¿Es posible compaginar el ser monje con ser un apasionado del mundo empresarial? El benedictino camaldulense Natale Brescianini así lo cree y además va un paso más allá mezclando sus dos vocaciones y llevando el mensaje cristiano, especialmente el espíritu benedictino, al ámbito de la empresa.
Este italiano nacido en 1971 es el único monje italiano que realiza cursos de formación corporativa desde una visión espiritual ejerciendo así como un exitoso ‘coach’ que mezcla de manera original la tradición benedictina y los principios del entrenamiento personal.
En un reportaje publicado por la revista Credere, el padre Bresciniani asegura que tiene como ‘clientes’ a empresas que le llaman para que imparta clase de una jornada completa tanto a grupos de empleados, como a directivos o para dar clases individuales de coaching.
¿Qué hace exactamente en esta sesiones? Habla de la vasta sabiduría cristiana que hay aplicándola a las necesidades de las empresas y los trabajadores. “Si cada hombre es creado a imagen y semejanza de Dios, sólo tengo que ayudar a la gente a sacar esta imagen, es decir, toda la belleza que tienen”. Su tarea es, agrega, “dar una dimensión de significado”.
Este sacerdote estudió Teología, se especializó más tarde en estudios monásticos en el Instituto Pontificio San Anselmo de Roma y después pasó un año en Berkeley (EEUU), donde estudió inglés y Teología en un monasterio camaldulense en California.
Pero a su vuelta a Italia dejó un tiempo el monasterio llamado por su pasión por el mundo empresarial. Contactó con un empresario de Verona y empezó a trabajar en una compañía dedicada al control por satélite de vehículos. Primero le asignó a un trabajo de oficina y luego le pidió ayuda para la formación de los trabajadores. Pronto la empresa se había convertido en un oasis de paz. Sólo el jefe sabía que era monje.
Durante esa experiencia pudo conocer la dura realidad que viven los trabajadores en muchas ocasiones y que afectaba a sus vidas. Y vio como algunos aspectos de la regla de San Benito se podía aplicar a estos trabajadores. “Lo que faltaba eran las tres palabras de San Benito ora et lege et labora. Es decir, la espiritualidad da sentido, el estudio da profundidad y el trabajo da concreción”. Así nació el germen de los numerosos cursos y reuniones personales que da en las empresas en este momento.
Eso sí, previamente volvió a la ermita de Monte Giove, donde ha llegado a ser prior. Pero con sus charlas ayuda a personas que van desde altos ejecutivos a simples trabajadores pasando incluso por músicos de la MTV.
Habla a los presentes de experiencias propias como camaldulense aplicables a sus oyentes. Así por ejemplo, habla de “silencio y escucha” cuando da charlas sobre habilidades sociales; explica el papel del abad del monasterio al dar charlas sobre liderazgo.
Igualmente, asegura a sus oyentes que seguir “una regla en la vida” o es otra cosa que “el plan de acción corporativo o personal”; y cuando habla de ganancia advierte de que ‘maximizar es peligroso porque se corre el riesgo de minimizar otras cosas’”.
En sus conferencias y reuniones de coach también lee parte del trigésimo primer capítulo de la regla de San Benito para aplicar en el mundo laboral. Dice: “Cuida todos los útiles y bienes del monasterio como si fueran vasos sagrados del altar. No desprecies nada. No te hagas avaricioso, ni tampoco despilfarrador”.
Extrapolando este tipo de vida cristiana al mundo laboral, el monje agrega que si Eucaristía proviene de la palabra griega “dar gracias” el trabajo tiene que ser igualmente experimentado como un lugar para dar gracias a Dios y a la vida.
Este religioso cree que Jesús fue un ‘entrenador’ pionero y esto le inspiró a la hora de meterse en este mundo. Sin embargo, agrega, “mi objetivo no es tanto convertir, llenar teatros o motivar para propiciar milagros en ellos. No es doping espiritual, sólo quiero compartir cosas que son importantes para mí, experiencias de vida en las que creo”.
Por otro lado, su labor en las empresas se asemeja en muchas ocasiones a una especie de director espiritual y casi confesor. “En los cursos individuales, sobre todo, está la gente que se detiene, reflexiona y que se puede abrir con alguien que no le juzga ni le manda, y así se da cuenta de algunas cosas y sin pretenderlo se encuentra haciendo contemplación”.
Algunos de los gerentes y directivos a los que entrena acaban leyendo y teniendo como libro importante el Compendio Social de la Iglesia. Su objetivo es ayudar a que las personas estén lo mejor posible en el lugar en el que en muchas ocasiones se pasa la mayor parte del día, y que no es otro que el lugar de trabajo.