Midhun Dominic tiene 28 años y es un seminarista indio natural de la provincia india de Kerala. Actualmente se encuentra formándose en España, concretamente en el Colegio Eclesiástico Internacional de Bidasoa gracias a una beca de CARF (Centro Académico Romano Fundación), que ayuda a seminaristas y sacerdotes de países pobres o perseguidos para su formación religiosa.
Este joven proviene de una arraigada familia católica india y tras un tiempo en España ya puede hacer un análisis de las diferencias para bien y para mal que existen entre ambos países en la cuestión religiosa y familiar. En este testimonio que ofrece para CARF habla de su vocación, de sus orígenes y de la Iglesia en su país:
“Europa debe aprender de India el valor de la unidad familiar”
“Pertenezco a la diócesis de Vijayapuram de la región de Kerala en la India. Ahora estoy cursando tercer curso en la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra y este es mi segundo año de estancia en Bidasoa. En el primer año tuve algunas dificultades en los estudios con el español, pero ahora estoy muy feliz de estar aquí. Doy muchas gracias a Dios por todo.
Me gusta mucho el Seminario Bidasoa porque aquí estoy recibiendo una buena formación integral. Especialmente aprecio y agradezco la formación espiritual que se imparte, pues esta dimensión espiritual es fundamental en la vida y el ministerio de los sacerdotes. Estoy realmente inspirado por la formación que se da aquí.
Desde que era pequeño siempre tuve el deseo de ser sacerdote; iba con frecuencia a un monasterio ubicado en mi pueblo y solía asistir todos los días a la Santa Misa. A lo largo de mi vida he encontrado a muchos sacerdotes amables y ejemplares que me han ayudado a descubrir mi vocación.
La voz de Dios sigue resonando
En el momento que tuve clara mi vocación, manifesté a mis padres mi deseo de ser sacerdote (mi padre se llama Dominic y mi madre se llama Regeena Dominic) y les llenó de alegría la decisión que había tomado. Pero esperé a terminar mis estudios para ingresar en el seminario y fui acogido por la diócesis de Vijayapuram. Desde entonces, siempre he sentido el amor de Dios en cada momento de mi formación.
El amor que Dios nos tiene a todos es inigualable, pero hay a quienes mira con una ternura especial para servir a su pueblo como pastores. Dios nos llama desde el primer instante a la vida, a la felicidad y, después, a cada uno a una vocación específica. En el mundo en el que vivimos la voz de Dios sigue resonando, pero a veces parece opacada por todo el ruido que existe a nuestro alrededor, y por eso a mucha gente le parece imperceptible esa voz.
Una larga tradición cristiana en la India
Mi país proviene de una larga tradición cristiana: actualmente los cristianos ascienden a 28 millones y la población católica es de 17. Mucha gente cree que nos hemos convertido recientemente del hinduismo al cristianismo, pero nuestra fe entronca con el Apóstol Tomás. Antes de que vinieran los holandeses, los portugueses o los británicos el cristianismo ya había arraigado en nuestras tierras, aunque no estaba en plena comunión con el Papa.
Según la tradición, el Apóstol Tomás llegó a mi país y proclamó la palabra de Dios a los Brámanos, considerados gente de alta clase social. Más tarde sufrió martirio a manos de los mismos Brámanos.
Católico gracias a la fidelidad de sus antepasados
Santo Tomás no predicó en toda la India, pues sólo pudo llegar las provincias de Kerala y Thamilnadu. Casualmente, estas dos provincias son las que tienen más población católica en la actualidad. Además, conservamos el rito litúrgico propio que proviene del mismo santo Tomás y se mantiene vivo especialmente en la provincia de Kerala. Así pues, no soy un converso de otra religión, sino que soy católico gracias a la fidelidad de mis antepasados.
Somos muy religiosos, no tenemos ningún problema de convivencia con otras religiones en nuestro país. Sin embargo, tengo que decir que en la parte norte de la India hubo persecuciones en épocas pasadas, pero ahora no hay ningún conflicto interreligioso; especialmente en la región en la que vivo, la religión católica tiene mucho arraigo.
El valor de la familia
Sobre las circunstancias concretas de la India, podría decir que el principal problema al que se enfrenta la Iglesia católica en mi país es el anticlericalismo. Algunos ven con malos ojos a los sacerdotes católicos y otros se ven atraídos por sectas protestantes.
Algo que me gusta de mi nación es que seguimos manteniendo el valor de la familia: no tenemos divorcios. En Europa hay muchas cosas buenas que no existen en la India pero he visto con pena la extensión del divorcio, con los males que trae consigo para los hijos y para la sociedad en general. El valor de la unidad familiar es algo bueno que Europa puede aprender de la India.
Por otra parte, me siento orgulloso de lo que ha contribuido la Iglesia católica de la India a la Iglesia universal: por ejemplo, en el colegio cardenalicio hay actualmente tres cardenales indios que podrían salir elegidos Papa. Además, mi país ha dado cuatro grandes santos (el verdadero rostro de la Iglesia) a la iglesia universal: Madre Teresa de Calcuta, Santa Mariam Teresa, Santa Alphonsa y San Elías Chavara.
174 diócesis católicas
Actualmente, en India existen 174 diócesis católicas: 132 de rito latino y el resto de rito de Siro Malabar y Siro Malankara. Hay muchos sacerdotes indios que están trabajando en diferentes partes del mundo, especialmente en Italia, Alemania, Francia, América, África, Gran Bretaña y Canadá. Así, por ejemplo, hay 10 sacerdotes de mi diócesis que están trabajando en Roma.
También, en Gran Bretaña hay una diócesis de rito Siro Malabar al igual que en Canadá. Así mismo, en la Universidad Urbaniana de Roma ha trabajado un profesor indio que ahora es obispo de la diócesis de Bangalore, y en 2016, un sacerdote de la India fue elegido vicerrector de la universidad Urbaniana. En la curia romana también trabajan muchas religiosas y sacerdotes indios, así como diversos nuncios.
Deseo expresar mi más sincero agradecimiento a los benefactores del CARF por lo que hacen por nosotros, a quienes apoyan con sus oraciones y donaciones, para continuar con nuestra formación, no solo religiosa sino también cultural, pues esta experiencia en Bidasoa nos permite conocer la universalidad de la Iglesia. Doy muchas gracias a Dios por esta oportunidad que me ha concedido inmerecidamente; agradezco también la confianza que ha depositado mi Obispo en mí.