Más datos: "Cuando empiezo a orar, la gente salta por los aires. La medicina espiritual es la mejor y uno distingue cuándo hay una enfermedad psíquica o nerviosa o la presencia de Satanás". Cuando le preguntan cuáles son los signos de posesión, en vez de enumerarlos, responde tajante y breve: "Lo ves inmediatamente".
¿Y tiene miedo en esos casos? "No, porque siempre está Nuestra Señora que nos ayuda".
Lo de hacer exorcismos por teléfono móvil es de lo más irregular, aunque quizá se refiere sólo a sencillas oraciones de liberación, puede que usando parte del texto del ritual exorcístico. Y distinguir los casos "inmediatamente" (¡y más por teléfono!) choca con la experiencia de muchos exorcistas que necesitan tiempo y pruebas para constatar cada caso.
Pero a este anciano sacerdote es difícil llevarle la contraria por cuatro razones:
1) tiene 90 años;
2) es cardenal;
3) el Papa Francisco le aprecia especialmente
y 4) pasó 28 años en trabajos forzados en la Albania atea
Se trata del cardenal albanés Ernest Simoni, que vio de cerca la terrible maldad y crueldad del régimen ateo albanés, aquello de lo que es capaz el Estado y el hombre ensoberbecido contra Dios y contra el hombre. Quizá por eso la maldad demoníaca no le impresione especialmente.
Según The Tablet, declaró que también había hecho exorcismos a musulmanes que se lo pedían; no es cosa infrecuente en los países de mayoría musulmana que acudan para eso a sacerdotes cristianos, sean católicos, ortodoxos o coptos. "En Albania siempre voy a bendecir las casas de los musulmanes cuando me lo piden", añadió.
Detalló además que las oraciones de liberación que usa son "las de León XIII en latín", lo que parecería confirmar que no son exorcismos completos. Especificó que es la que usa siempre aunque sabe que recientemente hay un nuevo ritual.
En el curso de exorcismos en Roma
Ha hecho sus declaraciones durante el curso "Exorcismos y oraciones de liberación" del Ateneo Pontificio Regina Apostolorum de Roma, que empezó el lunes y congrega a 250 sacerdotes llegados de 51 países. Algunos son exorcistas novatos que vienen a formarse, o ayudantes de exorcistas. Otros trabajan en el ámbito de temas que esclavizan a la persona: las drogas, las sectas o las adicciones. Quieren servir a Cristo liberando a los oprimidos por el mal... y por el Maligno.
Hace ya 13 años que se organiza este curso, han pasado ya 3.000 sacerdotes por él, y es noticia en cada edición. Pero este año la Asociación Internacional de Exorcistas no participa en el curso del Regina Apostolorum, por un desauerdo con el enfoque. Según el Ateneo, no comparten la "multidisciplinariedad" del curso y "la libertad de enseñar" sobre el tema.
Sí participa el Grupo de Investigación e Información Sociorreligioso (www.gris.org). A él pertenece Giuseppe Ferrari, que declara al Huffington Post que "promover un curso de nivel universitario nació para tratar de resolver las dificultades que enfrentan muchos sacerdotes al tratar los problemas presentados por personas que querían liberarse del contacto con el mundo del ocultismo, la magia y el satanismo o que por diferentes motivos sentían que tenían que ver con la acción del demonio".
Asistentes al curso de exorcismos y liberación del Ateneo Regina Apostolorum
"El curso nació para dar a conocer la mejor manera de ayudar a las personas que necesitan sanación espiritual", dice el padre Luis Ramírez, del Instituto Sacerdos de la misma Universidad.
Y el veterano cardenal Simoni ha acudido a contar su experiencia.
El 21 de septiembre de 2014 en la catedral de San Pablo en Tirana (Albania), el Papa Francisco lloró y abrazó emocionado al anciano sacerdote después de escuchar sus sufrimientos bajo la opresión del régimen de Albania, que declaraba ser el primer Estado ateo.
Primero pasó 18 años de trabajos forzados en una mina, y luego 10 trabajando en alcantarillas. En 2016, Francisco lo elevó a cardenal, el mismo año que beatificaba 38 mártires albaneses bajo el comunismo.
Simoni nació en 1928, tenía 11 años cuando empezó la Segunda Guerra Mundial. A los 18, ya bajo persecución comunista, entró en el seminario franciscano albanés. Fue ordenado con 27 años, en 1956, y arrestado siete años después. Fue dos veces condenado a muerte (en 1963 y en 1973) pero logró que le conmutaran la pena por trabajos forzados, hasta que fue liberado en 1981. Aún ejerció como sacerdote clandestino en libertad 9 años, hasta caer el régimen ateo en 1990.
"El régimen comunista quería alejarme de Jesús", explicó en 2017 en la agencia SIR. "Me consideraban un enemigo del pueblo. Al no querer renegar de la fe, en Nochebuena de 1962 me arrestaron mientras celebraba la Santa Misa. Al acabar la celebración me pusieron cadenas y me leyeron el decreto de ahorcamiento con la acusación de haber dicho al pueblo: "Debéis morir por fidelidad a Jesús". Jesús me dio la gracia divina de poder afrontar cada prueba. Hicieron todo lo posible para alejarme de Jesús por la fuerza. Me pidieron que blasfemara contra Jesús, contra la Iglesia y contra el Papa. Nunca lo hice y me encadenaron. Se me paró el corazón, pensé que moría. Cada mártir encuentra la fuerza de afrontar su propio martirio en el amor a Jesús".
Pone un ejemplo de lo insidioso del régimen. "Habían puesto en mi celda a un espía. Era un amigo mío, que había venido a comer conmigo muchas veces en la parroquia. Había cambiado e intentaba ponerme en situaciones difíciles. Me provocaba diciéndome: "Estos comunistas son delincuentes, quieren destruir la fe". Yo le respondía: "Estoy dispuesto a dar la vida por Jesús. Jesús nos ha enseñado también a perdonar y a amar a nuestros enemigos. Con su amor hacia todos Jesús ha salvado al mundo".
El espía relató lo que había dicho al dictador. Diez días después la condena me fue conmutada en dieciocho años de cárcel en la mina de Spaç. Cuando salí de la cárcel, me condenaron de nuevo a trabajos forzados: durante diez años trabajé en las alcantarillas de Scutari".
Da más datos: "Nunca perdí la fe. Seguía celebrando la Santa Misa con hostias cocidas a escondidas en pequeñas estufas; para el vino utilizaba el zumo de los granos de uva. Rezaba el Santo Rosario y confesaba a mis compañeros de cárcel y en la mina. Dios nos protegió y salvó a todos".
Después fue un apóstol de la reconciliación: "Con la llegada de la libertad religiosa, el Señor me ayudó a servir a muchas aldeas y a reconciliar a muchas personas deseosas de venganza, alejando el odio de sus corazones".
En 2017 el presidente de Albania, Bujar Nishani, daba al antiguo "enemigo del pueblo" la Orden de Honor del país. En Albania hay 600.000 católicos, mucha pobrez y libertad para que vayan misioneros a evangelizar.
Desde su teléfono movil del siglo XXI, él, niño de la II Guerra Mundial, telefonéa a las personas oprimidas por el diablo, la Serpiente Antigua. Veterano de las minas y las torturas, no le asustan los gritos de los posesos. Él, tantos años preso, sigue obedeciendo el mandato de Cristo de "anunciar la liberación a los cautivos" y de expulsar demonios en su nombre.
El Papa se emoció con la historia del anciano padre Simoni... y dos años después lo creaba cardenal