Este mes de julio de 2023 se cumple el centenario de la muerte de Andrés Manjón y Manjón (1946-1923), sacerdote, pionero de la acción social y pedagogo entusiasta, fundador de las Escuelas del Ave María, primero en Granada y alrededores, luego en toda España y el mundo. En 1918 había escuelas del Ave María en 36 provincias españolas. A lo largo de su vida, se abrieron unas 400 escuelas por todo el mundo, que aplicaban métodos novedosos para su época.
El 23 de noviembre de 2020, la Congregación para las Causas de los Santos en el Vaticano reconoció las virtudes en grado heroico del padre Manjón. La Iglesia le reconoce con el título de Venerable y, si se le reconoce un milagros por su intercesión, podrá ser beatificado.
Este cura burgalés desarrolló una renovación pedagógica confesional católica en la que algunos expertos ven la actividad pionera en España de la Escuela Nueva, adelantándose a las Escuelas al Aire Libre de la Europa de principios del siglo XX. Ahora se celebra el centenario de su fallecimiento, y es sin embargo poco conocido fuera de Granada, quizá por haber sido sacerdote, lo que puede disuadir a algunos de reconocer sus méritos y figura.
Andrés Manjón y Manjón fue un renovador de la pedagogía con sus escuelas Ave María.
Del seminario a Derecho en Valladolid
Nació en una familia de labradores pobres de un pueblo de Burgos. Dotado de gran inteligencia, pronto se encargó de él un tío suyo, Domingo Manjón, que lo rescató de su penosa escuela rural de la época Isabelina. Su madre era huérfana desde temprana edad y cuidaba a su marido de una penosa enfermedad. También cuidaba a los 4 hermanos de Andrés. Manjón dijo de ella que fue "una santa sin ruido", por su abnegada vida y piedad cristiana.
Andrés estudió en el seminario de Burgos cinco años, con alegría de su madre. Cuando la revolución de 1868 destronó a la reina Isabel II, el seminario cerró. Manjón se trasladó a Valladolid donde estudió Derecho en la Universidad. Se doctoró en Derecho Civil, fue profesor interino en la Universidad de Valladolid y auxiliar de cátedra en la de Salamanca, luego catedrático de Derecho Canónico de la Universidad de Santiago de Compostela primero, y finalmente de la Universidad de Granada, compaginando a partir de 1885 estas clases con las de la Abadía del Sacromonte en la misma materia.
Durante sus primeros años de profesorado, Manjón escribió su ‘Derecho Eclesiástico General y Español’, publicado en 1885. Tuvo éxito y en 1913 se encontraba en su cuarta edición. Después traduciría la difundida obra de Tarquini ‘Instituciones de Derecho Público Eclesiástico’.
Acabaría siendo nombrado en 1908 académico de la Real Academia Española. Merece mucho la pena conocer su vida en detalle aun de manera sucinta (aquí, en el Diccionario Biográfico Electrónico de la Real Academia de la Historia).
Sacerdote a los 40, impulsor de escuelas a los 42
Andrés Manjón se ordenó por sacerdote en Granada en 1886, cuando ya tenía 40 años y era toda una autoridad en Derecho. Dos años después, nació en él el deseo de las escuelas rurales para pobres. Lo escribió así:
"Llevaba en mi mente hacía años la idea de poner escuelas en el campo, y cuando paseaba por los alrededores de Granada (que era siempre que podía), se me recrecían los deseos, y más cuando en 1886 subí de Canónigo al Sacro-Monte y vi despacio aquellos caminos, cármenes y cuevas… Más he aquí que un día que bajaba sobre mi burra mansa, para la Universidad (y montado como siempre en el borriquito de mi fijo pensamiento), oí sorprendido canturrear la Doctrina Cristiana en una cueva que caía sobre el camino, y me dio un salto el corazón. Descendí de la burra, trepé por las veredas y hallé en una cueva una mujer pequeña y vulgar, rodeada de diez chiquillas, algunas de cuales eran gitanas. Entonces me avergoncé de no haber hecho yo siquiera lo que aquella mujer salida del Hospicio estaba haciendo".
Aquella mujer semianalfabeta enseñaba a rezar y a leer a niñas gitanas abandonadas. Ella misma era una huérfana y tenía tres hijos. Sería conocida como Maestra Migas. Manjón le buscó una cueva mejor donde enseñar. Cuando ella lo dejó por motivos familiares, el sacerdote se volcó el organizar el asunto. "Si con una tal maestra y un tal local y tan escasos medios se ha podido organizar una escuela de niñas en el Camino del Monte, que era de lo más inculto y pobre de Granada, ¿quién duda que, mejorándolo todo se llegará a tener un colegio con todo cuanto se quiera?", escribió.
El sacerdote comenzó a comprar cármenes -casas con jardín- por la zona. No paró de crecer el número de alumnos, especialmente de niñas. En 1889 tenía 200 alumnos; siete años después, ya eran más de 1.400. Creó un cinturón de pequeñas escuelas alrededor de Granada, y luego por otros lugares de Andalucía, España y otros países.
Estas escuelas eran gratuitas para los pobres, y se financiaban con donaciones, legados y una parte de dinero. Fue la contribución de las Escuelas del Ave María decisiva para el progreso formativo español sin renunciar a la religiosidad.
Recibió visitas de pedagogos e impulsores de la alfabetización de las clases populares. De especial interés fue la visita de Federico Olóriz, catedrático de medicina de la Universidad de Madrid, amigo del Premio Nobel Ramón y Cajal e impulsor en España de la dactiloscopia (identificación por huellas dactilares). Olóriz alabó al sacerdote pedagogo en una conferencia pronunciada en el Ateneo de Madrid el 16 de diciembre de 1898.
Enemigo de cargos y ostentaciones, Manjón rechazó las propuestas a rector de la Universidad y a decano de la Facultad de Derecho Canónico que se le hicieron en mayo y diciembre de 1899 respectivamente, a senador por la Universidad en 1902 y a vicerrector en 1908, dedicándose al desarrollo de las Escuelas del Ave María. Sí aceptó ser nombrado en 1908 académico de la Real Academia Española.
Pedagogía novedosa y confesionalidad católica
¿Y cómo se enseñaba? Pues 'a lo moderno' para la época, mediante nuevas técnicas y prácticas que motivaban más al alumno que la mera repetición y memorización mecánica. Lo hizo sin abandonar la confesionalidad católica en la escuela, algo que molestó a algunos intelectuales de la época, impregnados de laicismo o masonería.
Manjón favorecía la enseñanza al aire libre, en contacto directo con la Naturaleza, considerada obra de Dios. Animaba a emplear el juego y el trabajo manual como instrumento pedagógico para los niños de todas las edades, desde el parvulario, y preparándolos en un oficio para incorporarlos al mundo laboral. Fundó su propio Seminario de Formación de Profesores, para entrenar maestros en los nuevos métodos.
Insistía en la formación moral: buscaba educar un hombre bueno, honrado y de acuerdo con la doctrina de la Iglesia, con vocación de santidad, con el ejemplo de padres y educadores. Estaba seguro de que sin educación religiosa no puede haber educación integral: “La educación es un medio que dirige al hombre a su destino temporal y eterno”, decía.
Las Escuelas Ave María fueron pioneras durante la llamada Edad de Plata de la cultura española, con una pedagogía novedosa que contradice las acusaciones que a veces se hacen contra la Iglesia de fomentar un atraso educativo. Algunos de sus rasgos -gratuidad, atención preferente a las niñas- inspirarían a entidades posteriores como las Escuelas del Sagrado Corazón (también novedosas y confesionales) y la Institución Teresiana (fundada por San Pedro Poveda). Hay que recordar que en España las primeras catedráticas de universidad fueron teresianas o formadas en las teresianas.
Misa al aire libre (hermosas vistas) por el Centenario de la Muerte del P. Manjón en Granada; una breve presentación de su persona y escenas de su casa-museo, en CanalSur.
Año 1897: ¿Qué debe ser la pedagogía?
El padre Manjón impartió la lección inaugural de 1897-1898 en la Universidad Literaria de Granada, con el título "Condiciones pedagógicas de una buena educación y cuáles nos faltan". Ahí vertió los conocimientos que había ido adquiriendo sobre nuevas pedagogías.
Pedía que la educación fuese "simpática, agradable, intuitiva, progresiva y eminentemente práctica", una enseñanza lúdica, libre, activa e intuitiva. En ese mismo discurso afirmó que la pedagogía es "la ciencia y el arte de educar e instruir al hombre, esto es, un conjunto de principios científicos y reglas prácticas cuyo objeto final es hacer hombres cabales y completos, tal cual Dios los quiere y la sociedad los necesita".
También dijo que educar "es cultivar y desarrollar cuantos gérmenes de perfección física y espiritual ha puesto Dios en el hombre". Los que visitaban las escuelas Ave María querían saber más, así que Manjón comenzó a publicar las 'Hojas del Ave María' para dar a conocer su pensamiento docente. La higiene, mezclada con el arte y la música eran otras de las facetas de las clases que se impartirían en sus centros.
En vida de Manjón, sus escuelas llegaron a tener 2.500 alumnos infantiles, además de 450 alumnos adultos, pobres de solemnidad. Esta iniciativa moderna y confesional se adelantó 24 años al Patronato de las Misiones Pedagógicas del gobierno de la Segunda República (que se mantendría con apoyo del CSIC hasta 1972; ver aquí en ReL).
Reconocimientos civiles
La eficacia de la obra del padre Manjón fue reconocida por las autoridades civiles. En abril de 1902 el ministro Romanones le nombró consejero correspondiente de Instrucción Pública; dos meses después se le concedió la Gran Cruz de Alfonso XII, cuyas insignias costeó personalmente el Rey. En 1914, Andrés Manjón ocupó el cargo de vocal del Patronato del Museo Provincial de Bellas Artes de Granada. El 1 de febrero de 1923, pocos meses antes de su muerte, el municipio de Granada, a propuesta de su alcalde, aprobó la erección de una estatua en la ciudad para perpetuar su memoria.
Las escuelas Ave María y la obra del Venerable Andrés Manjón -como la de otros pedagogos, como San Pedro Poveda- son muestra de que la Iglesia Católica no condenó las nuevas técnicas pedagógicas, sino que las incorporó a su quehacer docente sin renunciar al anuncio del Evangelio.
Un documental sencillo de 2006 presenta el origen de la obra del P. Manjón: