espíritu de odio. Ese espíritu no es de Dios. No es digno del hombre. Yo deseaba molestar al ocupante, pero no hacerle daño”.
Noelle Rouget y su novio de entonces, Adrien Tigeot, durante la II Guerra Mundial
Ya entonces rezaba a diario y pedía a Dios mirar a sus enemigos con la misma mirada que Cristo. Pero el 7 de junio de 1943 detuvieron a su novio Adrien, y unos días después, a ella. “Tengo vagos recuerdos de mi arresto. Fue en la casa de mis padres. Dos hombres entraron. Gestapo. Uno de ellos, me enteraría más tarde, era francés: Jacques Vasseur. Es difícil para mí hablar de él. Torturó a Adrien. Hizo que le dispararan”.
Fue enviada al campo nazi de Ravensbrück, a 90 kilómetros de Berlín. Las condiciones era durísimas, pero ella se aferró “a Dios y a la Virgen”. “Al mismo tiempo que me rebelaba contra mis guardianes, oraba por ellos; creía que ellos, como toda persona humana, eran capaces de recibir la ayuda de Dios. Por la gracia de Dios, escapé de la cámara de gas dos veces”, relata.
Ravensbrück era un campo peculiar: el único campo nazi diseñado sólo para mujeres. Murieron allí entre 30.000 y 90.000 mujeres. Se inauguró con unas 2.000 prisioneras, casi todas alemanas opuestas al régimen, al menos una de cada cuatro eran testigas de Jehová. Después llegaron mujeres de otros países. En su peor momento, 45.000 vivieron en sus habitáculos, muy probablemente hacinadas, ya que Himmler mandó construir un campo de tamaño pequeño. En total pasaron por él unas 130.000 mujeres, incluyendo 8.000 francesas, 1.000 holandesas, 18.000 rusas y 40.000 polacas. Solo recibió 20 prisioneras inglesas, lo que es, según la especialista Sarah Helm, una de las razones por las que se ha escrito muy poco de él). Muchas mujeres fueron utilizadas en experimentos médicos, envenenadas o sometidas a distintas sustancias.
Cartilla de repatriación de Noëlle, que indica su procedencia de Ravensbrück
Noëlle salió de Ravensbrück un mes antes de acabar la guerra en Europa, como parte de un intercambio de prisioneros. Pesaba sólo 32 kg y había contraído tuberculosis. Pudo reencontrarse con su madre. Supo entonces que Adrien había muerto. Algún tiempo después conocería a su futuro esposo, André. Tuvieron dos hijos, que hoy la ayudan a ordenar sus recuerdos.
Noella Rouget en los años 40
Arrestado el asesino de 230 víctimas
Cuando habían pasado 17 años de la guerra mundial, fue arrestado Jacques Vasseur, el asesino de su novio Adrien. En el juicio fue considerado responsable de 310 deportaciones y 230 muertes.
“Me sorprendió enterarme de todas las atrocidades que había cometido. Su arrogancia e impasibilidad me hizo sentir incómoda, abrumada. Pero siempre he estado en contra de la pena de muerte. La vida, esta cosa bella y sagrada, se nos da. No nos pertenece. Por lo tanto, antes de la fase final del juicio, escribí al presidente del tribunal en favor de Vasseur: «Los horrores experimentados bajo el régimen de los campos de concentración me han hecho siempre consciente de todo lo que puede dañar la integridad física y moral del hombre, y me he unido a las filas de aquellos que piensan que, si bien debemos luchar contra el error, no tenemos el derecho de disponer de la vida de la persona que se equivoca, que debemos luchar contra la enfermedad y no matar al enfermo». Luchar contra el pecado y no matar al pecador, que es lo que hizo Jesús", explica.
Jacques Vasseur fue condenado a muerte,
pero De Gaulle lo cambió por cadena perpetua
"Mi petición no fue escuchada. Vasseur fue condenado a un pelotón de fusilamiento. No queriendo rendirme, escribí al general De Gaulle: «Porque creo en Dios, en quien reconozco al único dueño absoluto de la vida y de la muerte; porque creo en mi país, en su espíritu humanitario que pronto lo llevará, espero, a través de una reforma legislativa, a abolir la pena de muerte... Le ruego, señor presidente de la República, que haga uso de su derecho de indulto en favor de Jacques Vasseur». Y lo hizo. La sentencia se transformó en prisión perpetua. Me alegré".
¿Traidora por defender la vida?
"No todos mis camaradas aceptaron mi enfoque. O tienes fe o no la tienes. Sufrí al ser considerada una traidora a la causa, pero ese fue el precio que tuve que pagar. Sabía que estaba en el camino correcto, el camino de mi conciencia y mi fe. En el nombre de Dios, sólo podía defenderlo, ir más y más lejos para ayudarlo. Llevarlo a la conciencia de sus hechos pasados, al arrepentimiento y, finalmente, a la redención".
Noëlle intentó llegar al asesino. Ella le escribió. "Tenía que haber una pequeña llama humana dentro de él y quería intentar reavivarla. Así que le escribí cartas a él mientras estaba en prisión, y a su madre, Yvonne. Me escribió. Nunca expresó la más mínima disculpa, la más mínima señal de arrepentimiento. Al contrario, se quejaba de su destino. Mantuve el enlace, a pesar de todo. Con la esperanza de que el bien siempre puede triunfar en el corazón de una persona; todos tenemos que luchar contra el mal que hay en nosotros".
Tiene un mensaje para "los jóvenes", lo que viniendo de una persona de cien años incluye a casi todo el mundo. "Cuidado con los juicios definitivos, con las afirmaciones perentorias, porque la gracia de Dios tiene el poder de cambiar a cualquier hombre, sea quien sea", insiste.
Poder de Dios para llegar al Cielo
Vasseur fue arrestado en 1962, se casó en prisión en 1974 con una bibliotecaria alemana y fue liberado en 1984. Vivió en Alemania y murió en Heidelberg en 2009 sin dejar descendencia.
"No sé en qué estado mental murió Vasseur. Dejó de responderme cuando salió de la cárcel, ya que su sentencia fue reducida, y yo hice todo lo posible para que así fuera. Pero sigo rezando por él, por la salvación de su alma. Pido a Dios que lo acoja en el Cielo, donde espero encontrarlo algún día. Porque no conocemos la bondad de Dios - podemos imaginar todo y, sobre todo, esperar todo", asegura.
Finaliza reflexionando desde su experiencia de cien años y consciente de que no puede faltar mucho para el encuentro final con Dios. "Espero que el Señor me perdone mi inconstancia, que sea indulgente conmigo y misericordioso como lo he sido con algunos otros. Durante mi larga existencia y en la adversidad, he tratado de ser honesta. De todo corazón, quería seguir la regla de oro del Evangelio: no hacer a los demás lo que uno no aceptaría para sí mismo. Es muy sencillo, pero requiere una cierta violencia contra las malas inclinaciones, la fuerza y las elecciones valientes de cada uno. Y sobre todo, un espíritu de resistencia”.
(Adaptado y ampliado de la versión en español en Portaluz).