El docente Enrique Arroyo es desde este mes de junio el nuevo responsable de Comunión y Liberación en España. Así lo han anunciado los organismos de comunicación de este movimiento surgido en la Italia de 1954, fundado por el teólogo Luigi Giussani, actualmente con la fase testimonial de la causa de beatificación en marcha.

Arroyo sucede así a Jesús Carrascosa, último presidente de Comunión y Liberación desde 2022 y hasta comienzos de este año, tras su fallecimiento a los 84 años el pasado 9 de enero a causa de un  tumor cerebral.

Arroyo, licenciado en Filosofía y docente desde 1987, es actualmente responsable pedagógico del colegio J. H. Newman de Madrid y pertenece a la asociación laical Memores Domini, cuyos miembros viven según los consejos evangélicos dentro del mundo del trabajo.

Su elección como nuevo responsable de movimiento en España tuvo lugar el pasado 18 de junio por la Diaconía central de la Fraternidad de Comunión y Liberación.

Tras su elección, Arroyo se ha dirigido a los integrantes del movimiento mediante una  carta que comienza recordando a su predecesor Jesús Carrascosa, remarcando su "disponibilidad permanente a la iniciativa de Cristo en su vida y la conmoción por la fuerza y la belleza que de ahí nacían".

Arroyo se refirió también a la comunión como "fuente de liberación", llamando así a poner en práctica las palabras de su predecesor antes de su fallecimiento, "juntos en Cristo".

"La unidad en toda relación y dentro de cualquier situación, pese a nuestro límite y pecado, es posible porque Cristo ha hecho de nosotros ya una sola cosa", escribe.

El nuevo responsable de Comunión y Liberación remarcó su "disponibilidad a lo que el Señor quiera hacer" con su nombramiento, subrayando que "la vida se nos da para colaborar en la en la construcción de la obra del Señor".

Recordando la apertura de la fase testimonial de la causa de beatificación de Giussani, Arroyo expresa su deseo de que esta ayude a ser "más conscientes a todos de la gracia que tenemos de vivir cada día dentro de esta gran compañía vocacional en la que Cristo acompaña nuestra vida".

"Os pido que me acompañéis en esta tarea y que perdonéis las muchas limitaciones personales y errores que puedan ser obstáculo en nuestro camino común. Nada nos puede separar del amor de Cristo. Estoy a vuestra disposición", concluye.