Este 30 de agosto el Papa Francisco ha firmado los decretos que reconocen las virtudes en grado heroico de tres italianos, que pasan a ser reconocidos en la Iglesia como Venerables. Si se reconociera un milagro por su intercesión, podrían ser declarados beatos.
La historia de Enriqueta Beltrame Quattrocci (1914-2012), hija del primer matrimonio de esposos beatificados conjuntamente, la contamos aquí. También contaremos la de Maria Cristina Cella Mocellin, joven madre de familia (1969-1995), que entregó su vida por su bebé.
Ahora explicaremos los méritos del sacerdote franciscano conventual Placido Cortese (Nicolò, de nombre civil), siempre cerca de la tumba de San Antonio en Padua, que fue asesinado por los nazis en 1944.
En plena guerra, multiplicó los ejemplares de El Mensajero de San Antonio
Plácido Cortese (de nombre civil Nicolò) nació el 7 de marzo de 1907 en Cherso, hoy en Croacia. A los trece años entró en los franciscanos conventuales, con votos perpetuos en 1928, a los 21 años. Fue ordenado sacerdote en Roma a los 23 años.
Pasó casi toda su vida en la popular Basílica dedicada a San Antonio, en Padua, donde están los restos mortales de este popularísimo santo. Fue también director de las Obras Antonianas y director de la revista "Il Messaggero di Sant'Antonio".
Bajo su dirección, de 1937 a 1943, la revista pasó de 300.000 a 800.000 ejemplares, a pesar del estallido de la Segunda Guerra Mundial. Consiguió una nueva imprenta a inicios de 1939 para libros y revistas.
También era muy conocido por su generosidad con los necesitados de la ciudad. En las primeras fases de la Segunda Guerra Mundial fue asistente pastoral de presos eslovenos y croatas bajo supervisión italiana.
Una red clandestina, usando la basílica
A partir de 1943, cuando los alemanes pasaron a tomar el control directo de Italia, durante la recta final de la guerra, fray Plácido participó en una red clandestina que ayudaba a prófugos a refugiarse en Suiza: eran judíos, soldados aliados y otras personas perseguidas por los nazis.
La red en la que participó desde septiembre de 1943 era la llamada Fra-Ma (por los profesores universitarios Franceschini y Marchesi), que trasladó a cientos de personas perseguidas de Padua a Milán y de allí a Suiza.
Fray Plácido usaba las fotos que dejaban los devotos en la tumba de San Antonio de Padua para los documentos de identidad falsos. En el confesionario los colaboradores le hablaban en clave (hablaban de seis escobas, doce ramas...) para referirse a los documentos o personas implicados.
Cuando los alemanes empezaron a sospechar de él, los superiores franciscanos le propusieron llevarlo a otra ciudad o región, pero se negó porque sentía que otras vidas dependían de la suya.
Los alemanes le hicieron acudir a un lugar fingiendo que alguien necesitaba ayuda, y así lo detuvieron el 8 de octubre de 1944 y lo hicieron desaparecer.
Testigos de sus últimos días
Cincuenta años después, los datos de algunos testigos de fiar ayudaron a reconstruir sus últimos momentos en Trieste, donde fue trasladado y torturado en la base de la Gestapo en la Plaza Oberdan.
Los testimonios surgieron durante un encuentro en Padua de personas que vivieron la guerra. Casi por casualidad, alguien empezó a contar sus experiencias a un fraile mencionando a un sacerdote de Padua preso y torturado en Trieste. Después surgieron otros testigos que hablaron al abrise el proceso de beatificación en Trieste en 2002.
El testimonio más importante era el sargento británico Ernest C. Roland Barker, encerrado en el mismo lugar. Declaró que allí conoció "un sacerdote italiano, el párroco de la iglesia de S. Antonio en Padua, para a quien le habían desgarrado las uñas, le habían roto los brazos (para referirse también a las manos), le habían quemado el pelo y tenían las marcas de repetidos azotes en el cuerpo. Más tarde me dijeron que le habían disparado". También le conocieron allí el artista esloveno Anton Zoran Mušič y Ivo Gregorc.
Se sospecha que su cuerpo fue quemado en el crematorio de la Risiera di San Sabba. Desde 2012, los promotores de su beatificación dejaron la vía del martirio por falta de pruebas concluyentes para orientarla por la vía de las virtudes heroicas, que el Papa reconoce ahora.
Un reportaje televisivo italiano de hace 3 años sobre fray Plácido Cortese (44 min.)