Álvaro Ramos era un empresario y experto financiero con unas miras muy altas y un techo casi ilimtado. Era abogado por el ICADE de Madrid y poseía un MBA por la Universidad de Carolina del Norte. Trabajó en el prestigioso bufete Freshfields y se había especializado en banca de inversión en Azora y el Bank of America, pero todo cambió durante una experiencia de voluntariado en Honduras junto a Acoes en 2010, la fundación creada por el sacerdote misionero Patricio Larrosa.

Su vida dio un vuelco tan grande que decidió dejar de lado su carrera e irse a Honduras. En 2018 fue ordenado sacerdote en Tegucigalpa y ahora desde allí intenta poner todos sus talentos para ayudar a los más pobres de este país americano.

“Me había dedicado toda mi vida al mundo de la inversión pero siempre tuve una inquietud por la pobreza. Me gusta el mundo de la empresa, el rigor, el orden, la agilidad, pero tenía remordimiento de conciencia y me decía a mí mismo: gano mucho dinero, gano más de lo que necesito. ¿Qué estoy haciendo yo por las personas que no han tenido las oportunidades ni la suerte que he tenido yo?”, contaba el ahora sacerdote sobre ese cambio de vida en una entrevista con El Plural.

De este modo, señalaba que “hacer justicia en el mundo vale más que mi prestigio y mi comodidad y muchas veces por ganar dinero renuncias a lo que realmente quieres hacer y que, en definitiva, es lo realmente importante”. Fue en Honduras –confiesa- donde “descubrí mi vocación. Hasta entonces era cristiano normal, tirando a regular. Allí, motivado por la experiencia de la misión y motivado por la pobreza, entendí el evangelio”.

He renunciado a comodidades, a las facilidades, al prestigio, pero a cambio luchamos para que muchos jóvenes crezcan y luchen por su país. Tengo más dolores de cabeza y más preocupaciones que antes, no trabajo en una bonita oficina ni me puedo ir de copas, pero me compensa”, aseguraba.

De cara al Domund que se celebra este próximo domingo 24 de octubre, este sacerdote misionero muestra la importancia de mostrar las misiones. “Estos sitios (las empresas donde trabajó en el pasado) son importantes, pero creo que la misión es aún más importante. Por mi formación he aprendido a dar valor a las cosas. Cuando uno va a la misión para atender a los más necesitados, vale mucho más que cualquier empresa. Sin restar valor a las empresas, la misión está salvando vidas. Llega un momento en tu vida que tienes que decidir qué hacer con tus talentos, y aunque estudié y trabajé en sitios muy buenos, los he dedicado a la misión”, explica en Obras Misionales Pontificias.

Desde entonces, Álvaro Ramos ha estado trabajando para ayudar a los jóvenes de Honduras a formarse para conseguir una vida mejor y tiene claro que los niños pobres son los que mejor educación deberían de recibir.

Por otra parte, en relación a su experiencia como misionero, esta es la visión de Álvaro Ramos de los jóvenes que protagonizan el vídeo de la importante campaña del Domund 2021: “Al igual que veo a jóvenes que van creciendo gracias al acompañamiento, yo también veo en mi vida cómo voy avanzando. Es lo que comentan los jóvenes del vídeo. Jóvenes que pensaban que iban a dar, pero que luego reciben una nueva mentalidad. Por lo tanto, me veo reflejado en ellos”.

Y añadía: “La misión es inversión, porque hay veces que se entiende como beneficencia. Como una manera de apagar un fuego interno. Campañas como el Domund son una inversión en dignidad, en desarrollo y el futuro del mundo, sin duda”.

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