Jaume Vives se hizo de verdad conocido a partir de octubre de 2017. En pleno proceso independentista en Barcelona, decidió salir al balcón de su casa a responder a las caceroladas de los activistas independentistas con música festiva de Manolo Escobar y comentarios divertidos. Lo grabó en vídeo, y los vídeos se hicieron virales. Más tarde, lo hicieron portavoz de Tabarnia, la iniciativa "divertida pero lúcida" que pretende responder al independentismo con sátira, paradojas y sentido del humor.
Vives dedica a su historia de fe todo un capítulo de su libro recién publicado Tabarnia, la pesadilla de los indepes. El libro habla de política (con humor). Pero Vives explica su descubrimiento de la fe para refutar cualquier acusación de fanatismo o integrismo.
Lo hace porque los oponentes a Tabarnia "pretenden satanizar a quienes están detrás, y ya que les encanta fisgonear en vida ajena, se lo voy a poner fácil para que se documenten". Dios ha hecho cosas en su vida, y él, que es periodista, las cuenta.
"Nací en una familia normal y corriente. Mi padre es arquitecto y mi madre funcionaria. A mí padre la crisis le vino igual de bien que a todos los arquitectos, y a mi madre lo de funcionaria igual de bien que a todas las que alzan la voz. Tuve una infancia feliz con mis padres y mi hermana", explica.
Veranos en la masía de los abuelos, "muy vinculados a la Colla Vella dels Xiquets de Valls", la agrupación de castells. "Enamorados del Priorat, 8 apellidos catalanes y dos tabarneses... doce hermanos Vives que hace décadas se repartieron por toda España, sus hijos y sus nietos hablan catalán, aman esta tierra y conocen su historia y su lengua". Eso describe a los Vives.
"Mi familia es católica y así me educaron. Este es otro de los delitos del que me acusan algunos medios. Pero la infancia feliz y tranquila terminó cuando empecé a tener más uso de razón: mi inquietud y yo empezamos a aborrecer todo tipo de autoridad. En ese momento el poder eran mis padres y me tocaba rebelarme contra ellos. Mi resistencia entonces no estaba en el balcón, estaba en el resto de la casa".
A los 13 años ya se fugó de casa a dormir en la calle y en casas de amigos, como gesto de rebelión. Volvió a los pocos días porque su padre le avisó de que iba a acudir a la Policía. Él se dedicó desde esa edad a hacer todo lo contrario de lo que le habían enseñado, contra la autoridad familiar y contra las normas sociales.
"Empecé a comprar todo aquello que el mundo me ofrecía: mucha fiesta, mucha diversión, grandes noches de placer y de excesos, no ponía límites a nada. Lo veo ahora con perspectiva y me sorprende lo joven que abrí la caja de Pandora. Pienso en lo mucho que mis padres han sufrido por mí", lamenta.
Fueron años de "fiesta, alcohol, algunas drogas, sexo desligado de todo tipo de amor con las mujeres. Y me arruiné. El vacío interior era muy grande. Me entristece ver ahora a tantos jóvenes que siguen esos mismos caminos".
La parroquia de Sant Vicenç dels Horts; Jaume despreciaba a la Iglesia y la fe, pero el cura le acogió allí en su fuga
A los 16 años se escapó de casa otra vez, a la montaña, de aventura... "Triste aventura: estuve durmiendo en cobertizos, iglesias, en el bosque. Salí desde Barcelona e hice una peregrinación de varios kilómetros recorriendo muchos pueblos. Pasé por el pueblo de Junqueras, Sant Vicenç dels Horts, donde dormí una noche en la iglesia del pueblo gracias a la amabilidad del sacerdote. Por aquel entonces tenía un gran desprecio a la Iglesia y a la fe, fruto de mi pésima relación con mis padres. Era una reacción inmadura e infantil de rechazo a lo que me habían enseñado. Yo jamás fui un ateo intelectual, me quedé en lo del ateo práctico, que es más fácil".
Hacia los 17 y 18 años, varias experiencias cambiaron a Jaume. Por un lado, le ayudaron a sosegarse un viaje a Medjugorje y unos campamentos "con un sacerdote excepcional".
Por otro lado, conoció a "un grupo de jóvenes maravillosos, entregados a los más pobres, los Jóvenes de San José". Él dedicaba sus noches a sus juergas. Pero fue en una noche de fiesta cuando conoció a estos jóvenes católicos, "que entregaban su tiempo libre a los demás, se dedicaban a los más pobres, les conseguían mantas, comida, pisos, trabajo, pero sobre todo les daban esperanza, una razón para vivir. Hacían una labor increíble, con una gran sonrisa. Eran la alegría en persona. Caí del caballo, como San Pablo".
Jóvenes de San José (jovenesdesanjose.org), en las calles de Barcelona
"Recuerdo volver a casa a las tantas de la mañana, después de haber estado toda la noche de ruta con ese grupo de jóvenes por las calles, y dormir como hacía tiempo que no dormía, tranquilo, en paz, sin angustias, como un bebé. 'Yo quiero eso', me decía, 'quiero dormir como un bebé, no quiero ese vacío existencial, ese no poder descansar en nada es una mierda'. Esa experiencia me fascinó. La alegría de ese grupo de jóvenes me cautivó. Pensé que el bien que me habían hecho a mí tenían que hacérselo también a otras personas. Ese fue el chispazo de la que después fue mi vocación".
Dedicó su trabajo de fin de bachillerato a investigar a etsos jóvenes y sus motivaciones, y descubrió que tenía pasión por contar historias.
En primero de universidad sacó su libro Las putas comen en la mesa del rey, que habla de la gente pobre, sin hogar, las vidas desapercibidas que él conocía y trataba con Jóvenes de San José. En segundo curso pasó 8 días de junio viviendo en la calle, en comedores sociales, durmiendo en cajeros automáticos, con gente sin techo que había conocido. "Viven entre nosotros y los tratamos como extraños. Descubrí una segunda Barcelona que funciona con otras normas y a otro ritmo".
Llegó a una conclusión: el mayor problema en Occidente es la soledad, y no solo entre los pobres. La misión de cada persona, señala, es amar y ser amada. Los que tienen techo y comida, pero están faltos de amor, buscan vías de escape "que intenten llenar, siempre sin éxito, ese vacío": "trabajar a destajo, ruido a todas horas, sexo, alcohol y drogas non stop..."
Nos escandaliza ver un mendigo borracho el lunes por la mañana, dice, pero no que nos emborrachemos cada viernes noche. La gente de la calle, sin hogar, busca lo mismo, pero sin seguir las reglas y trucos baratos de la sociedad.
Descubrió también que salir de la calle es casi imposible, a menos que la persona consiga establecer una relación de amistad sincera con alguien que le saque. "Sin amistad, perdemos el tiempo y de poco servimos; quien tiene un amigo, tiene un tesoro", constata.
A los 22 años, Jaume estaba en Líbano entrevistando refugiados cristianos sirios e iraquíes que huían del yihadismo. Antes había pensado que las historias de persecución contra cristianos eran "una exageración de ciertos portales católicos". Más en concreto, pensaba que eran exageradas las historias de cristianos que preferían perder casa, país e incluso la vida antes que renunciar a la fe. En Líbano vio que esos cristianos existían y eran una multitud y su fe era impresionante, contundente, irrefutable.
Jaume Vives se esfuerza en dar a conocer la situación de sufrimiento y fe firme de los cristianos de Oriente
Al año siguiente, con 23 años, su hermana, su prima y otros amigos, organizó una expedición a Irak para filmar su documental Guardianes de la fe. Se ha proyectado en cines, colegios, festivales, con proyecciones en España, México y ahora ya también en Italia.
Y llegó 2017 y todo el alboroto independentista en Cataluña. Y los altavoces que habían resonado en Mosul, Qaraqosh y en la llanura de Nínive en Irak, resonaron en su balcón.
"Sin abandonar ninguna de esas cosas, un buen día se me hinchan las pelotas y salgo al balcón a proclamar a los cuatro vientos que ya está bien, y el régimen [independentista], que ni me conoce ni ganas, coge cuatro cosas de aquí y de allí y me etiqueta como ultracatólico, machista, homófobo, islamófobo y una larga lista de -fobos. Todo para intentar desprestigiar ese grito contra el poder", denuncia.
"Era salir al balcón o volvernos todos tarumbas. Y así descubres que hay millones de personas que también quieren salir al balcón. El malestar de la gente, que durante años ha trabajado la paciencia, se convierte en un grito de alegría y en un grito valiente que dice basta".
Hoy apuesta por el humor para recuperar el seny y dedica su libro Tabarnia "a mis buenos amigos indepes, la demostración de que la convivencia es posible si hay amor a la persona por encima de las ideas".
(El testimonio completo de Jaume se puede leer en Tabarnia, la pesadilla de los indepes)
Los libros periodísticos de Jaume se pueden conseguir en su web JaumeVives.com
En el vídeo, el trailer de Guardianes de la Fe, el proyecto que de verdad apasiona a Jaume Vives, que está preparando su segunda parte, sobre los cristianos que vuelven a sus hogares destruidos (lo cuenta aquí)