El 25 de marzo, festividad de la Anunciación y Encarnación del Hijo de Dios, falleció en Madrid, víctima del coronavirus, el general José María Sánchez de Toca y Catalá, historiador militar y gran estudioso de dos figuras de gran relevancia en la mística católica, Santa Hildegarda de Bingen (1098-1179) y la Beata Ana Catalina Emmerich (1774-1824). Contribuyó decisivamente a que ambas personalidades fuesen conocidas en el ámbito español, traduciéndolas del alemán e impulsando la publicación de sus obras.
Nacido en Madrid en 1942, Sánchez de Toca era general de brigada de Infantería en la reserva, III Marqués de Somió y descendiente del célebre cirujano Melchor Sánchez de Toca y Sánez de Lobera (1806-1880), médico de la Regente María Cristina y a quien llamaron a la desesperada para atender a Juan Prim, a la sazón presidente del Gobierno, tras el atentado que lo mató en 1870.
Colaborador habitual de las revistas Ejército y Defensa en su faceta de historiador militar, era autor de numerosas publicaciones en ese ámbito, tanto artículos especializados como libros, entre ellos los consagrados a los Tercios de España y al Gran Capitán. En 2007 se doctoró en Historia con una tesis sobre el sitio de Astorga durante la Guerra de la Independencia (1808-1814).
Estaba casado y era padre de ocho hijos y abuelo de 19 nietos. El segundo de sus hijos, Melchor Sánchez de Toca y Alameda, filósofo por la Universidad Complutense y teólogo por la Pontificia Universidad Gregoriana, es sacerdote con ministerio en el Vaticano, donde es subsecretario del Consejo Pontificio para la Cultura. Monseñor Sánchez de Toca pudo asistir espiritual y sacramentalmente a su padre en sus últimos momentos y ofició su misa funeral, con posterior entierro en Sigüenza (Guadalajara) junto a sus padres.
El general Sánchez de Toca, criado en un ambiente cristiano, fue un hombre de gran fe que, según recoge el portal mariano Cari Filii, en la madurez vivió un proceso de conversión interior que le llevó a centrar su vida en la promoción del rezo del Rosario. Lo impulsó activamente entre sus familiares y amigos, y también entre compañeros y subordinados en los distintos destinos que tuvo como hombre de armas.
Como intelectual católico, fue un estudioso de las profecías sobre España, a las que consagró su libro Los profetas de la Piel de Toro. Y cuando descubrió a dos místicas relevantes pero no muy conocidas en el ámbito de lengua española, la medieval Santa Hildegarda de Bingen y la decimonónica Beata Ana Catalina Emmerich, se entregó a la difusión de sus obras, traduciéndolas e impulsando su publicación. Es el caso, respectivamente, de El libro de las piedras que curan y de La amarga Pasión de Cristo y La vida oculta de la Virgen María.
Según han transmitido sus familiares, el general Sánchez de Toca se preparó con fervor para el momento de su muerte, algo que había presentido en otras ocasiones anteriores de enfermedad grave. Y sin duda llegó al instante definitivo teniendo en los labios la jaculatoria que recomendaba, síntesis de dos buenos avales con los que presentarse ante el Señor: “Soy de la cuadrilla de San José y vengo a ver a mi Madre“.