Carmen Álvarez Alonso, profesora en la Facultad de Teología de la Universidad Eclesiástica San Dámaso (Madrid) y teóloga, es la responsable de la edición y estudio preliminar de Job (Didaskalos), una de las obras de teatro desconocidas en España del que llegaría a ser San Juan Pablo II. 

Puedes adquirir en este enlace la obra 'Job', del futuro San Juan Pablo II.

Conocemos tan solo dos de las tres composiciones dramáticas que Wojtyła elaboró durante sus años de juventud: Dawid [David], cuyo texto no conservamos, Hiob [Job] (1940) y Jeremiasz [Jeremías] (1940). Las tres obras formaban parte de una tetralogía que quiso ser el primer gran proyecto dramático del futuro San Juan Pablo II.

Acerca del sufrimiento del hombre

Será en los primeros meses del año 1940, cuando apenas había comenzado la II Guerra Mundial y la ocupación de Polonia, cuando Karol Wojtyła compone su drama teatral Job.

Tal como señala el propio Wojtyła, la obra plantea una reflexión acerca del drama del sufrimiento del hombre: "Esta es una tragedia sobre el sufrimiento". La experiencia del sufrimiento de Job, que desencadena en él la pregunta acerca del propio "yo", se convierte en una parábola del drama de todo sufrimiento humano, que hace aflorar en cada hombre la pregunta por su propia identidad.

El armazón interno de la obra está elaborado en forma de una gran alegoría, con una pluralidad de sentidos interpretativos (bíblico, místico, histórico-nacional, antropológico y autobiográfico) que dan a la estructura de la pieza una interesante trama conceptual.

Si bien la redacción de la obra se sitúa en los inicios del año 1940, su composición hunde sus raíces más remotas en los años escolares transcurridos en su ciudad natal. En el ambiente de la Escuela Elemental y de la Escuela de Secundaria, Wojtyła se fue iniciando en el conocimiento de los grandes autores del Romanticismo polaco a través del estudio y de la representación escénica.

Wojtyła "ofrece importantes claves de interpretación para iluminar en sus lectores el sentido de la crisis de identidad nacional que vivía el pueblo polaco a causa de la guerra y de la ocupación. Será también el contexto en el que nuestro autor dialogue con las tesis del mesianismo nacional elaboradas por los autores románticos, que veían en Polonia un pueblo elegido, una especie de Mesías salvador de las naciones y un nuevo Cristo crucificado", dice la editora.

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