Javier Fernández Centeno  nació en 1966 en Ëcija, estudió Farmacia en Sevilla, es Máster en Bioética sanitaria y miembro fundador de ANDOC (Asociación Defensora de la Objeción de Conciencia Farmacéutica en España). Ha trabajado en una oficina de farmacia durante 19 años. Es además uno de los nuevos sacerdotes del Opus Dei ordenados el pasado sábado en Roma por el cardenal Robert Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.
 
Este nuevo sacerdote señala las reacciones de muchos amigos ante el paso que ha dado: “Asombro y admiración, seguido de un alegre entusiasmo, que me ruboriza en cierta manera. Y sobre todo he recibido mucho cariño por parte de mis padres, familiares y amigos. Han llegado muchos mensajes a través de las redes sociales, de profesores del colegio, como de compañeros del bachillerato, farmacéuticos de mi promoción y también de amigos de mis padres. Estoy muy agradecido a Dios y a San Josemaría.
 

- Dos cosas: ser consciente de que es Dios quien me ha elegido para esto y que por tanto me dará la ayuda necesaria para llevarlo a cabo; y comprender que luchar por cumplir la misión que Él me ha entregado es garantía de felicidad verdadera.


 

 - Sin duda. Los años que trabajé como farmacéutico me han brindado la cercanía de muchas personas, con quienes he compartido sus afanes e ilusiones. Tengo muy vivo el recuerdo de la vida sencilla de hombres y mujeres sin carrera y con un sentido muy profundo de la vida.

En estos años me ha ayudado mucho haber podido compartir el pesar y el dolor de algunas personas que han vivido largo tiempo solas, o que han sufrido las consecuencias de la crisis o han perdido a un ser querido en la flor de la vida. Mucho sufrimiento humano que Dios permite en su infinita sabiduría, siempre para nuestro bien, como he podido reflexionar con los textos del Papa Francisco.
 

- No existe el sacerdote ideal. Dios elige a quien quiere, cuando quiere y porque quiere. Es Él quien actúa en las almas a través de los instrumentos humanos que ha elegido previamente.


 

- Me acabo de ordenar y no tengo ni idea de lo que la gente espera de mí. Me iré enterando poco a poco. Lo que sí sé es que Dios espera de mí que le sea fiel siendo portador de su Misericordia y de su Amor por todas las almas. Los sacerdotes hemos de ser sacerdotes 100 por cien, y que hablemos siempre de Dios: servicio alegre y gratuito las 24 horas del día, 7 días a la semana: esto es lo que debe caracterizar al sacerdote del siglo XXI.
 

- ¿Necesita Dios muchos sacerdotes? Pues…no lo sé: muchos, muchos quizá no, pero santos sí.

Los Apóstoles eran 12, pero estaban llenos del espíritu de Dios. Lo primero es la calidad y después vendrá la cantidad. Pienso que la santidad de los sacerdotes debe ser un motor imparable del que Dios se pueda servir para iluminar a las almas que le buscan con sinceridad de corazón.