Su nombre es Harrison Butker, jugador de la NFL y flamante campeón del Kansas City Chiefs en la última edición del Super Bowl que se disputó el pasado domingo 2 de febrero, en el Hard Rock Stadium de Miami (EEUU). Pero Harrison es mucho más que un pateador de fútbol americano. Pues detrás de ese casco e indumentaria particular del fútbol americano se esconde un joven que ha sorprendido a muchos por su historia de fe, explica la web Camino Católico. Esta es su historia y la de su amigo Grant Aasen, quien además de un magnífico jugador de fútbol ahora está preparándose para ser sacerdote.
Efectivamente, en una entrevista con EWTN en 2019, Harrison Butker habló sobre cómo fue criado como católico, pero con los años fue perdiendo su fe. No obstante, en la entrevista añade que al hablar con un compañero de deporte logró regresar al sacramento de la confesión y experimentar una poderosa conversión de corazón.
Así pues, en estos días en Estados Unidos y en medio mundo, todos tal vez hablen del Harrison Butker vencedor y súper campeón, pero quizás pocos te cuenten su sorprendente historia de fe.
En el año 2013, poco después de llegar al campus del Georgia Tech, Harrison Butker se preparaba para un entrenamiento solitario en el campo de práctica, cuando se encontró con Grant Aasen. “Todo lo que quería hacer era patear algunos goles de campo por mi cuenta”, recordaba Butker. “Este tipo que no conocía en absoluto, sale de la nada y actúa como si fuéramos los mejores amigos”.
Aasen, también estudiante del primer año, esperaba unirse al equipo como pateador de despeje y estaba volando balones de fútbol por todo el campo, donde no había nadie más. Se mostró feliz de ver a Butker y empezó a charlar. Incluso pidió a Butker que lo grabara pateando para que pudiera analizar su técnica. Mientras que Aasen le estaba pasando de maravilla, Butker estaba terriblemente molesto.
“Harrison era uno de los mejores pateadores del país, y no encontró muy atractiva la charla de un pateador de despeje de bajo nivel”, recordó Aasen, que de hecho no fue aceptado en el equipo en su primer año. “Yo no le interesaba para nada, y pensé que él tenía una mala actitud, así que básicamente nos despreciamos mutuamente”.
No se imaginaban que, cuando se graduaran casi cuatro años después, con Butker reclutado para la NFL y Aasen encaminado al seminario, los dos hombres se habrían convertido no sólo en compañeros de equipo y de generación, sino también en amigos cercanos y hermanos Caballeros de Colón.
Dos conversos que se encuentran
Grant Aasen, que actualmente está estudia en el Seminario de Notre Dame, en Nueva Orleans, por la Diócesis de Atlanta, no siempre se había interesado en Dios. Su búsqueda espiritual empezó tres años antes de llegar al Georgia Tech, cuando, jugando al fútbol, sufrió una lesión que amenazó su vida, en el Bachillerato Starr’s Mill en su ciudad natal de Fayetteville, Georgia.
“Yo era corredor en el equipo JV antes de convertirme en pateador”, explicó Aasen. “Un día durante el entrenamiento fui aplastado por un tipo en el equipo universitario, Ufomba Kamulu, de 6 pies, 6 pulgadas, 280 libras, que se fue a jugar a la Universidad de Miami y ahora está con los Texanos de Houston. Mi cabeza golpeó el suelo y sufrí lo que llaman ‘latigazo cervical’”. Aasen fue trasladado en avión al Centro Médico de Atlanta, donde fue necesaria una craneotomía para tratar el sangrado de su cerebro.
“Estuve a punto de morir, pero después de la cirugía me recuperé mucho más rápido de lo esperado”, dijo. Su roce con la muerte y su rápida curación despertaron su interés en la religión. Gracias en gran parte a su hermano mayor, Davis, que también era estudiante en el Georgia Tech, este interés finalmente se centró en la Iglesia Católica. “Él y sus amigos me enseñaron la diferencia entre la Iglesia Católica y las protestantes, cómo Cristo fundó una sola Iglesia que era la nuestra. Vi que ser católico no es cuestión de cumplir con ciertos requisitos, sino que constituye un compromiso profundo con la totalidad de la revelación de Dios”.
Al inicio de su temporada del segundo año, Aasen se unió al equipo del Georgia Tech, como pateador de despeje, uniéndose a su enemigo, Harrison Butker, el cual aunque le iba bien en la cancha, cada vez se sentía más frustrado y solitario. Había asistido ocasionalmente a la iglesia durante la escuela secundaria, pero entró a la universidad planeando dejar atrás lo que percibía como las reglas y regulaciones opresoras de la Iglesia. Pero esta separación no le había traído la felicidad.
Irónicamente, Butker acudió en busca de ayuda al pateador que una vez lo había molestado tanto. “Sabía que Grant era un católico practicante, y también vi que era alegre”, dijo Butker. “No comprendía cómo alguien podría vivir como quiere la Iglesia y aun así ser feliz.”
Para entender la situación, comenzó a hacerle preguntas a Grant sobre Dios y la Iglesia. “Respondió a muchas de mis preguntas y me remitió a Catholic Answers y al Padre Joshua Allen, en el Centro Católico de la escuela para que me contestara otras”, explicaba Butker. “Las explicaciones que recibí sobre la salvación, el matrimonio, la vida de familia, la ciencia, y muchas otras cosas tenían sentido. Empecé a ver cómo alguien podía realmente ser feliz como practicante de la religión católica, porque estaba obteniendo una perspectiva clara sobre la naturaleza de Dios y del hombre, revelada a través de la Iglesia. Empecé a ir a Misa con Grant y entonces me confesé por primera vez desde el segundo grado. Mi mayor salto de fe fue acudir al sacramento de la Confesión, eso realmente me cambió, cuando salí ese día del confesionario realmente me sentí diferente, me sentí como yo, como auténticamente Harrison en todas las áreas de mi vida”.
Según Butker, su amistad con Grant cambió su vida por completo. “Ese tipo irritante del primer año se convirtió en uno de mis mejores amigos”, dijo. “Puedo decir honestamente que si no fuera por él, yo todavía sería desdichado en este momento. Tengo tantas bendiciones, pero incluso tomando en cuenta solo el fútbol, ahora soy un mejor jugador de lo que hubiera sido si no hubiese vuelto a la Iglesia y hubiese realineado mi vida hacia Dios”.
Una comunidad católica
En el Georgia Tech, Aasen y Butker eran parte de una vibrante comunidad católica. Unos 80 estudiantes asistían diariamente a Misa en el Centro Católico, y entre 200 y 300 asistían a cada una de las cuatro Misas los domingos. Allí trabaja el Padre Allen, el cual cuenta con la ayuda de los Caballeros de Colón y la Comunidad de Estudiantes Universitarios Católicos (FOCUS, por sus siglas en inglés). Y a ese círculo llegó Butker, que estaba profundizando en su fe y buscando camaradería con otros jóvenes católicos practicantes. En los últimos años cerca de 20 alumnos del Georgia Tech han ingresado en el seminario o en la vida religiosa.
Butker y Aasen se graduaron en mayo de 2017, ambos con grados en Ingeniería Industrial. Butker terminó su carrera en el Georgia Tech como máximo anotador de todos los tiempos de la escuela, con 337 puntos. Después de ser seleccionado por las Panteras de Carolina en abril, firmó con los Chiefs de Kansas City el 26 de septiembre. Su primer juego con el equipo, que también fue su primera aparición en temporada regular como profesional, incluyó un gol de campo de 43 yardas, con el que se ganó el juego, contra los Pieles Rojas de Washington el 2 de octubre. Su éxito profesional ha continuado desde ese momento.
Aasen, por su parte, decidió renunciar al año extra e ingresar al seminario.
Aunque sus rutinas diarias son ahora muy diferentes, Aasen y Butker continúan compartiendo vínculos comunes. “A pesar de nuestras diferencias iniciales” dijo Aasen, “ambos compartimos un deseo profundo de felicidad, un deseo que el mundo, a pesar de sus promesas, no puede cumplir, y esto nos unió como amigos en la fe”.
“Ser un católico practicante me ha hecho un mejor hombre, un mejor jugador de futbol, y, lo anticipo, un mejor esposo y padre de lo que hubiera sido”, reflexionó Butker. “Ser un católico practicante significa que tengo un sentido de propósito y una sensación de paz en mi alma, así como un sentido de conexión con los demás, que me había faltado”.
Harrison con su párroco y varios monaguillos de los que coordina durante la Misa
Su ayuda en la Misa en latín
Tras haber firmado con los Chiefs y ya en Kansas, Harrison Butker buscó una parroquia a la que pudiera asistir a Misa cotidianamente y le interesó, principalmente, la Misa en latín. Así, comenzó a participar en la parroquia de Santa María y en San Miguel en Leawood, Kansas.
“Me di cuenta de que es muy difícil para los sacerdotes tener tiempo para enseñar y coordinar a los monaguillos. Era necesario tener niños y jóvenes para servir, así que me ofrecí voluntario. Ahora trabajo para coordinarlos, los muchachos se están enterando de la Misa y la tradición, y realmente les está gustando”, declaró en una entrevista publicada en el sitio Adoremus. Desde entonces, cada lunes sirve en el altar como parte de la Misa en latín.
A continuación puedes ver una entrevista a Butker sobre su conversión y su vida de fe.