La pasada semana la Conferencia Episcopal siciliana, que engloba a un total de 18 diócesis de la isla italiana, organizó un nuevo curso de formación para exorcistas con el objetivo de 'potencia la lucha contra el demonio y ayudar mejor a las víctimas de la acción de Satanás.

En total participaron 44 exorcistas y fue realizado en el Centro Juan Pablo II, dirigido por el capuchino Benigno Palilla, veterano exorcista de la Archidiócesis de Palermo y maestro de los sacerdotes a los que el obispo les encomienda este ministerio.


El padre Benigno insistió en la formación de los sacerdotes, incluso desde el seminario, y advirtió que “siendo autodidacta se cometen errores, quizás de buena fe, pero aún así errores”.

“Necesitamos el conocimiento de la Teología pero también un conocimiento específico de las normas de la Iglesia y de cómo la Iglesia dice que deben realizarse los exorcismos. Pero no es suficiente porque necesitamos una actualización y una formación permanente. Finalmente, para hacer un exorcismo bien hace falta un tiempo de entrenamiento. ¿No sería útil estar junto a otro médico con experiencia para entender cómo aplicar lo que se estudia? No podemos imaginar que sea diferente para los exorcistas”, reflexionó el padre Benigno en la reunión.


Pero además hizo otra aportación que luego explicó con un caso concreto de una poseída a la que ha exorcizado recientemente. “Si detrás del exorcista hay una Iglesia orante y penitente, la liberación se logra más fácilmente: una sola reunión  puede ser suficiente y no, como sucede a menudo, un trabajo largo, incluso de años”, explicó. Y es ahí donde invitó a la comunidad cristiana a tomarse muy en serio los sufrimientos de las víctimas del demonio y a las que se las puede ayudar con la oración, adoración, ayuno y la caridad fraterna.


Esta es la decimocuarta edición de estos encuentros de exorcistas de Sicilia. La imagen muestra una de las ediciones pasadas

Y este veterano exorcista quiso contar a sus compañeros un caso concreto, el de María, que recoge la versión italiana de Aleteia.

María es una mujer casada y madre tres hijos que vive y trabaja como empleada en una tienda en Sicilia. Durante cinco años el demonio ha atormentado su alma y herido su cuerpo. Ya está liberada.


El veterano exorcista afirma que “aunque poseída, María asistía constantemente a nuestra pequeña iglesia de San Isidro de Palermo. Era un tormento escuchar al diablo hablar a través de ella durante las celebraciones: ella maldecía a los presentes y al sacerdote que presidía la misa, interfirió en la homilía y gritó ante Jesús Eucaristía. Y en los momentos más turbulentos ella fue llevada a otra sala pero las maldiciones llegaron a los oídos de los que rezaban. Y su corazón se llenó de un profundo e injustificado odio hacia su esposo y sus hijos”.

Pero al sufrimiento espiritual que experimentaba se unía también el enorme dolor físico que le infringía el demonio, especialmente durante los exorcismos. Recuerda el fraile capuchino que María sentía golpes terribles como si fueran puñaladas y que “a menudo, el abdomen se hinchaba de manera desproporcionada”.


Aún así esta mujer italiana no dejó de asistir a la iglesia y de pedir ayuda al exorcista. Y así fue como llegó la Semana Santa del pasado año.  Durante los oficios del Jueves Santo el padre guardián pidió a los fieles que estaban en la misa que ofrecieran el ayuno del día siguiente por una intención: la liberación de María. Ella estaba presente en el templo.

No era la primera vez que involucraban de esta manera tan activa a la comunidad llamando a la oración, al rezo del Rosario y a a la adoración e incluso al ayuno para otros casos similares en el pasado. Ningún feligrés se echó atrás y recogieron el guante del fraile capuchino.

“Los sufrimientos de ella y de su familia quedaron muy claros para todos, la conocían, lo entendieron y la miraron con piedad”, afirma fray Benigno.



La respuesta de la comunidad fue tal que el diablo quedó completamente derrotado. Así lo recuerda: “El Viernes Santo, mientras estábamos en oración, María estaba al margen, una vez más bajo el yugo del demonio. Pero en cierto punto de la liturgia de la adoración a la Cruz, desde la sala en la que se encontraba, lo escuchamos: por primera vez en cinco años, en voz alta alabó al Señor”.


El padre Benigno fue a buscarla y la pidió que fuera a adorar la cruz en la asamblea. “Caminábamos juntos frente a los ojos asombrados de los presentes. Cuando llegué a la Cruz, la invité a besarla, como preveía la liturgia de aquel día. Ella se inclinó, la abrazó e inmediatamente rompió a llorar y con ella toda la asamblea”.

A continuación recibió la Eucaristía y serenamente regresó a su sitio. El exorcista siciliano afirma que “fue un milagro registrado públicamente, un momento extraordinario de la comunidad porque la liberación se produjo gracias a la contribución de todos allí”.

El padre Benigno Palilla considera que contra un enemigo tan poderoso como el diablo hay tres armas que Jesús dejó al hombre: fe, oración y ayuno. Las tres fueron utilizadas por los feligreses de aquella iglesia. Destaca que “la comunidad nos acompañó a ella y a mí también. Así debe ser, siempre y en todas partes, para cada hermano que sufre y para cada exorcista”.


“¡Cuánto amor nos dieron! ¡Cuántas personas se detuvieron para abrazarla el día de su liberación! ¡Cuántas lágrimas en los ojos de todos!”, relata emocionado. Feligreses enfermos e incluso niños quisieron unirse al ayuno para ayudar a María.

Y así participó también en la Vigilia Pascual, sentada en primera fila y ella asegura ahora que “debo agradecer a todos los que asisten a San Isidoro porque nunca me he sentido despreciada, siempre me han aceptado, me han dado la bienvenida e incluso amado. La noche de la Vigilia Pascual celebré la Resurrección del Señor, que también fue la Pascua de mi liberación”.