Esta Semana Santa se han celebrado los funerales de Arnaud Beltrame, el teniente coronel de la Gendarmería asesinado por un islamista en Trèbes, cerca de Carcasona, al ofrecerse en un lugar de una rehén.


El Miércoles Santo se celebró una misa por su alma en la iglesia de San Sulpicio en París, para la cual el padre Jean-Baptiste, su director espiritual y canónigo de la abadía de Sainte-Marie de Lagrasse, mandó una carta que fue leída en el momento de la homilía. No pudo hacerlo él mismo porque al día siguiente debía predicar en un oficio por él en Carcasona. Pero no quiso dejar de reafirmar su fe católica, en lo que parece una respuesta a las informaciones que le vinculan con la masonería: "Su declaración de intenciones para el matrimonio católico, que yo iba a celebrar el próximo 9 de junio en Vannes, es admirable. Marielle [su novia] no desea que se haga pública esta última carta. Sabed que ese texto, escrito solamente cuatro días antes de su muerte heroica, prueba su adhesión incondicional y ferviente a toda la fe católica y a su tradición, que reza en particular a Nuestra Señor con gratitud, que pide la ayuda de San Miguel y que toma a San José como modelo".



El padre Jean-Baptiste especifica que "Arnaud no ocultaba a nadie la alegría que Dios le había ofrecido al redescubrir la fe católica a los 33 años, lo que le llevó a la primera comunión y a la confirmación hace solo nueve años. Hablábamos a menudo de la vida conyugal, de la evangelización, del diablo y otros temas. Tenía sed de saber y de comprender".


El religioso explicó que el pasado 16 de diciembre bendijo su casa: "Me impactó la decoración, que manifestaba su fe y su pasión por la historia de la Gendarmería. Pero aún más me impactó el hecho de que había dispuesto una habitación para hacer un oratorio. Allí rezamos los tres juntos. ¡Imitémosle! ¡Hagamos un lugar en nuestras vidas para la oración!".

"Creo que él ofreció su vida para detener la muerte", continuó el sacerdote: "Las creencias del yihadista le ordenaban matar. La fe cristiana de Arnaud le invitaba a salvar, ofreciendo su vida si hacía falta. ¿Es Arnaud un santo en el cielo, un pecador en el purgatorio o un condenado en el infierno, como piensan quienes apoyan a su asesino? Nuestra gran esperanza es que nos mira e intercede por nosotros, pero solo Dios lo sabe. Sea como fuere, recemos por él y por las otras víctimas de esta tragedia. Recemos por su asesino y por sus cómplices".


Y añadió: "El coronel Beltrame estaba convencido de que no se puede luchar contra una ideología únicamente con armas y ordenadores. Solo se la puede vencer definitivamente con convicciones espirituales. La fe católica que redescubrió y las maravillas cristianas de la historia de Francia que le apasionaban son el mejor escudo contra la locura de las convicciones asesinas que matan y quieren seguir matando".


Homenaje de Estado a Arnaud Beltrame en los Inválidos, con presencia del presidente Emmanuel Macron.

El Jueves Santo, el mismo padre Jean-Baptiste predicó en el funeral por Beltrame en Carcasona. En presencia de Marielle, y en un tono afectuoso, reiteró esas mismas ideas: "Alabado seas, Señor, por el don de la fe católica que fue para Arnaud un redescubrimiento desconcertante. Tenía 36 años cuando recibió por primera vez tu Presencia Real en la Santa Comunión y tu don de fortaleza en el sacramento de la confirmación. Jamás ocultó después la alegría de su fe reencontrada. Sin duda, como todos nosotros, pudo cometer errores en su vida, pero siempre pedía perdón a quienes hubiese podido herir".


"Sé cuánto te amó Arnaud", dijo, dirigiéndose a Marielle: "Este viril soldado, este oficial de élite, era contigo galante, delicado y considerado. Estaba maduro para comprometerse en un matrimonio feliz e indisoluble, fiel a su fe católica... Se preparó al matrimonio con una seriedad que fuerza mi admiración y de la que es testimonio la soberbia declaración de intenciones que me envió cuatro días antes del atentado".

El padre Jean-Baptiste desveló que Arnaud se había entusiasmado con la historia de Luigi Beltrame (18801951) y María Corsini (18841965), el primer matrimonio cuyos miembros fueron beatificados conjuntamente en 2001, y con quienes investigaba un posible parentesco, dada la identidad del apellido.


Los Beatos Luigi Beltrame y Maria Corsini, elevados a los altares en 2001, eran un modelo para Arnaud Beltrame.

"Querida Marielle", le dijo con cariño, "la fecundidad de vuestro amor se mide ya por los "increíbles testimonios llegados desde todo el mundo en estos días, de aquellos que han sido sacudidos y fortalecidos en su fe por el sacrificio de Arnaud. Esos son vuestros hijos. Sin duda, en este día de lágrima una prueba semejante resulta infinitamente misteriosa. Pero no estás sola. Dios llora con nosotros, como lo hizo ante la tumba de Lázaro".

Y llora con ella, además, "la multitud llena de esperanza por el mensaje que su sacrificio ofrece a Francia. El heroísmo es posible. Nuestro país lo necesita para ser salvado de la mediocridad del individualismo que hería su corazón de policía. Es a todos nosotros, en fin, a quien se dirige. Soy testigo de que su tardía búsqueda espiritual le enseñó que todo lo que no es reencontrar la eternidad es tiempo perdido", dijo el padre Jean-Baptiste evocando una frase del filósofo católico Gustave Thibon: "El mundo que él ha abandonado da prioridad a lo urgente sobre lo esencial. Reencontremos, como él, la urgencia de lo esencial".



Antes de finalizar su predicación, el religioso insistió en que "en su hogar, Arnaud y Marielle habían reservado una habitación para hacer en ella un oratorio, donde rezaban juntos". Con ese ejemplo pidió a los presentes: "Os suplico, hermanos y hermanas, al acercarnos a la Pascua, ¡velad en oración!".


La insistencia del padre Jean-Baptiste en que Arnaud Beltrame compartía la fe y la tradición de la Iglesia sobre el matrimonio, se había preparado a fondo para él, tenía como modelo a San José y a un matrimonio beatificado y rezaba junto a su futura esposa en el oratorio que habían mandado preparar en su casa (algo ciertamente poco habitual y signo de una fe sincera en la sacralidad de la vida conyugal) parece ser una delicada respuesta a los comentarios que cuestionaban la moral del policía, casado por lo civil con Marielle hace dos años.

Es como si quisiese sugerir, sin entrar en intimidades que a nadie corresponde saber, que la conducta de ambos era, en ese sentido, irreprochable. Al fin y al cabo, Arnaud Beltrame era un católico que ahora descubrimos excepcional en su compromiso de fe, pero cuya vida no estaba destinada a figurar en los titulares de los medios de comunicación de todo el mundo ni sometida a escrutinio público.


Del mismo modo, la mención del padre Jean-Baptiste a que Arnaud asumía de forma "incondicional y ferviente" "toda la fe católica" y "su tradición", y a su pasión por "las maravillas cristianas de la historia de Francia" es significativa para valorar la alegada filiación masónica de Beltrame. La Iglesia prohíbe expresamente la doble militancia, esto es, que se pueda ser a la vez católico y miembro de la masonería. Lo cual no excluye que haya casos de católicos que lo sean, ya sea por desprecio a esa norma, por ignorancia de la misma o por confusión al respecto. Pero lo que es infrecuente es que esos católicos miembros de la masonería, en particular en países como Francia o España, aunque conserven la fe, admiren "las maravillas cristianas de la historia" de su país, pues precisamente la masonería ha dirigido su labor histórica a desacreditarlas.

Las "maravillas cristianas" de la historia de Francia o España están vinculadas a lo que se suele denominar "alianza entre el Trono y el Altar", objetivo histórico prioritario de la obra destructiva de las logias. Esto es especialmente relevante en el caso de Francia, porque cuajó hace más de un siglo en una ley aún vigente, la ley de separación de la Iglesia y el Estado de 1905, rechazada por San Pío X en la encíclica Vehementer Nos. Aparte razones doctrinales, esa ley rompía un vínculo histórico milenario: "Si obra contra todo derecho divino y humano cualquier Estado cristiano que separa y aparta de sí a la Iglesia", decía el Papa Giuseppe Sarto, "¡cuánto más lamentable es que haya procedido de esta manera Francia, que es la que menos debía obrar así! ¡Francia, que en el transcurso de muchos siglos ha sido siempre objeto de una grande y señalada predilección por parte de esta Sede Apostólica! ¡Francia, cuya prosperidad, cuya gloria y cuyo nombre han estado siempre unidos a la religión y a la civilización cristianas!".

Esa ley contra "las maravillas cristianas de la historia de Francia" fue un acabado producto masónico. El historiador Ricardo de la Cierva (1926-2015) destaca que "la campaña feroz de anticlericalismo en esa época de la historia francesa es de cuño masónico profundo", y "de esta forma preparaban los masones de Francia su implicación en la cruzada anticlerical y antirreligiosa que envenenaría casi toda la historia de la Tercera República, sobre todo durante las décadas en torno al cambio de siglo".


Sea como fuere, lo que queda del sacrificio de Arnaud Beltrame es aquello con lo que concluyó el padre Jean-Baptiste su homilía del Jueves Santo, tras poner en sus labios la llamada Oración de San Francisco de Asís (compuesta realmente en 1912): "Vivámosla, y el sacrificio admirable del coronel Beltrame no habrá sido un fuego pasajero, sino la chispa que encienda un renacimiento. Y entonces, la Francia a la que él sirvió con pasión en la Gendarmería caminará hacia la paz".