Saúl Craviotto es uno de los deportistas españoles más laureados de la historia. Este joven de 33 años y que también es policía nacional tiene en su palmarés cuatro medallas olímpicas conseguidas en los Juegos de Pekín, Londres y Río de Janeiro. Como piragüista tiene dos medallas de oro, una de plata y otra de bronce. Además, ha sido campeón del mundo en tres ocasiones y otras tres de Europa. A todo ello hay que unir su faceta mediática, que le ha llevado a participar y ganar realities televisivos como “Masterchef Celebrity”.
Pero además Craviotto ostenta orgulloso otro punto más en su biografía, la de embajador de Manos Unidas en el mundo. Esta organización caritativa y de cooperación internacional de la Iglesia Católica española tiene más de 5.000 voluntarios y recaudó en 2017 para 897 proyectos por todo el mundo más de 48 millones de euros, de los cuales más del 87% procedía de los donativos de los feligreses y de cuotas de socios, y tan sólo el 13% llegó de subvenciones públicas. Gracias a su labor ayudan a más 1,5 millones de personas, especialmente de las regiones más pobres del mundo.
Viaje a la misión de Amatongas
Para potenciar y visibilizar más la labor que esta organización católica realiza en muchas ocasiones lejos de los focos mediáticos, Craviotto accedió gustoso a ser embajador de Manos Unidas y visitar algunos de los proyectos que están llevando a cabo, y que en su caso tenían además relación con el deporte.
El deportista español viajó a Mozambique el pasado mes de octubre, concretamente a la región de Amatongas, en el centro del país africano, donde visitó y participó en las diversas actividades del proyecto educativo que Manos Unidas impulsa y que favorece a 1.200 niños de esta región de estudian y viven en un colegio que dirigen los hermanos del Sagrado Corazón en la Misión de María Inmaculada.
En una entrevista en Alfa y Omega, Saúl Craviotto relata su experiencia en Mozambique asegurando que “he podido ver la experiencia con los responsables de Manos Unidas. Son gente maravillosa con un corazón brutal, que trabaja de forma altruista. He podido palpar cómo usan el dinero, cómo tratan a las personas, y me he enamorado de su labor. Estoy encantado de colaborar y me encantaría seguir vinculado a ellos”.
Impresionado con los misioneros
Allí también conoció a los religiosos que dan su vida por estos niños. El piragüista quedó impresionado con el padre Germán, que “estuvo 20 años en el Congo y llega otros veintitantos en Mozambique. Es una persona que ha entregado su por vida por y para los demás. Tienen el cielo ganado”.
En declaraciones a Manos Unidas, el cuádruple medallista olímpico asegura que pese a haber viajado a numerosos países debido a su carrera deportiva “este viaje ha sido una cura de humildad. Me ha hecho valorar mucho más nuestra vida y las comodidades de nuestro día a día”.
Craviotto se considera muy afortunado de haber podido conocer a tantas personas “que tienen lo justo para vivir y, sin embargo, comparten todo lo que tienen con una alegría de vivir admirable”.
El deporte como escuela de valores
Una parte del proyecto de Manos Unidas en Amatongas tiene que ver con el deporte, algo que entusiasmó aún más si cabe al piragüista español. “Fuimos a inaugurar un pabellón para que más de 1.200 niños pudieran jugar al fútbol sala, al baloncesto y al balonmano. Cualquier acción que hubiera podido hacer para mejorar la calidad de vida de la gente allí habría sido bonita, pero siendo deportista, algo así me llena mucho más. El deporte me ha ayudado para todo, me ha forjado la personalidad, ha forjado mis valores. Es necesario invertir en deporte en España, en Mozambique y en cualquier parte del mundo. Mientras los niños estén haciendo deporte, no estarán haciendo otras cosas”.
Por ello, considera importante que personas conocidas se involucren en proyectos como los de esta ONG católica. “Las personas que tenemos cierta relevancia, cierta influencia, estamos obligadas a aportar nuestro granito de arena para visibilizar este tipo de acciones”, explica.
De este modo, el deportista confiesa que “es para mí un honor que Manos Unidas haya pensado en mí como embajador porque es una organización que piensa en las personas y en sus derechos, que lucha contra el hambre en el mundo y por el bienestar del ser humano”.
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