Tras las elecciones municipales del 26 de mayo, Umberto La Morgia se ha estrenado en el ayuntamiento de Casalecchio di Reno (Bolonia) como concejal por la Liga de Matteo Salvini. Se encontrará en la oposición, pues allí ganó con claridad el candidato de la izquierda, una de cuyas primeras decisiones ha sido izar la bandera del lobby LGBT junto a la bandera italiana. Además el municipio se ha adherido a la Red Nacional de Administraciones Públicas contra la Discriminación.
Un cartel electoral de Umbergo La Morgia.
"El objetivo de estas adhesiones es introducir en las administraciones públicas, y en particular en el ámbito escolar, contenidos LGBT, utilizando para ello instrumentos en mi opinión no muy convenientes", explica La Morgia a Notizie Provita [Noticias Provida]: "Mi compromiso en el Ayuntamiento será, entre otros, oponerme a eventuales iniciativas lesivas para los derechos de los niños y para la libertad educativa de los padres. Esto no es de derechas ni de izquierdas. Es solo sentido común".
Un político homosexual contra el lobby LGBT
Lo que concede una especial relevancia a dicho compromiso es que La Morgia es declaradamente homosexual, uno más entre los que denuncian el monopolio de la opinión pública que ha asumido el lobby LGBT, al que denuncia sin ambages.
"No todos comparten las exigencias de estos movimientos", afirma en referencia a los grupos que organizan las concentraciones del Orgullo Gay: "Pienso en los vientres de alquiler o en la imposición de la ideología de género a los niños. No es justo que los organizadores de estas manifestaciones, y los movimientos y asociaciones vinculadas a ellas, sean la única voz que se tenga en cuenta. No es justo que se arroguen la pretensión de hablar en nombre de todos. El mundo homosexual -si queremos denominarlo así, pues en mi opinión, no está bien catalogar genéricamente a las personas- es extremadamente diverso y no es verdad en absoluto que todos se reconozcan ni en el estilo ni en los contenidos de las reivindicaciones actuales de estos movimientos".
Umberto inicia pues su carrera política demostrando poco temor a la dictadura ideológica impuesta por el lobby LGBT a través de los medios dóciles al establishment.
Pudo morir en el atentado de Estrasburgo
A sus 30 años, Umberto exhibe una alta cualificación profesional. Habla a la perfección, además de su italiano natal, inglés (ha pasado por la London School of Economics), francés y español (fue alumno Erasmus en Madrid). Es licenciado en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales y ha trabajado como asesor de comunicación y liderazgo en empresas privadas y en organismos vinculados a la Comisión Europea.
Debía estar en el lugar del atentado, a la hora del atentado.
Además, La Morgia es, en cierto modo, un supervivente. El 11 de diciembre pasado debía estar a las puertas del restaurante del mercado navideño de Estrasburgo donde tuvo lugar un atentado terrorista. Murieron cinco personas por disparos islamistas y once resultaron heridas. Se había desplazado hasta la ciudad francesa con un grupo de jóvenes de la Liga para cenar con dos eurodiputados. El conductor del autobús que les llevaba se equivocó de calle y llegaron al hotel con diez minutos de retraso que probablemente les salvaron la vida.
"Me siento un milagrado", confiesa Umberto: "Somos afortunados, podemos contarlo, pero el pensamiento se va inevitablemente a quien ha perdido la vida. Ha sido solo casualidad que todo el grupo no se haya visto envuelto en una masacre".
Eso fue solo meses antes de que su vida cambiase radicalmente con su entrada en la política activa. Y en plenas semanas de propaganda mundial LGBT, ha tenido que contestar muchas preguntas sobre su distanciamiento respecto a tales festejos.
Privar a un niño de padre y madre, "una gran maldad"
"Ya no son momentos de fiesta o de expresión de uno mismo, se han convertido en instrumentos de propaganda política: desde carteles con la Virgen que aplasta la cabeza de Matteo Salvini, a otros con el lema Jesús tiene dos padres, o las camisetas contra la Policía [Salvini es vicepresidente y ministro del Interior]. Me pregunto con qué cara estas personas se hacen pasar por paladines de la tolerancia y del amor cuando acumulan todo este odio. Y luego, considero anacrónico hablar de 'gay' como si se tratase de una raza o de un producto... Las personas son personas y no se pueden reducir a categorías, etiquetas, guetos o envases homologados", explicó a Il Giornale.
Es contundente argumentando contra la adopción por parejas del mismo sexo: "No entiendo por qué se pretende imitar a toda costa el modelo de la familia tradicional. Es un contrasentido querer, por un lado, resaltar la diversidad, y por otro, pedir total igualdad. En una pareja homosexual pueden nacer amor y sentimientos, pero no hijos. Esto no es discriminación, es la realidad de las cosas. Si se habla mucho de aceptación de uno mismo, así que hay que tener el coraje de decir que si eres homosexual y te aceptas, aceptas también que de tu unión no pueden nacer hijos".
"En mi opinión", continúa, "las figuras del padre y de la madre son fundamentales. La familia es una cosa seria y me parece una gran maldad privar a un niño del derecho de tener un padre hombre y una madre mujer". Por eso defiende las políticas pro familia: "Todos hemos nacido en una familia natural y no veo nada de malo en que el Estado subraye la importancia de quienes engendran una vida".
Vientres de alquiler: "Barbarie, no progreso"
En cuanto a los vientres de alquiler, La Morgia considera que "es barbarie, no progreso. Los niños no se compran, y hacer shopping de hijos aprovechándose de la situación de pobreza de algunas mujeres es verdaderamente triste".
Defendiendo "al niño, que es la parte más débil", lamenta también que haya "quien use los bancos de semen para ser madre de una persona que no sabrá jamás quién es su padre. Esto es una violencia: un hijo no es un derecho, es un sujeto de derechos".
Afán de censura
"Esta sedicente comunidad gay", concluye, "encuentra cualquier pretexto para convertirse en víctima de la situación y, sobre todo, para hacer callar a quien no piensa del mismo modo".
Un silenciamiento para el que la palabra homófobo es un instrumento habitual: "Es una expresión que se utiliza simplemente para marginar a quien tenga una opinión distinta a cualquiera de las opiniones de los grupos LGBT. Quien dice algo que no le gusta a estos señores sobre la familia, sobre la filiación o sobre cualquier otra cosa, es señalado como homófobo. ¡A dónde habremos llegado, que hasta Dolce & Gabbana se han convertido en homófobos!"