Este sábado 27 de abril se cumplen 10 años de la canonización en el Vaticano de San Juan Pablo II y San Juan XXIII, dos papas fundamentales para entender la historia de la Iglesia en el siglo XX.
El cardenal Dzwisz fue una de las personas que mejor conoció a San Juan Pablo II, pues durante décadas fue su secretario y compartió con él momentos de gran trascendencia pública, pero también fue testigo de su faceta más personal e íntima.
En una entrevista con la agencia KAI, Dzwisz hace un repaso de su querido amigo y maestro a los 10 años de su canonización, del que afirma que “toda su vida estuvo impregnada de la presencia de Dios. Era un hombre que definitivamente se podía decir que estaba profundamente unido a Cristo. Esto lo demostraba su día a día, su trabajo, su ministerio pastoral, sus encuentros con la gente, sus lecturas, la forma en que pasaba su tiempo libre y disfrutaba de la vida, pero quizás especialmente en los momentos de dificultad, cansancio, la cruz que llevaba día tras día”.
De este modo, el purpurado polaco añade que toda persona puede encontrar en esta variada riqueza un reflejo de la santidad que puede inspirarlo. “Las personas mayores y enfermas notarán su humilde y paciente manera de soportar las incomodidades de la edad y el dolor que le causaban las enfermedades. Los intelectuales señalarán su honestidad en la búsqueda y proclamación de la verdad. Para los pastores será un modelo de servicio sacrificado para los demás, para la gente de trabajo un respeto por el esfuerzo humano, para los jóvenes, un ideal de vida hermosa y significativa”, afirma.
Personalmente, Dzwisz destaca que lo más le impactó a él fue su oración, pues San Juan Pablo II “era un hombre de gran oración y contemplación. Rezar el Breviario completo era para él la santificación del día. Meditación y adoración diarias, cada jueves la Hora Santa, los viernes el Via Crucis. Devoción a los santos, especialmente a los patrones de Polonia, devoción a la Divina Misericordia. No olvidaba orar por las intenciones que la gente le pedía”.
Lejos de estar en su ocaso, la devoción a San Juan Pablo II sigue vigente e incluso creciendo. De hecho, el cardenal polaco recuerda que “el interés por la vida y la persona de Juan Pablo II no solo sigue vivo, sino que sigue desarrollándose dinámicamente en diferentes partes del mundo. Para profundizar en su rico y atemporal legado, se están estableciendo numerosos institutos académicos. Se nombra escuelas, hospitales, hospicios y museos en honor a Juan Pablo II. Se están construyendo iglesias dedicadas a San Juan Pablo II. También se puede observar un regreso a su obra literaria y teatral”.
Además, agrega que “la peregrinación al Santuario de San Juan Pablo II en Cracovia no cesa, con personas de todo el mundo, pero también, lo que es especialmente gratificante, los residentes de Cracovia, quienes visitan regularmente este lugar, aquí oran en familia y participan en la vida pastoral, de la cual dan testimonio diversos grupos: para niños y jóvenes, voluntarios, enfermos y discapacitados, para comunidades neocatecumenales y el Hogar de la Iglesia, y muchos otros. Esto muestra que Juan Pablo II todavía influye en una variedad de entornos y es un punto de referencia importante para muchas personas. Muchas iglesias de diferentes países solicitan reliquias de San Juan Pablo II. La gente quiere tener al santo papa cerca, necesitan su intercesión ante Dios. La presencia de las reliquias de Juan Pablo II les recuerda su vida santa e inspira a seguir su propio camino hacia la santidad”.
En el gran santuario que se ha construido en Cracovia en honor del santo polaco -señala Dzwisz- “recibimos muchos testimonios de curaciones, incluyendo de cáncer. Muchos matrimonios sin hijos, gracias a la intercesión de San Juan Pablo II, reciben el don de la descendencia. Es difícil contar todas las gracias que las personas reciben por su intercesión. Hay muchas. La convicción sobre la eficacia de su intercesión se refuerza gracias a estos numerosos testimonios. Pero no solo vemos un flujo constante de oración humana y peregrinación en Cracovia.