Nunca es tarde para conocer a Dios. Que se lo digan a Stanley Everett, que cerca de cumplir los 96 años recibió el pasado 17 de mayo el Bautismo, la Confirmación y la Comunión, en la residencia australiana en la que vive.
Este veterano de la II Guerra Mundial, oficial de Reino Unido y de Australia, empezó su búsqueda de Dios en este periodo tan complicado de su vida y de la historia. Everett se unió al Ejército siendo adolescente y fue enviado al norte de África, donde tenía la peligrosa misión de desactivar y detonar minas terrestres.
Cuando terminó la guerra, aquel joven soldado había servido en 17 países de Europa y de África, algo que le marcaría para siempre.
Llevaba años que quería comulgar
Pese a que había leído la Biblia, no llenaba su vacío, hasta que en la residencia de la tercera edad en la que vive empezó a ir a misa. Durante tres años ha asistido. “Quería poder tomar la comunión pero no podían permitirlo porque no estaba bautizado”, cuenta este anciano al Catholic Leader.
Al día que recibió los sacramentos lo definió como “un cambio completo en la vida”. “Toda mi vida he estado buscando”, afirma Stanley, que se convenció de que “es la comunión lo que acerca más a Cristo. Tomar la comunión, eso es lo que te lleva a Cristo”.
"Es el Señor quien me puso aquí"
Con sus 95 años a sus espaldas cree que Dios le ha estado guiando. “Simplemente creo que es el Señor quien me puso aquí”, confiesa. Explica que echando la vista atrás en su vida y ahora ve que cosas eran del Señor y que cosas hizo Dios y no él en su vida.
“Si buscamos las cosas que hacemos, encontraremos una página en blanco, pero si buscamos lo que Él hace, no habrá espacio en esa página: está llena”, agrega.
Tras trabajar durante más de 30 años para el gobierno de Queensland, Stanley Everett asegura que sólo había dos cosas en la vida que le importaban en la vejez.
"Nosotros vinimos a vivor y Él vino a morir por nosotros"
“Estoy en una etapa en la que lo único que me importa es que creo en dos cosas importantes: creo que Dios es todopoderoso, que Jesús es su Hijo, y que fue obediente al Padre cuando vino a esta tierra, y vino no aquí para vivir, sino que vino para morir”, explica.
A su juicio, “esa es la gran diferencia entre Él y nosotros, nosotros vinimos a vivir, y Él vino a morir por nosotros. ¿Qué más hay que decir?”.
Stanley es uno de las muchas personas mayores que en su vejez deciden dar el paso de ingresar en la Iglesia Católica, donde han tenido un encuentro fuerte con Cristo que les prepara para la gran peregrinación de su vida.