Una ecoaldea hippie de Cadiz, charlas de ideología de género, yoga… y el Padre Pío: en agosto de 2016, Alfredo Pío fue consciente de que su vida "tenía que cambiar". Tenía tan solo 16 años y nunca había recibido formación religiosa, pero una pequeña medalla del santo le hizo plantearse qué futuro que quería en su vida.
Tras participar en la producción Renacidos, el Padre Pío cambió sus vidas, ha narrado a Inés Zavala en El Subidón como gracias a este compañero de viaje acabó siendo un católico convencido. Hoy, es uno de los organizadores del exitoso Rosario por la Juventud de España y del Rosario de Hombres recientemente llegado a Madrid.
No recibió ninguna formación religiosa en su infancia, tampoco fue bautizado y un intento fallido de "bautismo clandestino" por parte de sus abuelos con agua del río Jordán fue uno de los pocos contactos que Alfredo tuvo con la fe durante su infancia.
¿Cómo acabó en uno de los rosarios públicos más multitudinarios que se han organizado por jóvenes en los últimos años? El proceso no fue fácil ni corto, y pese a que siempre tuvo una inquietud por lo trascendente, cuenta que la buscaba "de forma desordenada".
Buscando llenar el vacío, acabó en Santiago
"Hacía yoga, rezaba delante de un buda… cuando tienes una trayectoria fijada durante años y de pronto quieres cambiarla, hay que hacer un trabajo muy fuerte, y mi conversión fue por darme cuenta de que tenía un alma, y tenía que salvarla. Mi vida anterior consistía en tratar de llenar el vacío", explica.
Todo esto fue antes de conocer al Padre Pío. Era agosto de 2016, y Alfredo estaba alojado en una ecoaldea hippie de Cádiz como voluntario, a cambio de alojamiento y pensión. De repente, le invadió un imprevisto ataque de ansiedad.
"¿Qué hago aquí?", se preguntó. Tenía 16 años, llevaba puesta una medalla colgada del santo de Pietrelcina y estaba rodeado por charlas de ideología de género, yoga y nudismo. "Esto tiene que cambiar, no puedo estar aquí con el Padre Pío", pensó. Entonces tomó una decisión: dejaría el campamento y lo cambiaría por el Camino de Santiago.
Para Alfredo, así fue como empezó "la verdadera búsqueda", pues aunque había conocido al Padre Pío a través del libro Padre Pío. Los milagros desconocidos del santo de los estigmas (LibrosLibres), aún no era católico y estaba lleno de prejuicios contra la Iglesia.
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"Lo empecé a leer y a darme cuenta de lo distinto que era [el catolicismo] de lo que me habían contado, pensaba en el catolicismo como una religión elitista, en los lujos de la Iglesia o que esta debería estar con los pobres… Tenía una visión distorsionada y el Padre Pío me dio la idea de un sacerdote humilde, pobre y que transmitía y transmite el mensaje de Cristo", explica.
En 2019, Alfredo Pío participó en "Renacidos. El Padre Pío cambió sus vidas".
Una conversión unida a la Misa Tradicional
Detalla a Religión en Libertad que su conversión, más que "caerse del caballo" como San Pablo, fue un proceso largo y gradual que culminó con su bautismo el 16 de junio de 2018.
Cuenta, además, que en su conversión tuvo mucho que ver la Misa, especialmente la conocida como liturgia tradicional. "Al principio renegaba mucho de ir a misa, de hecho mi padre intentó llevarme con 15 años y me fui de casa por ello", detalla.
Su postura cambió al conocer la misa tradicional. "Fue cuando me convertí, cuando vi la belleza de esa liturgia tan limpia, cuidada, cariñosa y tierna por parte del sacerdote", expresa. Desde entonces acude siempre que puede a esta misa en Madrid, especialmente por la ayuda que le proporciona en su vida de fe y oración.
Tras su conversión, explica que "no todo ha sido un camino de rosas", y que ha tenido que "cortar con un montón de cosas" y costumbres previas.
"Por un lado, ha habido un poco de batalla, familiares y amigos con los que no ha cuajado, también ha habido que reciclar muchas amistades", explica.
Merece la pena arriesgarlo todo
Con todo, tiene un marcado componente evangelizador que le lleva a mantener no pocas de sus amistades anteriores "siempre que no sean un impedimento a la vida de santidad", ya que "puede ser un camino para ser ejemplo y que les pueda ayudar. Es sano mantener esas amistades, pero el cielo es lo suficientemente valioso para arriesgarlo todo, si hay que perder amistades por el camino, pues bendito sea Dios".
También ha tenido su recompensa, "una alegría muy plena": "Ves que estás con gente que puede llevarte por el camino al cielo, un verdadero amigo es el que te anima en las virtudes y que está contigo batallando en este combate espiritual, al que tienes al lado en esta batalla en la misma lucha que tú". Con ellos comparte la fe y "aunque no les conozca desde hace tanto, hay algo distinto, una afinidad difícil de encontrar".
Rezando en las calles con miles de jóvenes
Preguntado por cómo vive su fe en el día a día, menciona que junto con sus amistades y su pasión por la liturgia, la oración y la vida en comunidad son imprescindibles.
"Sin la oración estamos muertos, también sin el Santo Rosario, donde pedimos la perseverancia final, lo más preciado que hay en el mundo, sobre todo porque necesitamos orden en una sociedad anárquica que quiere desordenar los valores, la familia, las pasiones… debemos tener el control", explica.
Su afán apostólico, las buenas amistades y la oración encuentran el nexo de unión en una iniciativa desarrollada íntegramente por jóvenes y centrada en la oración pública.
Se trata de El rosario por la Juventud de España y el Rosario de Hombres, dos recientes apostolados en los que participa como organizador y que han aglutinado a miles de jóvenes por las calles de Madrid: el próximo Rosario de Hombres tendrá lugar el 18 de junio.
Desde su conversión, Alfredo considera que "sin el rosario y la oración estamos muertos", y difunde esta devoción por las calles de Madrid ante miles de personas.En la imagen, Alfredo (el segundo desde la izquierda), durante el primer Rosario de Hombres realizado en Madrid.
Además de ser "necesario para el hombre", Alfredo tiene una visión claramente apologética de la oración pública y privada, especialmente del rosario y su papel en la batalla espiritual.
"Tenemos que llevar el rosario encima, siempre, y rezarlo muchas veces. Es muy necesario, más en la sociedad de hoy. Debemos tener en cuenta que el demonio existe y que quiere destruir el amor, el amor a la familia, a Cristo, a la santidad… quiere crear conflicto, ruido, discordia, y tenemos que seguir atentos para seguir al pie del cañón", concluye.