Criado en una familia de padre ateo y masón, una madre influenciada por la corriente hippie y un hermano comunista ortodoxo, estudiar en la Universidad Autónoma de México -"uno de los semilleros de progresismo"- terminó por eliminar toda buena imagen que Carlos Rubio pudiese tener de la fe y la Iglesia.
Aunque había recibido el bautismo y la confirmación por influencia de su madre -que trató de educarle en la fe "sin mucho acierto"-, pudo más la influencia de su padre, perteneciente al mismo rito que profesaba el célebre presidente mexicano Benito Juárez, el Nacional Mexicano.
Hijo de masón y con una profunda inquietud intelectual y racionalista potenciada por sus estudios de Humanidades y Políticas, Rubio tenía todos los ingredientes para integrar las filas de la masonería, según explicó a Leonardo Abdala en El depósito de la fe.
La invitación no tardó en llegar a través de un conocido de su padre perteneciente a la Gran Logia del Valle de México. A esta le siguieron entrevistas, análisis y preguntas que superaba con éxito y que despertaban cada vez más curiosidad en el joven.
Y fue aceptado, comenzando como todo "hermano masón" en el grado de aprendiz.
En la masonería: adorando al Baphomet, portador de luz
Aunque como aprendiz no llegó a desvelar muchos de los enigmas reservados para grados superiores, el neófito de esta secta mistérica para unos y discreta para otros comenzó a ser consciente de "prácticas que no son de Dios".
Mismamente con el hecho de ver y loar continuamente estatuas de Baphomet, una deidad andrógina con aspecto de macho cabrío de quien le aseguraban que representaba a la sabiduría, aunque es también adorada por satanistas que no esconden su verdadero significado.
Si creyó en cambio que representaba la luz y la sabiduría era por el "adoctrinamiento" al que fue sometido, a lo que contribuyó que aparentemente "cualquiera pueda entrar en la masonería, ya sea cristiano, judío o musulmán".
Una de las estatuas de Baphomet con dos niños erigidas por la organización The Satanic Temple en Estados Unidos.
"Si aceptan de todo será verdad", pensaba. Sin embargo, cada vez era más consciente de aspectos que le "chocaban", como la ambigüedad y el relativismo promulgado en su logia al anunciar que "ni todo lo bueno es tan bueno ni todo lo malo es tan malo" o que incluso "el demonio no es tan malo porque lo creó Dios para traernos la luz e iluminarnos".
Objetivo, "destruir la Iglesia"
Por aquel entonces Rubio estaba contento y aprendía multitud de aspectos y disciplinas en las que no había tenido oportunidad de profundizar en sus propios estudios e investigaciones, mientras cada vez era más consciente de que otros secretos le seguían estando velados, a la espera de crecer en la logia.
Pero cuando estaba a punto de ascender de grado como Compañero recibió una oferta de trabajo que le obligaba a cambiarse de ciudad y su pertenencia a la masonería se fue diluyendo hasta desaparecer.
Fue así, conforme se alejaba, que descubría que por más que los ritos que hubiese practicado no fuesen necesariamente hostiles a la fe, se trataba de una cosmovisión "que tenía como objetivo desde su nacimiento destruir a la Iglesia, separarla del Estado y acabar con la [supuesta] tiranía de la Iglesia", en pos de una suerte de religión "de unos elegidos" que no duda en comparar a las herejías protestantes o modernistas.
Testigo de una vida feliz y transformada por la fe
Por ese momento, imbuido de las corrientes "progresistas" como un joven profesor universitario, comenzó a presenciar de lejos las múltiples crisis que afectaban a su hermano, comunista militante.
"En pocos meses le empezó a ir muy mal en su trabajo, lo amenazaron con prisión, su esposa perdió a un bebé por salud y le detectaron un cáncer muy agresivo", enumera.
En plena debacle, el matrimonio se acercó a la fe. "Empezaron a ir a misa, a retiros, dejó el comunismo y el alcohol, se casaron por la Iglesia y su vida empezó a cambiar. Le empezó a ir muy bien en el trabajo, se curó del cáncer y aunque le dijeron que no podría tener hijos nunca, tuvo cuatro. Se le veía feliz, pleno", atestigua Rubio.
Pero cuando su hermano comenzaba a ver la luz, la tormenta inundó de lleno la vida de Carlos cuando perdió su trabajo y su vida, comparada a la de su hermano, empezaba a perder el sentido.
El cambio "imposible de entender" que empezó en un retiro
Algo que comenzó a cambiar después de que le invitasen a un retiro. Recuerda que "no funcionó" como puede suceder en otros cambios ni hubo conversiones tumbativas, pero lo que vio le llamó la atención. Lo que su racionalismo no le permitía aceptar era que Jesucristo, "un crucificado derrotado" pudiese ser el salvador, pero se acercó a María.
"Ella me fue llevando de la mano a Jesús. Poco a poco empecé a ir a misa, a llevar a mis hijos y a mi señora y nos empezamos a acercar", relata.
Lo que sucedió a partir de entonces impactó profundamente en su vida, especialmente por la ironía que Dios tendría para hablar a alguien "profundamente científico, racionalista y lógico por el que no existía lo que no pudiese ver o entender". A más se acercaba a la fe, más "impresionantemente cambiaba" su vida.
En el caso de su trabajo, a mitad de semestre y con todas las plazas ocupadas, recibió hasta dos ofertas en universidades con horarios matemáticamente imposibles de compaginar: a tres semanas de quedarse sin trabajo ya estaba tratando de "hacer tetris" para cuadrar una agenda a día completo.
"Estadísticamente, si tuviéramos a un matemático y le preguntase la probabilidad de que me diese tiempo a todo, creo que sería imposible estadística y racionalmente. No había forma de explicar ni entender todo esto a no ser que fuese un acto de Dios", afirma convencido.
Apps, evangelización y matrimonio cristiano: "Nuestro granito de arena"
Antes de formalizar su formación cristiana y su conversión, Carlos y su mujer tuvieron dos hijos con técnicas de reproducción asistida que no repetirían con el conocimiento moral que tienen hoy, los recibieron y criaron como "una bendición".
Pero Carlos y su esposa saben por experiencia que al igual que el obrar de Dios para cambiar su vida era "inexplicable", también lo eran los "ataques" del demonio para que no culminasen el proceso. Especialmente a la hora de casarse con su pareja.
Primero fueron los "pretextos" y retrasos con motivo de la situación económica o de sus hijos, después la pandemia, una depresión de su mujer, la caída en la enfermedad de su madre… "Pero necesitábamos casarnos. Dolía mucho ir a misa y no poder comulgar ni confesarte, sobre todo cuando entiendes lo que significa la Eucaristía y el regalo de tener a Jesucristo ahí".
Pasada toda una travesía que se alargó por años persiguiendo el sacramento, "al fin" el nuevo matrimonio pudo "recibir al Señor".
A día de hoy, esta familia cristiana aporta lo que considera "un pequeño grano de arena" comparado a "los regalos de Dios". Juntos acuden a misa y reciben los sacramentos, educan a sus hijos en la fe y el catecismo y él desarrolla proyectos de evangelización y apostolado en México y Estados Unidos, como la aplicación de apologética "El Cruzado" y otros en elaboración relativos a la Sábana Santa, milagros eucarísticos o de sanación, "para poder aportar un poco de lo mucho que el Señor nos ha dado".
Descarga aquí "El Cruzado".