El pasado 4 de diciembre la Archidiócesis de Madrid sumó a dos nuevas integrantes del Ordo Virginum, es decir, vírgenes consagradas. Se trata de Sonsoles de Frías y Adelina Crespo, que realizaron su consagración en la catedral de la Almudena en una celebración presidida por el cardenal Carlos Osoro.
Sonsoles cuenta a la Archidiócesis de Madrid que sus planes además de trabajar en un banco, profesión a la que se dedica, pasaban por ser esposa y madre. “Yo buscaba en el matrimonio, pero tenía la certeza de que no era mi vocación”. Ella sabía que Dios la llamaba a otra cosa, pero reconoce que “seguía emperrada en el matrimonio”.
En definitiva, Sonsoles seguía buscando a su príncipe azul cuando éste “ya me estaba esperando”, asegura. “Cuando yo ya me bajé del burro –cuenta–, fue cuando el Señor me dijo: ’¡Soy yo tu amor!’.
Si algo ha sacado en claro en todo este proceso vocacional que la ha llevado a ser virgen consagrada es que “la paciencia de Dios es nuestra salvación”, tal y como escribía San Pedro.
“Cuando he cumplido la voluntad de Dios es cuando realmente he sido feliz”, confiesa, recordando que al final ha logrado “ser esposa y madre; lo que yo quería hacer”, pero “forma diferente”.
En la catedral la acompañaba su familia, pero también sus amigos y sus compañeros de trabajo en el banco. No podían faltar tampoco los miembros del grupo de Acción Católica al que pertenece.
“Me sorprendió que gente que pensaba que no iba a venir, aquí estaban, y les pareció precioso”, afirma Sonsoles, que cuenta que una de sus compañeras le regaló la medalla de la Virgen –“de la Almudena”– que llevaba en la ceremonia. “Sonso, quiero que tengas un recuerdo mío”, le dijo esta compañera.
En su homilía, el cardenal Osoro recordó a las dos nuevas vírgenes consagradas: “vuestra forma de vida es el seguimiento evangélico con la sensibilidad y la personalidad que cada una de vosotras tenéis”.
Además, animó a ambas a tener una profunda vida de oración para “contemplar la belleza de Jesucristo, aquel que nos ama”. Igualmente, el arzobispo de Madrid pidió que cultiven “el sentido de presencia a Cristo”, el “sentido de pertenencia a la Iglesia”.
“Cuidad la dimensión contemplativa de vuestra vida»; “tened asiduidad en el camino penitencial”, interés en profundizar en el «conocimiento de la Escritura, del Magisterio de la Iglesia”, y “tened pasión por hacer visible el reino de Dios con vuestra consagración y con vuestra vida, con una presencia coherente en medio de este mundo”, recomendó Osoro a estas dos mujeres.