En este pequeño país que no llega a los 4 millones de habitantes, en el calendario de festivos han eliminado las fiestas religiosas pues no reconoce la Navidad o la Semana Santa, a las que denomina con otros nombres para ocultar su sentido religioso. Todavía hoy sigue siendo esta avanzadilla de ingeniería social en el continente. Legalizó el divorcio en 1907 (en 1913 a petición de la mujer), en 2012 legalizó el aborto y en 2013 el matrimonio homosexual.
Con esta base, y con una Iglesia Católica con menos influencia histórica que otros países del entorno, politicos y lobbies pensaban también imponer sin mayor problema la ideología de género. Sin embargo, se han encontrado con la figura del cardenal Daniel Sturla, arzobispo de Montevideo, nombrado por el Papa Francisco para esta sede en 2014.
Muchos pensaron que este salesiano seguiría un perfil bajo y aceptaría la situación religiosa de Uruguay y el sometimiento al laicismo. Sin embargo, ha sido todo lo contrario y el cardenal está destacando por su valentía y su llamada a reivindicar el orgullo de ser católico, así como su derecho a participar como cualquier otro ciudadano en la vida pública. Es un obispo sin complejos, que quiere católicos sin complejos.
En estos años, Sturla ha logrado revitalizar la fe de los católicos convocando actos multitudinarios y exitosas iniciativas que han dejado desconcertados a los líderes políticos y sociales del país.
El fenómeno Sturla ha trascendido las fronteras del país y ha llegado a la prensa internacional, alertada de un “cardenal populista” que ha osado plantar cara a la ideología de género o a las feministas radicales.
The Globe and Mail, principal diario canadiense, publica un extenso reportaje sobre el cardenal uruguayo, al que acusa de buscar confrontación y de querer convertir a los católicos uruguayos en una fuerza política. Una Iglesia silenciosa y sometida era más cómoda que una en la que se llama a los católicos a participar en la vida pública y a enfrentarse a los males que puedan azotar el país.
En el reportaje alertan del éxito que está teniendo el cardenal. Un grupo de católicos pidió que se pudiera erigir una estatua de la Virgen María, en una zona de Montevideo en la que acuden a rezar, pero se les denegó pese a que cerca existen otras en honor a la diosa africana Yemanyá, a Confucio e incluso otras a la masonería. La respuesta de los católicos fue colocar balconeras con imágenes de la Virgen. Las previsiones desbordaron al propio Sturla, y más de 30.000 fueron colocadas sólo en Montevideo.
A los laicistas les dijo: "No somos recién llegados, no nos traten como recién llegados. Yo creía que eso era de hace 100 años. Que fueron las picardías, travesuras, luchas ideológicas serias de hace cien años. Ahora, estar diciendo ‘métanse en las iglesias, no invadan el espacio público´... Pero, señores... ¿es invadir tener una imagen religiosa en una plaza? Ya hay imágenes religiosas... igual que hay imágenes de cuanto líder existe, político, uruguayo o extranjero, de diversa índole, filosófica, etc... Lo que pasa es que el laicismo en este país ha sido lo más dogmático que existe. Ellos, que tanto critican a la Iglesia, tienen un dogma: que lo religioso tiene que estar reducido a la conciencia individual... Son los que tienen una mentalidad laicista retrógrada de hace 100 años".
Por ello, Sturla ha afirmado que "la Iglesia no tiene planes ocultos, no tiene reuniones secretas, quien quiere ir a una misa católica no tiene más que entrar por la puerta, sin requisitos... ¿Cuál es la misión de la Iglesia? Evangelizar, anunciar el evangelio porque entendemos que es la cosa más linda que le puede pasar a una persona, encontrarse con Jesucristo, saberse amada infinitamente por Dios, saberse abrazada por ese amor misericordioso”.
Sabiendo de la necesidad de Jesucristo que hay en el país, el arzobispo considera que “el Uruguay es un país que necesita muchísimo de ser nuevamente evangelizado”. Y para ello, ha puesto en marcha un plan para evangelizar sin miedo. Está formando equipos de primer anuncio para ir a las casas, recibir gente, abrir los templos para que los alejados puedan entrar, y además ha hecho un llamamiento para que la liturgia sea bella, que quien llegue al templo “encuentre el atractivo de la liturgia bien celebrada, con una música adecuada”.
El arzobispo de Montevideo también ha instado a los uruguayos a rezar en familia y a no ser “cristianos católicos acomplejados, sino cristianos católicos contentos de serlo”.
Para el purpurado, la ideología de género es “una especia de locura” y así lo ha manifestado públicamente, donde ha denunciado que para estos ideólogos “no hay dos géneros sino que para algunos hay 14 y hasta 31 para otros. Es una locura que va contra el Dios creador”. “No tiene nada que ver el ser varón y el ser mujer con el sexo, sino que cada uno va construyendo lo que quiere ser y puede ir cambiando”, agregó.
El prelado sostuvo además que “la Iglesia Católica no es solo para las familias que se han mantenido unidas, que se llevan bárbaro, donde todo es precioso; la Iglesia es para todos. Porque nunca es ‘club de perfectos’, siempre es casa de puertas abiertas para todos”.
“Eso no quiere decir que no tengamos un ideal de familia. Ese ideal está dado por el papá, la mamá, los hijos. Ojalá también abuelos, primos y tíos, una familia numerosa. Porque allí, en la familia numerosa, las tristezas se dividen entre todos y son menos, pero las alegrías se multiplican. Esto es lo lindo de las familias según el plan de Dios”, agregó.