El diácono Andrew O’Brien se está preparando para subir todas las escaleras del edificio más alto de Australia. El reto consiste en superar los 1331 escalones en menos de 20 minutos. Andrew quiere así mantener las ayudas que su diócesis ofrece a los pobres, según cuenta CatholicLeader.
Andrew lidera la asociación Rosies (rosies.org.au), que actualmente ayuda a cientos de sintecho. La asociación lleva operando más de 30 años en toda Australia. Superando el reto, Andrew espera conseguir más financiación para su proyecto.
“Mi entrenamiento está yendo muy bien”, ha dicho Andrew. Mi objetivo es batir el tiempo de 20 minutos”. Este diácono tiene 58 años, pero eso no parece asustarle. “Algunos de mis músculos no están muy entrenados, pero estar rodeado de gente sana este 11 de Marzo me ayudará a superar mis límites”.
Rosies es el patrocinador oficial del reto de la escalera, y todo lo recaudado será utilizado en sus actividades. Hasta ahora, la asociación ha recibido 6.000 dólares, pero Andrew espera conseguir 25.000 al término de la campaña. Todo esto permitirá a los 1.150 voluntarios de Rosies seguir ayudando. Además, una parte de lo recaudado irá dirigido a la construcción de un refugio en el centro de la ciudad.
“Asegurar un refugio estable en el centro de la ciudad es nuestro principal objetivo”, ha explicado Andrew. “Si recaudamos los fondos suficientes con este reto, conseguiremos realizar muchos de nuestros objetivos a largo plazo”.
La asociación cuenta, además, con el apoyo de la comunidad, que dona alimentos para los once comedores sociales que dirige Rosies.
Durante los ocho años que Andrew ha sido diácono, su vida espiritual ha dado un vuelco. “Estaba hablando con el obispo de mi diócesis por teléfono y le pregunté cómo podía ayudar más”, ha contado Andrew. “Así empezó mi vocación”.
Al principio, Andrew pensó que tendría un trabajo más espiritual. “Yo quería hacer trabajo pastoral; tras estar treinta años trabajando en temas de administración, quería salir a hablar con la gente”, ha explicado Andrew. “Sin embargo, me dijeron que sería mucho más útil si ponía mis cualidades al servicio de Dios que aprender otras totalmente nuevas para mí. Así fue como puse Rosies al servicio de Dios y los hombres”.
Con todo, Andrew acude dos veces por semana a alguno de los comedores sociales a trabajar codo con codo con los voluntarios. También da charlas a grupos interesados y anima a la gente a sumarse al proyecto. El éxito es cada vez mayor, y mucha gente se suma. “Aún así, yo sigo siendo el mismo; vestido siempre con mi polo de Rosies”.