"El Señor lo pide todo y lo que ofrece es la verdadera vida, la felicidad para la cual fuimos creados. Él nos quiere santos y no espera que nos conformemos con una existencia mediocre". Así hablaba el Papa Francisco en su exhortación apostólica sobre la santidad.
En momentos como estos, en los que tantos escándalos resuenan, se hace más necesario que nunca volver al testimonio de los santos que sacan de apuros a la Iglesia de Dios. Un ejemplo de esto es el testimonio y la vida de la Beata Mª Pilar Izquierdo Albero, una mujer desconocida para muchos, pero a través de la cual Dios ha mostrado las grandezas de su Misericordia.
Tuvo una vida más bien corta en años pero fecunda en obras y, sobre todo, grande en sufrimientos físicos y morales, a través de los cuales, unida al Crucificado, se consumió en amor por Dios y la salvación de las almas.
Enferma desde niña
Mª Pilar Izquierdo nació en Zaragoza, el 27 de julio de 1906, de una familia pobre, pero muy cristiana. Desde bien pequeña destacó en ella un amor inmenso a Dios, a la Virgen María y a los pobres. Aún siendo pequeña se privaba a veces de su merienda y de sus cosas para ayudar a quien consideraba más necesitado que ella. No pudo ir a la escuela por tener que cuidar de sus hermanos más pequeños mientras su madre iba a trabajar por las casas.
Pronto empezó probar en su propia carne las punzadas del dolor y a adentrarse en el misterio del valor redentor del sufrimiento. A la edad de 12 años fue víctima de una enfermedad misteriosa, que ningún médico supo diagnosticar. Después de cuatro años vividos por motivos de salud en Alfamén (Zaragoza), regresó a Zaragoza, donde comenzó a trabajar en una fábrica de calzado, siendo muy querida de todos, por su sencillez, su natural simpatía, su bondad y laboriosidad. Pero Dios quería llevarla por otros derroteros y la fue adentrando en el misterio de la Cruz. "Encuentro en este sufrir un amor tan grande hacia nuestro Jesús, que muero y no muero... porque ese amor es el que me hace vivir", afirmaba.
En 1926, mientras volvía del trabajo, se fracturó la pelvis al caer del tranvía y, en 1929, quedó parapléjica y ciega a causa de numerosos quistes y tumores que le aparecieron en la cabeza y por todo el cuerpo, teniendo que recorrer, a partir de entonces, una vía dolorosa de más de doce años entre los hospitales de Zaragoza y una pobre buhardilla de la calle Cerdán nº 24.
Mª Pilar paralítica, ciega y sorda, postrada en la cama de la buhardilla
La espiritualidad de la buhardilla
Aquella pobre buhardilla se convirtió, no obstante, en una escuela de espiritualidad y en un remanso de luz, de paz y alegría para cuantos la visitaban. Allí se oraba, se fomentaba la amistad evangélica y las almas discernían la vocación a la que Dios las llamaba. Junto a la cama de aquella enferma empezó a correr un autentico río de personas de todos los estados y condiciones sociales, sacerdotes, seminaristas y religiosos, chicos y chicas jóvenes, todos se sentían atraídos por "Pilarín", como solían llamarla, quien postrada en el lecho del dolor, decía que ella era sólo "una tontica que no sabía más que sufrir y amar, amar y sufrir".
Quien la conocía enseguida se sentía impresionado por el ejemplo admirable de paciencia y de amor a Dios en medio del sufrimiento, y cuantos frecuentaban aquella buhardilla sentían el deseo de ser mejores. Así surgió en torno a Mª Pilar un auténtico movimiento espiritual de personas que siguiendo los consejos de la enferma deseaban tomarse en serio la vida espiritual y buscar la santidad.
Un nuevo comienzo
Sobre ese "rebañico", como Mª Pilar designaba al conjunto de personas que estaban unidas a ella por la oración y el sufrimiento con deseos de ser fieles al Señor, velaba ella día y noche con sus oraciones, sufrimientos y ofrecimientos, a fin de que ninguna de las almas que el Señor le había confiado “se apartase de los pastos de la santidad”.
Desde su lecho de enferma, Mª Pilar desplegó también un amplio apostolado ayudando materialmente a muchísimas personas necesitadas no sólo en el cuerpo, sino también en el espíritu con sus consejos y orientación.
Mª Pilar, desde 1936, comenzó a hablar de la "Obra de Jesús" que habría de aparecer en la Iglesia y que tendría como finalidad "reproducir la vida activa del Señor en la tierra mediante las obras de misericordia", y por esta Obra, ella oraba y ofrecía sus dolores, a la vez que pedía oraciones y sacrificios e iba preparando a los jóvenes que frecuentaban la buhardilla y que en su día formarían parte de la misma.
El 8 de diciembre de 1939, fiesta de la Inmaculada, tal como el mismo Señor le había revelado, tras recibir la Comunión durante la Misa que se celebró en su propia habitación, Mª Pilar se curó milagrosamente de la parálisis, recobró instantáneamente la vista y se curó de todo, menos de los quistes del vientre, pues ella le había pedido al Señor que se los dejara para seguir ofreciéndole “lo que no tiene trampa”: los sufrimientos. Inmediatamente puso en marcha la Obra que Jesús le había pedido, trasladándose, junto con varias jóvenes, a Madrid, donde ya había sido aprobada la Fundación con el nombre de "Misioneras de Jesús y María".
Las calumnias contra ella
Pero pronto surgieron las incomprensiones humanas y la calumnia. Hubo personas que empezaron a decir que todo lo del milagro de su curación había sido un engaño. Al fin, reconociendo que se habían confundido, en el año 1941 les dieron autorización para trabajar entre los pobres como simples particulares y, en el 1942, el obispo de Madrid, Leopoldo Eijo y Garay, aprobó su Obra como "Pía Unión de Misioneras de Jesús, María y José". Con este reconocimiento pudieron desarrollar una más amplia labor social y de apostolado en los suburbios de Vallecas y Tetuán de Madrid y, pocos meses después en el suburbio de Puente Toledo.
Mª Pilar al día siguiente de su curación extraordinaria en Zaragoza.
Pero no pasó mucho tiempo, tan sólo dos años, cuando volvió a aparecer el fantasma de las incomprensiones y calumnias, en este caso provenientes del seno de la misma Pía Unión. Dada aquella situación, Madre Mª Pilar expuso al obispo lo que estaba sucediendo y que si no era remediada la causa del mal, en conciencia, tendría que retirarse de la Pía Unión. Aconsejada por su confesor, el 4 de noviembre de 1944, con profundo dolor, tuvo que retirarse de su propia Obra.
“Siento dejaros porque os amo mucho, pero desde el cielo os seré más útil. Volveré a la tierra para estar con los que sufren, con los pobres, los enfermos. Cuando más solas estéis más cerca estaré de vosotras", escribía.
Rodeada de su "rebañico” fiel, la Madre Mª Pilar murió en San Sebastián, a los 39 años, el 27 de agosto de 1945, ofreciendo su vida por las Hijas que se le habían separado, a quienes recordaba con dolor y con cariño. "Las amo tanto, -decía- que no las puedo olvidar; aunque me pegaran y me arrastraran, quisiera tenerlas aquí. No quiero acordarme del mal que me hacen, sino del bien que me hicieron. Bien sabe nuestro amado Jesús que más, mucho más de lo que me hacen sufrir quiero que les dé de cielo".
La Obra Misionera de Jesús y María
Las Hijas que la siguieron, confiadas en las palabras de la Madre, permanecieron unidas bajo la dirección del Padre Daniel Díez García, quien había ayudado en los primeros trámites de la aprobación de la Pía Unión de Misioneras de Jesús, María y José y había sido nombrado Capellán y Director de la misma por el Sr. Obispo de Madrid, con la anuencia de sus Superiores.
En 1947, el grupo de las Hermanas y el mismo Padre Daniel, llegaron a Logroño y, en mayo de 1948, el obispo D. Fidel García Martínez las aprobó canónicamente como Pía Unión, bajo el nombre de "Obra Misionera de Jesús y María". En 1961 la Obra ya fue aprobada como Congregación de Derecho Diocesano y, en 1981, fue declarada de Derecho Pontificio. En la actualidad la Congregación se encuentra extendida por Europa, América, África y Asia.
La fama de santidad de la Madre Mª Pilar Izquierdo siguió extendiéndose después de su muerte, siendo muchas las personas que se encomiendan desde entonces a su intercesión confiando en sus palabras. Aprobadas sus virtudes heroicas y el milagro exigido, fue beatificada por el Papa San Juan Pablo II en Roma el 4 de noviembre de 2001.
Su sepulcro se encuentra en la cripta de la iglesia de la Casa Generalicia de la Obra Misionera de Jesús y María, en la ciudad de Logroño y es visitado por muchísimas personas de diferentes lugares que, acogiéndose a su intercesión, reciben numerosas gracias y favores. Su ejemplo de amor a Dios y de entrega a los hermanos y el testimonio de su vida unida a la cruz de Cristo continúa animando a muchas almas a acercarse al Señor y a caminar decididos por las sendas de la santidad.
Oración para pedir la intercesión de la Beata Mª Pilar Izquierdo
Señor, Tú que te dignaste inspirar a la Beata Mª Pilar Izquierdo el valor redentor del sufrimiento, e infundiste en su alma una sed intensa de “dolor, de almas y de amor”. Tú que siempre escuchabas su oración en favor de los pobres, de los que sufrían e imploraban tu misericordia, haz que también nosotros sepamos entender el misterio de la cruz, y concédenos el favor que humildemente suplicamos por su intercesión. Amén.
(Para comunicar favores o gracias recibidas por su intercesión ponerse en contacto con: "Causa de Canonización de la Beata Mª Izquierdo" Avda. de la Paz, nº 100, LOGROÑO, (España) - Correo electrónico: secretariadompilar@planalfa.es - Teléfono: 941 23 12 98)