Los jesuitas checos han completado la primera fase del proceso de beatificación del sacerdote Adolf Kajpr, encarcelado por los nazis y sentenciado por los comunistas en un proceso político. Seis cajas de documentos ahora viajan a Roma y los jesuitas esperan la decisión del Papa, según explica Romana Marksová, de Radio Praga.
Las actividades espirituales y periodísticas de Adolf Kajpr no le convenían a los nazis y tampoco a los comunistas. Los primeros lo enviaron a campos de concentración sin sentencia alguna, los segundos lo involucraron en un proceso político, que marcó el inicio de la opresión que ejercía el régimen a la Iglesia Católica en Checoslovaquia.
En vísperas de la Segunda Guerra Mundial, Kajpr predicaba en la Iglesia de San Ignacio, en el centro de Praga. Como sacerdote era muy popular y escribía asimismo a diferentes periódicos católicos.
Se mostraba muy perceptivo hacia la amenaza que representaba el nazismo y no dudaba en expresar sus advertencias. Se mostraba crítico hacia el fascismo y el nazismo ya a principios de la década de los 30 y continuó plasmando sus opiniones en papel incluso en 1939, cuando Checoslovaquia se vio ocupada por los nazis.
De acuerdo con el publicista Pavel Hlavatý, para Kajpr, la espiritualidad era un camino contra el desengaño: "Acentuando los valores espirituales, Kajpr hacía frente a la enorme desilusión que se apoderó de Checoslovaquia tras el Tratado de Múnich de 1938 y marzo de 1939, que básicamente fue la última gota. Y eso a pesar de que era consciente del peligro que constituía el régimen totalitario”.
Documento de estudios del P. Adolf
El joven cura, capaz de cautivar a las personas y hablar de manera clara sobre los problemas de la época, que grabó incluso una serie de charlas espirituales para la Radio Checa, fue arrestado por la Gestapo en 1941. Los nazis fueron los primeros que intentaron callar su voz crítica y lo enviaron a los campos de concentración de Mauthausen y Dachau, sin justificación alguna. Kajpr regresó a Checoslovaquia en 1945, tras la liberación de Dachau. Fue condecorado por el presidente Edvard Beneš y durante varios años, se convirtió en una figura importante en la sociedad checoslovaca.
No obstante, con su voz crítica, Kajpr no tardó en enredarse con el régimen comunista. Y este se mostró más meticuloso en su persecución. En 1950, Kajpr fue arrestado, junto con otros representantes religiosos, en un intento del régimen de demostrar que la Iglesia es un enemigo y un gran peligro para la sociedad socialista.
Al igual que los nazis, los comunistas lo arrestaron por artículos críticos hacia el régimen y además por sermones subversivos y un supuesto ‘espionaje’ a favor del Vaticano. Tras ser detenido durante dos semanas, fue condenado a 12 años de cárcel.
Kajpr cumplió su sentencia en varias prisiones checas y pasó, en total, más de un año en celdas de aislamiento. Según cuentan testigos de la época, también en las prisiones continuó con su labor espiritual. Murió en septiembre de 1959 en la cárcel de Leopoldov tras sufrir un infarto.
De acuerdo con el jesuita e historiador Miroslav Herold, su muerte provocó una reacción rápida: “Inmediatamente tras su muerte, la gente a su alrededor estaba convencida de que Kajpr había sido un mártir del régimen. Un mártir que había fallecido por sus convicciones”.
El jesuita e historiador Miroslav Herold
En la actualidad, Kajpr yace en Vyšehrad, en Praga, cerca del famoso mausoleo de Slavín, donde encontraron su último descanso algunos de los checos más importantes de la historia. No obstante, tampoco este camino suyo fue fácil. Tras morir en la cárcel, Kajpr fue enterrado en el cementerio local. Y según afirma el historiador Jaroslav Šebek, su exhumación solo fue posible años más tarde: “Los comunistas intentaban denigrar a los jesuitas, no solo en los años 50, sino durante todo el periodo. Los mostraban como el mayor mal. Por eso solo fue posible transportar los restos de Kajpr en 1968, durante la suavización que permitió la Primavera de Praga. Entonces, Kajpr fue enterrado en Vyšehrad”.
En 2019, el cuerpo de Kajpr regresó al lugar donde ejercía de sacerdote, a la iglesia de San Ignacio en Praga. Y es allí donde comenzó también el camino hacia su beatificación.
Los documentos colectados por los jesuitas ahora viajan a Roma, donde serán evaluados. La decisión final le corresponde al papa Francisco. Si la solicitud de los jesuitas es aprobada, Adolf Kajpr se convertirá en el primer jesuita checo en ser beatificado.