Yuan Fuei Liao es un popular predicador internacional de la Renovación Carismática. Casado, padre de dos hijos, escritor de cuentos infantiles, es especialmente apreciado por su humor, juegos y trucos de prestidigitación por los jóvenes y adolescentes en retiros y encuentros juveniles de numerosos países hispanos.
"Yo soy un chino concebido en Vietnam, nací en Taiwán, llegué con siete años a República Dominicana, donde me crié; después de casarme pasamos 5 años viviendo en Estados Unidos, y viajo predicando...¡claro que mi apellido es Liao!", bromeaba este pasado sábado en la Asamblea Nacional de la Renovación Carismática en España, un encuentro que atrajo a unas 3.000 personas de toda España al pabellón "Amaya Valdemoro" de Alcobendas, juntoa Madrid.
Este fin de semana predicó varios temas en Madrid. Recordó que los discípulos de Emaús, al repasar las Escrituras con Jesús resucitado, dejaron de ser meros comentaristas desanimados, para convertirse en testigos entusiastas y evangelizadores. Recordó también que Jesús en Hechos 1,8 enseña que los cristianos tienen poder del Espíritu Santo para ser sus testigos hasta los confines de la Tierra. Con la Palabra y el Espíritu, los cristianos pueden evangelizar, insistió.
Asombró a todos sacando bolas brillantes de colores de una bolsa vacía de papel. "Así el Espíritu Santo llena tu alma de cosas chulas si lo invocas", explicaba a los niños. "Eh, esto que hago es un truco, no digan por ahí: 'un brujo chino me hizo magia'", reía.
Pero quizá su mensaje más fuerte fue su denuncia de las parroquias cerradas y no acogedoras. Porque él mismo lo sufrió cuando tenía 15 años y aún estaba sin bautizar. "No me gusta nada que las iglesias estén cerradas", insistió.
Yuan con el Ministerio de Alabanza de la Renovación Carismática de España en Alcobendas, cerca de Madrid, el 7 de julio de 2023.
Convertido por la Palabra de Dios
Yuan suele contar su testimonio de conversión para mostrar que la Biblia es poderosa y fascinante por sí misma. A él le atrapó a los 15 años.
Sus padres no eran cristianos ni tenían interés por la religión, aunque en República Dominicana vivían cerca de una parroquia. Yuan y su hermano habían recibido clases de religión en el colegio, sin especial interés. Conocía sólo un par de cosas: la canción "Pescador de hombres", cuya letra se sabía, y que para ser cristiano hay que bautizarse.
Un día, su hermano llegó a casa con una Biblia. La profesora de Religión en el colegio había dictaminado que era imprescindible para la asignatura. Con curiosidad, Yuan empezó a leer por el Evangelio de Mateo. Y quedó subyugado. El capítulo 16 le puso a filosofar en serio por primera vez, con la pregunta de Jesús: "¿De qué sirve a un hombre ganar el mundo si pierde su alma?"
"Me puse a pensar. Pensé: en la vida no me va mal, estudiaré, tendré un buen trabajo, y trabajaré, una casa, cosas, trabajaré más, envejeceré, moriré y se acabó. ¿De verdad? ¿Eso es todo? Pero esto que dice Jesús es interesante. ¿Y si de verdad Jesús existe?" Y todo eso le llevó a desear saber más y ser cristiano.
La importancia de una parroquia que acoge
Se animó a ir él solo a la parroquia cercana. La puerta estaba cerrada. Dentro, alguien tocaba con instrumentos "Pescador de hombres", y reconoció la canción. "Allí a la entrada me arrodillé y por primera vez en mi vida recé". Después, se animó a entrar. Había una secretaria al teléfono. "Me ignoró, ni me saludó. Fue un pesimo recibimiento", lamenta. Cuando después de mucho rato colgó el teléfono, la secretaria dijo con poca simpatía:
- ¿Qué quieres?
- No sé...
- ¿Cómo que no sabes?
- Pues... quiero ver a un padre, un sacerdote.
- ¿Para qué quieres ver un sacerdote?
- Para bautizarme.
La secretaria fue a buscar a un sacerdote, que acudió poco entusiasmado.
- ¿Para qué quieres bautizarte? -le preguntó.
- Es que creo que quiero ser católico...
- ¿Pero alguien de tu familia es católico?
- Pues no...
- Mejor tú ve a tu casa a pensarlo mejor...
No le habían maltratado ni insultado, pero tampoco le habían acogido ni acercado a Jesús. Desde entonces, Yuan lo pone como ejemplo de mala acogida.
Pero otra forma de hacer las cosas en la iglesia es posible, y lo comprobó unas semanas después, cuando volvió a la misma iglesia, porque seguía en su interior ese deseo de acercarse a Jesús.
¡Habían cambiado a la secretaria, y la nueva era sonriente y acogedora! Y también habían cambiado al párroco. El nuevo le acogió y animó.
"¡Qué bueno! ¿Así que quieres bautizarte? Mira, ven el viernes a las 8 de la noche, que hay un grupo de jóvenes, les dices que yo te envié. Te va a encantar. Sabrás de Jesús y de Dios. Y te buscaré un seminarista que será tu amigo", le dijo.
Efectivamente, fue y le encantó. Aquellos jóvenes cantaban con una alegría contagiosa. "Cuando los vi, pensé: 'ojalá quieran ser mis amigos'. Y lo fueron. Y así, de forma misteriosa, experimenté que Jesús me abrazaba. Y no me ha soltado hasta hoy", asegura el veterano predicador.
Unos pocos meses después, en la Vigilia Pascual, lo bautizaron. Quizá la formación fue un poco apresurada, porque no tenía del todo claro lo que tocaba esa noche. Le bautizaron, y estaba contentísimo. Después llegó la fila para comulgar.
- Yuan, ponte en la fila a comulgar... -le dijo un amigo del grupo.
- No, yo me preparé para el bautismo, no para la primera comunión -dijo Yuan.
El amigo fue a hablar con el cura mientras repartía la comunión, quien con un gesto le hizo ponerse en la fila. "Yo explotaba de felicidad", recuerda. Y su amigo le dijo, con tono solemne: "Te puedes morir ahora y te vas directo al Cielo".
Predicando la acogida
Unos meses después, su amigo le presentó un grupo de Renovación Carismática, y con 16 años ya lo pusieron a predicar, preparar charlas, contar su testimonio. Sobre el deber de la Iglesia de acoger y amar y abrazar cuenta otra experiencia que vivió hace no mucho.
Yuan en un encuentro con jóvenes católicos en Chitré, Panamá.
Cada año suele celebrarse en Chitré, Panamá, un gran encuentro de jóvenes de Renovación Carismática. Yuan ha participado en algunos con el sacerdote Raúl de León. En uno participaron unos 12.000 jóvenes en un enorme encuentro de oración.
Con el Santísimo Expuesto, Yuan sintió el impulso de proclamar: "¡Joven, sal de las pandillas, ven aquí, a los pies de Jesús!". En el silencio, pareció que nadie se iba a mover. Pero un joven se levantó, y avanzó hacia el altar, y luego otro, y otro, y una chica... hasta una docena o más. "Se arrodillaron allá, y lloraban y yo oraba por ellos", explica. Yuan preguntó a uno:
- ¿Tienes miedo? ¿De qué?
- Tengo miedo porque vine con amigos de iglesia. No saben que estoy en una pandilla. Ahora tengo miedo de que me dejen de querer.
Yuan, un rato después, tomó el micrófono y dijo a la multitud:
- Un joven aquí teme que sus amigos de la parroquia le dejen de querer si saben que ha estado en pandillas...
Los 12.000 jóvenes empezaron a gritar: "Te queremos, estamos contigo, no estás solo". Esta vez fue Yuan el que se emocionó y se puso a llorar.
Unas semanas después, Yuan recibió un mensaje de whatsapp de un número de Panamá. "Soy uno de los expandilleros. Nunca antes había ido a un encuentro. Gracias, mi vida cambió, con liberación y alegría. Ahora soy parte de la pandilla de Dios y hago misiones para Dios. Lentamente, lentamente, entro en la Iglesia. Quiero hacer la Primera Comunión y la Confirmación".
Así Yuan anima a los cristianos y las parroquias a ser acogedores, a dejar claro que siempre acogerán a todos: chinos, expandilleros, jóvenes o mayores.
(El testimonio de Yuan se puede escuchar en este vídeo a partir de la primera hora).