El pasado mes de junio el sacerdote Mark Bartosic fue nombrado por el Papa Francisco como obispo auxiliar de Chicago, lo que pilló completamente por sorpresa a este sacerdote diocesano de esta misma diócesis de Illinois. De hecho, le pilló iniciando sus vacaciones. Pero las sorpresas no quedaron ahí, pues el Santo Padre eligió otros dos obispos auxiliares más, que curiosamente eran muy amigos suyos y con los que se ordenó como sacerdote el mismo día de 1994. Ahora los tres han vuelto a ser ordenados, pero esta vez como obispos.
Bartosic tiene 57 años y no siempre se había sentido llamado a la vida religiosa, sino que anteriormente su gran pasión era la interpretación. Su primera vocación fue la de actor, no la de sacerdote, que se despertaría con fuerza más adelante y que sería la que marcase su vida finalmente.
En una entrevista en Chicago Catholic cuenta que la primera vez que llegó a Chicago fue en 1983 proveniente de Ohio, el lugar en el que se crió, tras haber estudiado teatro. Llegó con la maleta cargada de ilusiones de poder hacer de la actuación su modo de vida.
Mark, más joven, junto a sus seis hermanos
Su llegada a Chicago para triunfar como actor
“Me encantó la ciudad, y también me encantó la Iglesia”, afirma monseñor Bartosic, que fue educado en una familia católica de siete hijos, que no fallaba nunca a la misa dominical.
Yendo a misa a Chicago siendo un joven que apenas superaba los 20 años se enamoró aún más de la Iglesia, y vio los distintos carismas y matices que había en la Iglesia Católica en esta ciudad. “Aquí en Chicago, conocí a un amplio espectro de sacerdotes con distintos estilos y diferentes dones. Sólo había conocido una parroquia con su único sacerdote durante toda mi juventud. Eso me hizo pensar en la Iglesia y me hizo aún más querida de lo que ya lo era”.
Sin embargo, él seguía enfrascado en su sueño de ser actor, y concretamente actuar en una compañía de Shakespeare. Sin embargo, según iban pasando los años sus sueños de convertirse en una estrella se iban desvaneciendo y la actuación empezó a ir perdiendo encanto para el ahora obispo auxiliar.
Reconocer que no era su sitio
“Creo que me di cuenta de que no era tan bueno, y que podría, sólo a través del desgaste, probablemente tener éxito en este ámbito. Podría terminar siendo un actor de 40 años que consiguiera trabajos, pero sólo porque todos los demás actores de 40 años se hubiesen dado por vencidos”, confiesa abiertamente.
Entonces, añade, “pensé que quería ser mejor en todo lo que hiciera, fuese lo que fuese que hiciera con mi vida, tenía que ser para lo que realmente estuviera hecho”. Y fue entonces cuando empezó a ver la Iglesia de otro modo, hasta el punto de llegar a plantearse ser sacerdote.
Los latinos y los presos han sido de gran importancia para él
Fue madurando esta decisión hasta que un día acudió a la oficina vocacional de la Archidiócesis en 1989. Se ordenó en 1994 junto a los que a ahora son sus dos nuevos compañeros en el episcopado como obispos auxiliares en Chicago.
Durante su vida sacerdotal ha sido muchos años párroco en dos parroquias de la diócesis, pero ha quedado en este tiempo marcado especialmente por dos ministerios muy concretos: por un lado la atención y acogida de los católicos latinos, especialmente los recién llegados, y por otro el ministerio en la cárcel como director de la Casa Kolbe.
"Ahora nadie quiere mi trabajo"
“No puedo imaginar mi vida sin los inmigrantes latinos”, asegura el nuevo obispo, que se encontró con este colectivo desde que se ordenó sacerdote. Sobre el ministerio en la cárcel fue él mismo el que dio un paso adelante, por su especial amor hacia las personas marginadas. Era párroco y se enteró de que se buscaba nuevo capellán en la cárcel puesto que se jubilaba el anterior por lo que afirma que le pareció un “desafío”.
Bartosic no tenía ni experiencia ni tampoco una enorme pasión por esta pastoral, pero estaba dispuesto a servir. “En absoluto soy una persona competitiva, en las parroquias, me gusta, que me envíen al lugar al que nadie más quiera ir”, agrega.
Esa es una de las razones, argumenta, por la que le gusta el sacerdocio. Y bromeando asegura que “cuando eres actor, todos quieren tu trabajo. Ahora tengo una profesión en la que nadie quiere mi trabajo, por lo que la seguridad laboral es excelente”.