Matthieu Faucher, profesor francés, agnóstico, fue suspendido por "proselitismo": osó hablar de cristianismo a sus alumnos, que ignoraban quién era Jesús. Un caso increíble que arrancó al inicio de la pandemia y se ha resuelto ahora. Lo cuenta Leone Grotti en Tempi, donde ha entrevistado al protagonista de la noticia:
"¿Quién es ese hombre que hace gimnasia colgado en una cruz a la entrada del pueblo?". Cuando Matthieu Faucher, de 40 años, oyó en 2016 que uno de sus alumnos de la escuela primaria le hacía esta pregunta, comprendió que había llegado el momento de hacer algo. Al maestro, agnóstico, no le importaba en absoluto si esos alumnos de entre 8 y 10 años de la escuela primaria pública de Malicornay no estaban bautizados o no conocían el cristianismo. Pero la "descristianización" de esos niños de un pequeño municipio rural francés de poco menos de 200 habitantes, situado en el departamento de Indra, en la región del Centro-Valle del Loira, había provocado un "enorme vacío cultural" que tenía consecuencias muy prácticas. "¿Por qué no se trabaja en Pascua?", le preguntó otro día un alumno. "¿Quién es Jesús?". Esta es la razón por la que, en septiembre de 2016, Faucher anunció a los padres de sus alumnos, durante una asamblea, que les daría un breve excursus bíblico.
En esa asamblea estaba presente el 80% de las familias y nadie puso objeciones. Aun en pleno respeto de la ley francesa, que prevé la enseñanza laica del hecho religioso, en enero de 2017 Faucher tuvo que interrumpir su minicurso de diez horas (el 0,6% del total) porque a los responsables de la academia de Orléans-Tours, bajo cuya jurisdicción se encuentra la escuela de Malicornay, les llegó una carta anónima en la que se acusaba al maestro de "proselitismo" y de haber utilizado una "gran cantidad" de textos bíblicos para un número de horas totalmente desproporcionado al objetivo. En resumen, Faucher fue acusado de querer convertir al cristianismo a sus jóvenes alumnos de Malicornay.
Tras el inicio de la investigación administrativa, el maestro fue, primero, suspendido durante cuatro meses a causa de "faltas evidentes y múltiples respecto a los principios fundamentales de la neutralidad y la laicidad" y, después, trasladado a otra escuela.
Faucher nunca aceptó la sanción "injusta" y recurrió. En julio de 2019 el tribunal administrativo de Limoges anuló la sanción, que juzgó "desproporcionada", pero el gabinete del ministro de Educación, Jean-Michel Blanquer, presentó un recurso.
Tras un año de incertidumbre, el 21 de diciembre de 2020 llegó la "victoria total" del profesor francés: según el Tribunal administrativo de apelación de Burdeos, "Faucher nunca, en ningún momento, ha manifestado cualquier tipo de creencia religiosa en sus funciones como docente". Es más, su curso permitió profundizar el tema de la laicidad y su significado real.
"No soy yo el que tengo prejuicios"
Ahora, el ministerio de Educación tiene "un mes de tiempo" para restituirle su lugar de trabajo en la pequeña escuela de Malicornay. Faucher, hablando con Tempi, puede por fin desahogarse: "Parece que no era yo el que 'hacía un proselitismo peligroso', ni he sido un 'perfecto imbécil'. Ni siquiera 'me falta discernimiento'. Mi curso no ha sido ni demasiado largo ni inadecuado para la edad de mis alumnos. ¿Se disculparán conmigo el ex director de la academia de Indre, la rectora de la academia de Orléans-Tours y el ministro? Es evidente que son otros, no yo, los que tienen problemas con la religión católica".
Los periódicos franceses han descrito a Faucher como un profesor a la antigua: va bien vestido y cuando entra en clase hace que sus alumnos se pongan de pie y canten con orgullo La Marsellesa. Su enfoque clásico tal vez haya suscitado celos en algunos y que otros fruncieran el ceño, si bien "desde que me licencié en 2002, y hasta 2017, nunca había tenido problemas de ningún tipo". Más bien al contrario, los estudiantes y las familias siempre habían apreciado sus métodos de enseñanza, y la lectura de la Biblia tenía solo un objetivo didáctico.
Faucher se limitó a las lecturas fundamentales: el paso del Mar Rojo, la multiplicación de los panes y los peces, el perdón de la adúltera. Y alguna escena de la película El Evangelio según Mateo de Pasolini y de la película de animación El príncipe de Egipto.
"Bautismo de Clodoveo/Clovis en Reims, 25 de diciembre de 496", de François Louis Dejuinne (1786-1844). La conversión del rey de los francos es un momento clave en la historia de Francia, pero ¿cómo hacérselo comprender a alumnos que ni siquiera saben lo que es el bautismo? Imagen: Wikipedia.
"En mi familia nos transmitimos el trabajo de profesor en la escuela pública de padre a hijo desde hace cuatro generaciones", explica Faucher. "Pero cuando mi abuelo abordaba en clase el tema del bautismo de los reyes de Francia, ninguno de sus alumnos habría levantado la mano para preguntar: '¿Qué es un bautismo?'. Hoy en día los jóvenes han perdido totalmente esta cultura y estas referencias".
Y mientras en toda Europa, y no solo en Francia, demasiados intelectuales hacen creer que la "descristianización" de la sociedad es un problema que atañe solo a la Iglesia, Faucher se ha dado cuenta, desde un punto de vista laico, que no puede enseñar la historia y la literatura de su país, embebidas de cristianismo, sin que sus alumnos tengan, por lo menos, conocimiento de lo que sucedió hace dos mil años. "La 'descristianización' ha llegado a niveles impensables", continúa. "Algunos se sienten satisfechos, otros se quejan; en cualquier caso, nadie puede negar que nuestros hijos ya no tienen las claves para comprender el mundo que los rodea, la literatura de su país, los 1.500 años de cultura y de historia que los han precedido. Estamos asistiendo a un desastre cultural y mi deber, como profesor, es hacer todo lo posible para limitar los daños".
Efectivamente, "si dentro de treinta años alguien fuera incapaz de leer una página de Victor Hugo y de Charles Baudelaire, o de comprender un cuadro de Leonardo da Vinci, yo me sentiría personalmente responsable como profesor. Por desgracia, para algunos ideólogos este es un mal necesario, porque según estos personajes la religión es perjudicial para el hombre y, con tal de hacer tabula rasa de la religión, es necesario aniquilar la cultura que está vinculada a ella. Para mí es algo inaceptable".
Es realmente paradójico que Faucher, un agnóstico, haya tenido problemas por la carta de "un imbécil que no conoce la diferencia entre catequismo y cultura". Pero aún más grave, en su opinión, es que sus superiores no lo hayan defendido, pues han considerado "injustificable que yo haya introducido textos bíblicos en una escuela pública".
"Un pilar de la civilización"
Al profesor de Malicornay no le cabe en la cabeza que el ministro Blanquer haya podido recurrir su absolución en 2019. "Precisamente él, que ha declarado a la prensa en más de una ocasión que la enseñanza cultural y laica del hecho religioso es algo necesario. Por tanto, piensa lo mismo que yo. Tal vez ha sufrido presiones por parte de algunos funcionarios del ministerio de Educación que son muy hostiles a la religión", supone. De hecho, los jueces han reconocido que "todas las acusaciones contra mí eran ridículas: son mis acusadores los que no son neutrales, los que están cegado por el odio a la religión cristiana".
Faucher nunca ha dejado que las calumnias le desanimaran, pero "estos cuatro años han sido muy difíciles. Por suerte tengo una familia muy unida: mi esposa y mis hijos han afrontado esta lucha conmigo". Los jueces han obligado al ministerio a devolverle al profesor su lugar de trabajo en la escuela de Malicornay y Faucher espera con confianza, como espera también "que mis superiores me pidan perdón por los errores que han cometido". Hoy está comprometido en el sindicato de los docentes Action&Démocratie Cfe-Cgc y espera que su victoria sirva para que se tome conciencia. "Es necesario que el ministro refuerce la idea de que la Biblia es un pilar de nuestra civilización y que el papel de los docentes es transmitir esta cultura. Nunca seremos meros ejecutores y tenemos el derecho de utilizar nuestra libertad pedagógica en el respeto de los programas oficiales". Más laico que esto...
Traducido por Elena Faccia Serrano.
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