Anne Dougherty, capellana de la policía de Tampa, Florida (EEUU), lleva el Centro Franciscano de Tampa donde acuden agentes de policía. “¿Qué estás haciendo con mi gente?”, le preguntó un día la jefa de policía. Anne, dudosa, no respondió. “¡A mis agentes les encanta el centro y me dan las gracias por mandarles allí!”. Anne sonrió aliviada.
Desde 2015 esta monja franciscana ha estado dirigiendo retiros para curar el estrés post-traumático de los agentes en el centro franciscano, según ha contado Global Sisters Report. Estos retiros de cuatro días se imparten de seis en seis participantes, y están abiertos a policías, agentes del FBI y bomberos.
Conocimientos en psicología y pastoral
Anne tiene un grado en asesoramiento psicológico y un doctorado en asesoramiento pastoral. También es muy conocida por sus trabajos en cómo manejar el estrés, capellanía policial y dirección espiritual. En 2012 fue nombrada presidenta y CEO del Centro Franciscano de Tampa.
Cuando la líder de su Congregación le puso al cargo de este centro, pidió a Anne que utilizara su experiencia previa para ayudar a los agentes de la zona. En 1990 Anne había sido la primera directora ejecutiva de la Francis House (Casa Francisco), un centro interconfesional para gente con SIDA.
“En aquel momento, muchos policías de la zona habían muerto en los últimos dos años y medio”, explica Anne. “Así que pensé que podría ayudar con mi experiencia en salud mental y los retiros”.
Más de 200 personas atendidas
Anne se reunió con su colaborador habitual, Rick Malivuk, un pastor luterano, veterano de la guerra de Vietnam y capellán del cuerpo de bomberos de Tampa. Entre los dos elaboraron un formato de retiro para personas afectadas con estrés post-traumático que presentaron a la jefa de policía, Jane Castor. “Nos dijo: “¿Podrías empezar mañana? Me gustaría ir”, recuerda Anne.
Los participantes se reúnen primero con Anne, que les explica en qué consiste el retiro. Está compuesto de siete pasos que cubren el tratamiento de las ramificaciones del estrés. “El retiro empieza con el cerebro y la cabeza. Después entra en el corazón y en el estómago”, explica Anne, que ya ha atendido a unas doscientas personas en estos retiros.
Los principales problemas del estrés-postraumático
“Eso puede ser un reto para ellos. Ningún policía quiere que alguien se meta en su corazón. Intento ser sincera desde el principio y les explico lo que vamos hacer. Así no hay sorpresas”.
Los accidentes críticos de los que se tratan las personas que acuden al centro pueden estar relacionados con el trabajo o con lo personal. La pena, la pérdida, la pérdida de confianza y la lealtad rota son lo que más pesa en los agentes, porque forma una parte muy importante de sus vidas, personales y profesionales.
Un ejemplo de trauma profesional es el que sufrió un agente la noche de junio de 2016 en la que hubo un tiroteo en la discoteca Pulse, de Orlando. Él, como muchos miembros de las fuerzas de emergencia, lo ha pasado muy mal lidiando con las secuelas. Al no encontrar ayuda donde vivía, buscó en Google “ayuda para agentes de policía con estrés post-traumático” y apareció el Centro Franciscano. “El teléfono estaba en la página web, y me llamó”, explica Anne.
El retiro
En el retiro de cuatro días y tres noches trabajan asesores, psiquiatras y psicólogos. Primero se explican las consecuencias médicas del estrés post-traumático. Después van a la habitación "Sabbath", o la habitación del lloro. Por último, uno de los especialistas realiza en cada participante la técnica EMDR.
1. Primero razonar: el cerebro se encoge por el estrés
El primer tema que trata Anne en los retiros es la propia patología del estrés-postraumático. Usando sus contactos profesionales, invita a un psiquiatra que habla sobre la medicación y muestra imágenes por resonancia magnética de cerebros literalmente encogidos por el estrés. “Esta información hace razonar a los agentes”, explica Anne.
Cuando preguntaron a la sargento Pecora sobre cómo se sentían los policías a la hora de abrirse a los demás, cuenta que, cuando ella hizo el retiro, bromeaba con sus compañeros diciendo que sustituirían sus traumas reales con cosas como: “estoy muy triste porque mi perro ha muerto”.
Pero eso nunca ocurría, porque los agentes querían saber las técnicas adecuadas para ayudar a sus subordinados. Afortunadamente, la policía de Tampa tiene una unidad de incidentes críticos donde los agentes pueden procesar el estrés de su trabajo.
“Para mí lo peor era recordar los sonidos”, explica Pecora. “Recuerdo cómo lloraba una mujer después de ser violada. La forma en que su voz cambiaba cuando se dio cuenta de lo que había pasado… La agonía de su voz… Pero al final lo hablé con los muchachos, y me sentí mucho mejor”.
2. Abrir el corazón: la habitación Sabbath
A Anne le encanta la habitación “Sabbath” del Centro Franciscano, pero, en los últimos años, los agentes le han puesto otros nombres como la “habitación de llorar”. Pecora recuerda la primera vez que entró en aquella habitación. “Cuando vi las cajas de pañuelos y los chocolates, supe que no me esperaba nada bueno”, bromea Pecora.
En esa habitación los agentes se escriben cartas de perdón a sí mismos y luego las comparten con los demás. Un acto que crea lazos entre ellos. “Se puede ver, sobre todo en ese momento”, explica Anne. “Cuando comparten la carta, se descargan de todo lo que llevaban encima y sienten que están en una “zona segura” en la que pueden sentirse vulnerables”.
3. Curar el trauma: el método EMRD
El siguiente paso es utilizar el método EMRD para visualizar una imagen del trauma y desecharlo. Esta técnica, creada en 1980, consiste en que el paciente imagine una “fotografía” de la escena que le causó el trauma, que también puede ser un olor o un sonido.
El psicólogo guía la mirada del paciente con su dedo de izquierda a derecha mientras este se centra en distintos aspectos de ese accidente. Al parecer, estos movimientos oculares ayudan al paciente a crear una “estimulación bilateral”, que favorece la desaparición de los traumas. “Es una de las mejores técnicas para ayudar con el trauma”, ha explicado Anne.
Anne piensa que estos retiros deberían tener más aplicaciones. “Me encantaría realizar estos retiros con las monjas que vuelven de las misiones”, cuenta Anne. “Algunas misioneras han visto cosas horribles. Violencia. Pequeños ejércitos invadiendo aldeas. Pérdidas. Corazones rotos. Pienso que este sería un excelente retiro para cualquier religioso misionero que vuelva a los Estados Unidos”.
Cuando piensa en el trabajo que realiza el Espíritu Santo, recuerda a aquel agente que estuvo en la catástrofe de Pulse y les encontró por internet. “Después del incidente de Pulse, el agente pensaba que Dios le había dejado solo, pero durante su tratamiento EMDR, se dio cuenta de que Dios estaba con él”, cuenta Anne. “Cuando nos envió su seguimiento de salud 90 días después, me envío una carta diciendo que, cuando se retirara, entraría al seminario para ayudar a más personas en su situación. ¿No es maravilloso? Es el Espíritu trabajando”.