Su vida dio un giro radical en 2011, cuando se convirtió. Lo que era "alergia por los sacerdotes y por la Iglesia" se transformó durante un viaje a Medjugorje en un intenso deseo de Dios: "Tenía una vida privilegiada que ya no me gustaba, quería cosas simples, normales, hasta que una mañana llamé a un amigo y le pedí que me ayudara a regresar definitivamente a Medjugorje, de lo contrario me habría arrojado por la ventana. Me fui de Italia con dos maletas y sin decirle nada a nadie".
Ania escribió un libro contando su experiencia, en la que no todo fue agradable: Con occhi da bambina [Con ojos de niña] (Piemme). Ahora ha sido reeditado por la editorial Sugarco con otro título muy expresivo de lo que ha sido su vida, pese a las aperiencias de sus años de gloria mundana: Salvata dall'Inferno [Salvada del infierno]. Con ese motivo fue entrevistada por La Croce:
Desde Polonia hasta Italia pasando por la violencia, la explotación, la desesperación, el secuestro de personas, el éxito como modelo, su noviazgo con el sobrino de Berlusconi, Paolo Enrico Beretta... hasta llegar a la resurrección a través del encuentro con la fe. En el libro se puede leer la dedicatoria de Paolo Brosio, visitante asiduo del santuario de Medjugorje.
Así presentaban las agencias su libro: "Violencia, alcohol, droga, chantajes y la vida de los nightclub. La experiencia que vive Ania, protagonista de la novela-testimonio Salvada del infierno, es la aventura de una mujer que, llegada de Polonia en Italia persiguiendo un sueño, se encuentra afrontando una serie de experiencias muy crudas. Sólo la fe la ayudará a salir de la oscuridad. La autora, Ania Goledzinowska, cuenta con valentía su historia como si fuese 'una especie de terapia' para liberarse de su pasado". "Decidí contar mi historia cuando comprendí que existe un mundo que nosotros ignoramos. Nos damos cuenta de él sólo cuando vemos rastros de vómito, orina y sangre en las calles", dice la modelo polaca a Ign, periódico online del Grupo Adnkronos.
-Mi historia es la historia de muchas mujeres y adolescentes de hoy. Quiero dar voz a esta parte del pueblo, a personas de este tipo. He contado lo que ha sucedido, lo que sucede a gente como yo, como era yo. Personas que se sienten solas, incomprendidas, incapaces, invisibles: nos damos cuenta de que existen, de que existe esa parte del mundo, sólo cuando encontramos rastros de vómito y sangre por la calle; o cuando hay casos como el de Pamela, la chica despedazada, de la que han hablado en todos los telediarios. Antes de esto, a nadie le importaba nada de ella. En cambio, detrás de cada una de estas personas hay una historia, un sufrimiento; hay también sueños y esperanzas, que a veces sofocamos porque pensamos que no las merecemos. Me preguntas cuál es mi intención con este libro. Te respondo: dejar un mensaje a todos: "No nos permitirían nunca soñar si los sueños no fueran realizables". Dios nos creó a nosotros y, también, a los sueños, y si tenemos fe podemos llegar a cualquier parte.
-No es simple contarla en pocas palabras, digamos que la vida no me ha ahorrado nada, desde pequeña. De hecho, la historia comienza con una escena violenta, relato de la Polonia comunista. Llego a Italia engañando sobre mi edad real. Encuentro a policías corruptos, verdugos, falsos amigos. Paso de la miseria a la riqueza: primero robaba para comer; luego, acabo viajando en avión privado. Pero me doy cuenta de que la verdadera felicidad consiste en otras cosas. Es una especie de Vía Crucis que el lector hace conmigo.
-Conseguí escapar de mis verdugos, durante tres años utilicé otro nombre, Claudia. He hecho de todo, me casé a los 18 años (por lo civil, pagando a un hombre para que se casara conmigo), para poder quedarme en Italia. Hay toda una serie de momentos dramáticos, pero otros también divertidos. Todo empezó a cambiar cuando, gracias a mi relación de dos años con el cantautor Francesco Baccini, me alejé de las drogas.
-Todos, sobre todo las chicas, soñamos con un príncipe azul cuando somos pequeños. Yo he podido vivir este sueño en la realidad. Emanuele es un hombre muy educado y galante. Buscaba mi castillo encantado en todas partes, pero al final descubrí que ese castillo encantado, que a veces buscamos durante muchos años, lo tenemos cerca, en nuestro corazón. Y es aquí donde tenemos que empezar a construir nuestro cuento...
"Bienaventurados los puros de corazón, porque ellos verán a Dios", reza la camiseta que lleva Ania: Cuori Puri se inspira en el Sermón de las Bienaventuranzas.
-El camino de la fe ha sido, para mí, un bellísimo descubrimiento que sigo explorando día tras día; busco continuamente sacar nuevas enseñanzas personales de las lecturas del Evangelio. Me he dado cuenta de que hay mucha gente que necesita creer, pero tienen miedo de salir fuera, porque vivimos en un mundo en el que expresar los sentimientos es algo que nos hace sentir ridículos. Mi primera peregrinación a Medjugorje y, después, mi traslado allí, cambiaron mi vida para siempre. Es algo que no se puede explicar, hay que vivirlo. Cuando estoy allí no quiero volver, pero creo que mi misión es dar testimonio a la gente que necesita creer, no a los que ya creen.
Jóvenes vinculados a Corazones Puros: en el centro, Ania. Los participantes en esta iniciativa llevan un anillo como sello de su compromiso.
-Sí, porque estoy convencida que mi misión está en el mundo; no se puede ayudar hasta el fondo a jóvenes, novios y esposos si no vives los problemas que viven ellos. El matrimonio no es un cuento de hadas, como quieren hacernos creer. Esta es la razón por la que hoy todo acaba tan deprisa: porque la gente ya no está acostumbrada a arremangarse o a sufrir. En el matrimonio, además de la felicidad y la alegría, hay también mucho sufrimiento, problemas, momentos a veces dolorosos, que hay que intentar superar juntos. Si pensamos sólo en nuestra felicidad, mejor no casarse.
-Después de leer mi historia en los periódicos, vino aposta desde Italia a la comunidad donde vivía para conocerme. En esa época aún era novia de Paolo. Después, llamémoslo el destino, pero yo diría la Providencia, quiso que me mudara a un convento en la Apulia, en el mismo pueblo donde vivía este hombre. Allí empezó todo. Lo digo con total sinceridad: nos unió la fe. Hemos vivido en castidad hasta el día de nuestra boda, y hoy puedo decir que si no hubiéramos pasado por ese periodo, en el que aprendimos a esperar, probablemente ya nos habríamos dejado. En la vida nunca sabes lo que te puede suceder: uno puede enfermar, o irse a otro lugar durante unos meses por trabajo, o tomar decisiones que te obligan a una separación. Si eres dependiente sólo del sexo, si tu relación se basa sólo en esto, al cabo de un tiempo empiezas a buscar consuelo en brazos de otro. Esta es la razón por la que es tan importante conocerse bien y liberarse de la esclavitud de cosas que nos hacen dependientes. Nosotros, de Corazones Puros, somos hinchas de un Amor libre, pero no libertino.
La boda de Ania con Michele tuvo lugar en 2014.
-Muchas personas me escriben contándome lo que han vivido, pero que nunca habrían tenido la valentía de admitir, que nunca habrían contado sus errores como he hecho yo. Hay siempre quien está peor y quien tiene una historia dramática como la tuya, pero para poder cambiar el mundo debemos empezar por nosotros mismos. Yo, en la fe, he encontrado la serenidad: Juan Pablo II, sus palabras, su persona, han sido para mí un estímulo fortísimo para abordar ciertos temas, para captar esos momentos en que sentimos la necesidad de un contacto más profundo con nosotros mismos y, así, empezar a entrever a Dios. Rezad, éste es mi consejo, no tengáis miedo.
Traducción de Helena Faccia Serrano.