Las historias de fe de la actriz barcelonesa Assumpta Serna y su marido, Scott Cleverdon, escocés, se parecen a las de muchas personas que han nacido en un entorno de tradición cristiana, se han rebelado contra ella sin apenas conocerla, y en cierto momento de su vida entienden que es necesario asumir la raíz y la moral cristiana, sin negar que puede llegar también el último regalo que es la fe, el don de Dios.
Profesores de comunicación , oratoria e interpretación, su participación en 2017 en la película Red de Libertad, de Pablo Moreno, les llevó a conocer mejor y apreciar a la Iglesia. Aprecian especialmente que en un mundo de relativismo alocado y consumismo, sólo la Iglesia está ofreciendo un mensaje vertebrado de espiritualidad y servicio real.
Scott, que durante años fue, dice, "un ateo fundamentalista", se considera hoy un "ateo cristiano": acepta y defiende la moral y cultura cristiana, anima a la Iglesia en sus esfuerzos. Sólo le falta la fe.
El filósofo Jordan Peterson es uno de los modelos que propone a sus alumnos. "Trabajo con muchos hombres jóvenes a los que les falta la figura de padre en su vida y Peterson lo es, porque anima al joven a tomar la responsabilidad y vivirla; en 12 reglas para vivir destila ideas muy útiles con elegancia", dice Scott.
Explorando la comunidad cristiana
Assumpta está en una frontera similar, que describe en el libro Entre la espada y la pared. "Si me preguntáis si el contacto con personas buenas me ha cambiado, puedo decir que sí. Porque cambias cuando respetas, cuando eres testigo de ejemplos a seguir. He desarrollado dentro de mí la creencia de que es posible creer. No sé si en Dios todavía, pero al menos sí ser consciente de que es posible creer en bastantes personas, en una comunidad".
"Estas personas, cristianas convencidas, me han hecho andar con más cuidado y con más respeto cuando hablo, para que nada sea en términos absolutos, para seguir siendo curiosa sin ideas preconcebidas. He reflexionado sobre la necesidad de transmitir la importancia de la espiritualidad, el mensaje tan verdadero que se desprende de la Biblia y sus historias, y sobre el sentido y la razón de ser de todo creador", explica en el libro.
Buenos sacerdotes en Barcelona... pero llegó la Transición
Assumpta, que se alejó de sus padres durante muchos años, intenta ahora hablar de ellos con cuidado y respeto. "Cuando yo era niña, mi casa era católica. De pequeña, en Barcelona, íbamos a misa los domingos y yo cantaba en el coro. Pero cuando yo tenía unos 13 o 14 años mis padres dejaron de llevarnos a misa. Quizá es que tuvieron mala suerte con las parroquias de su entorno", explica a ReligionEnLibertad.
Assumpta también conoció algunos sacerdotes interesantes siendo adolescente. "Mi profesor de religión en el instituto era bastante bueno. Era un sacerdote que contaba la Biblia en forma de historias, con su moraleja, su épica y explicando el sentido de cada cosa. A mí me gustaba eso. Y ya estudiando teatro tuve otro profesor sacerdote, que con mucha cultura y apasionamiento explicaba a los autores teatrales clásicos y modernos. Gracias a él nos apuntamos unos cuantos a la escuela de teatro", recuerda.
Pero entonces llegó la Transición y, en el cine, la época llamada "el destape". Assumpta tenía 18 años cuando murió Franco en 1975. La revolución sexual, la cultural y la política se mezclaron en España.
"Tuve una época muy rebelde contra todo lo que me habían enseñado", explica ella. "Era la Transición y tenías que rebelarte contra todo, contra toda jerarquía, incluyendo la Iglesia".
Hacía películas escandalosas en una época que aún se escandalizaba. Cortó con su familia, se volcó en el cine, trabajó en distintos países e idiomas. Se enfrascó en dos matrimonios desastrosos. Luego, en 1994 se casó con Scott, que entonces era un joven actor.
La boda de Assumpta y Scott fue portada del Hola en mayo de 1994
"Hacia mis 40 años volví de Estados Unidos a España, retomé el contacto con mis padres. Fue una época fecunda y difícil a la vez, me hice preguntas. ¿Qué es lo bueno, lo ético? Lo empecé a buscar en las personas. Volví a elegir mi profesión, pero a la vez decidí abandonar la rebeldía egoísta".
Assumpta pudo acompañar a su padre en su lecho de muerte. En estas circunstancias, a menudo, las prioridades en la vida se reorganizan.
Después, en 2017, protagonizando la película Red de Libertad, poniéndose en el papel de Helena Studler, una Hija de la Caridad organizadora de una red que salvaba prisioneros de los nazis, se interesó por la Iglesia.
En el libro da las gracias "a sor Eugenia, sor Alicia y tantas hermanas e Hijas de la Caridad con las que he ido aprendiendo ese gesto tan importante en la vida que es cerrar el teléfono y abrir la oreja".
Assumpta Serna con el director Pablo Moreno, en una presentación de Red de Libertad en Valladolid
Entendió, para empezar, que la Iglesia es grande y nos envuelve, es la tradición y cultura de Occidente. Tiene también grandeza ética: los 10 mandamientos pueden ser aceptados por un ateo de moral elevada.
Además, disfrutó trabajando con el director, Pablo Moreno, y con su equipo de la productora Contracorriente. Este grupo de personas, dice, "es un oasis ético, que se interesan por lo personal antes que lo profesional". Ella hizo 225 películas... cada una con un equipo distinto, siempre inquieta, a menudo molesta. Pero con el equipo de Pablo Moreno ya ha hecho una segunda película, esta vez sobre San Antonio María Claret, el fundador de los claretianos. "Estoy muy a gusto con ellos", dice.
Assumpta, Scott y el director de cine Pablo Moreno se conectan en este vídeo para hablar de cómo hacer cine con valores
Conoció al sacerdote Juan Carlos Sánchez, que es algo así como el capellán de las películas de Pablo Moreno, un apasionado del teatro y la comunicación. Con él Assumpta y Scott han podido hablar largo y tendido de cosas importantes: de arte, cine, valores, fe, comunicación... Muchas de ellas las han puesto juntos por escrito en Entre la espada y la pared.
Scott, de niño, conoció la Biblia... luego se hizo ateo fundamentalista
La historia de Scott no es tan diferente y tiene el mismo elemento de rebelión, aunque sin los añadidos de la Transición española. De niño, en Edimburgo, su familia le llevaba de vez en cuando a la iglesia presbiteriana (la Iglesia de Escocia, mayoritaria en esa época), aunque en casa nunca se hablaba de Dios.
Después, de adolescente, entró en una especie de boy scouts de esa iglesia, la Boys' Brigade, por lo que tenía que ir a los servicios religiosos ya cada semana. Con la Boys' Brigade aprendió disciplina, y en la iglesia "estímulo intelectual". Eran cosas buenas, aunque él se consideraba un ateo más o menos desinteresado en lo religioso.
"La Biblia siempre fue parte de mi educación, y no solo la recuerdo, sino que ahora veo que parezco haberla entendido también", explica en el libro.
Al entrar en la vida adulta, pasó de un ateísmo indiferente a un ateísmo anti-religioso militante. "Me hice ateo fundamentalista, veía a la Iglesia como una fuerza opresiva. Ningún cristiano ni clérigo jamás me trató mal, ni en la infancia ni en la adolescencia, pero da igual. Yo leía autores como Sam Harris y Christopher Hitchens, muy anticlericales, y me daban argumentos para un odio previo. Yo hoy creo que tenía una especie de enfado hacia lo Incognoscible", explica a ReL.
"Yo era como un niño soberbio que piensa que va a enseñar a su familia que él sabe más que ellos... cuando, en realidad, nuestra familia, nuestra civilización occidental, cristiana, en realidad es sabia y antigua".
En Entre la espada y la pared Scott opina que Occidente está atravesando una fase similar: una rebelión adolescente, nada razonable, contra la figura paterna o materna, que son la Iglesia y Dios, que aportan disciplina, orden y herencia.
El sacerdote Juan Carlos Sánchez, "capellán" de las películas de la productora Contracorriente, explica a 13TV el libro que ha lanzado con Scott y Assumpta, Entre la espada y la pared
La Iglesia inspira y vivifica
Con el tiempo, y viviendo en España, Scott se fue moderando. El contacto con Juan Carlos Sánchez y con católicos del mundo del cine ayudaron a ampliar su visión. "He encontrado vivificador, inspirador, humilde, significativo y sorprendente nuestro trabajo con todos los aspectos de la Iglesia. Estoy fortalecido por la alegría y el amor que las personas aportan a su devoción. Es algo real y honesto", afirma en el libro.
Una frase que le marcó en este proceso fue una del Papa Francisco. "Él dijo: 'preferiría un ateo concienzudo a un católico hipócrita'. En ese momento, empecé a escuchar..."
Su postura actual es que no cree en Dios, pero sí cree que "el cristianismo es el amor. Es el estado óptimo para el individuo, la familia, la comunidad, el planeta y nuestra especie, sin importar lo que creas. No necesitas las Escrituras para decirte eso. Lo has sabido todo el tiempo".
Y propone a ReL: "desafío a un ateo occidental a estar en Misa de Navidad y no sentir nada. Eso es algo nuestro, y hay que admitirlo".
En el libro, plantea una reflexión sobre las alternativas al cristianismo, que no son sólo el vacío, el consumismo o las ideología de género alocadas, sino otras religiones. "Acabo de visitar mi antigua iglesia, donde fui a la Boy’s Brigade durante mi infancia. Ahora es un centro de formación coránica. Todavía no sé cómo me siento al respecto. Supongo que si no necesitamos nuestras iglesias, tarde o temprano alguien más lo hará. Un día, nos daremos la vuelta y sentiremos la pérdida de algo que nunca pensaste que era tuyo hasta que te lo quitaron", advierte.