En 1998, Christian Brönimann, nacido en 1969 (tenía, pues, 29 años) dejó de ser legalmente hombre y se convirtió en Nadia a través de tratamientos hormonales e intervenciones quirúrgicas. Se convirtió en el más célebre icono del movimiento trans en Suiza y en un reclamo mediático y político para el lobby LGTBIQ+.

#detrans

De ahí la sacudida que han supuesto para esos grupos las fotografías que publicó el 13 de agosto en sus redes sociales, acompañadas del hashtag #detrans ['detransición', o marcha atrás en la 'transición de género'] y las primeras manifestaciones públicas de su pesar por lo que hizo y de su deseo de volver a ser quien biológicamente es. Inmediatamente la han acusado de "traidora", "tránsfoba" y "populista de derechas": "La tolerancia que reclamamos hacia fuera no se practica en el interior de nuestras filas", lamenta.

En su cuenta de Instagram, Bönermann acompañó su foto de una reflexión firmada por Chris/Nadia: "Nunca volveré a ser como era antes de la transición... pero no es mala idea. Vivo, he sobrevivido... ¡He crecido como ser humano y poco a poco me acerco a mi verdadero yo...! ¡Y doy gracias por ello!".

Pero ella, como Nadia, incluso en su condición de celebridad abanderada del movimiento trans, nunca ocultó que algunos problemas continuaban y habían aparecido otros, como frecuentes dolores de cabeza, complicaciones sexuales, incontinencia y una esterilidad irreversible. Los superaba exaltando su feminidad y convirtiéndose en influencer de moda y productos de belleza.

Chris/Nadia nació en Heiden, en el cantón suizo de Appenzell, y desde pequeño prefería jugar con niñas y se probaba los vestidos de su madre. Como adolescente tuvo relaciones con el mismo sexo y en su juventud tuvo una etapa como drag queen. Fue cuando empezó a considerar ser físicamente como una mujer.

"Como un corsé"

En 2006, tras ocho años de proceso y catorce operaciones, publicó un libro cuyo subtítulo se convirtió en lema del movimiento: Danza del alma. Yo sigo mi camino. Era su apogeo como imagen de la normalidad y el éxito de la 'transición', a la que animaba a otras personas que hubieran atravesado su mismo sufrimiento anterior.

'Danza del alma', el libro de Nadia Brönimann donde defendía su camino de la 'transición de género'.

Sin embargo, en una entrevista de 2022 en Blick, aunque mantenía los dogmas de la ideología de género ("no defino mi feminidad por mis características sexuales"), y aunque celebraba haber "ayudado" a otros sirviéndoles de modelo y se sentía feliz de haber abierto brecha hasta normalizar los 'cambios de sexo', ya confesaba un cambio de percepción respecto a 1998: "Digamos que hoy no me operaría, escogería otro camino. Probablemente sería no binaria... Hoy existen innumerables posibilidades de atribución de identidad, todo un cosmos trans... Entonces todo era blanco o negro, hombre o mujer".

Pero no es lo que piensa ahora, porque ve "crecientemente falsa" su "feminidad": "Me  parece cada vez más un corsé que sirve para mantener la imagen habitual de Nadia". Así lo confesó en una entrevista a fondo en TeleZüri, un canal de televisión de Zúrich. Y confesó así mismo a Tages Anzeiger que quiere volver su antiguo "yo".

Nadia Brönimann, durante su entrevista en TeleZüri del 21 de agosto pasado.

"Lloro por lo que le hice a Christian [él mismo] y a su cuerpo sano. Creí que si escapaba de Christian, si cambiaba de cáscara, todo iría bien, yo sería otro. Pero el interior, el alma, sigue siendo la misma. Mi transición nunca ha conseguido reconciliarme conmigo misma. No he hecho más que huir hacia otra vida, más extrema, en otro cuerpo", afirma Nadia, según recoge Paul Sugy, periodista de Le Figaro, en un hilo en X: . Por eso ahora advierte a quien quiera escuchar que los tratamientos hormonales y la cirugía no garantizar la felicidad, pero "hay muchos que no lo quieren comprender".

De hecho, aunque su apariencia femenina era perfecta, su vida fue a peor. Se alejó de familiares y amigos, y sufrió diversos procesos de ansiedad y depresión con internamientos psiquiátricos. Su novio la dejó porque no podían mantener relaciones sexuales. Siempre había deseado ser amado por un hombre. Nadia, que lleva una cruz tatuada en el brazo derecho, buscó ayuda en un sacerdote calabrés e incluso buscó la paz colaborando en Calcuta con las religiosas de la Madre Teresa. Pero nunca alcanzó la paz perfecta que anhelaba como Nadia.

La encrucijada

Se encuentra ahora ante una encrucijada. Su deseo es seguir un tratamiento con testosterona para empezar un recorrido de 'detransición', pero le angustia el recuerdo de lo que ya ha sufrido con los abordajes hormonales, y su cuerpo, a los 55 años, ya no reacciona con la misma adaptabilidad que cuando era más joven.

El cuerpo, explica, no puede ser considerado como una simple superficie sobre la cual uno puede grabar sus deseos o hacerlos desaparecer: esa visión maleable del cuerpo, afirma desde su propia experiencia, no se corresponde con la realidad, mucho más compleja. Börnimann lo sufre en sus carnes veintiséis años después.