En este portal encontró algo de lo que no se habla ni se quiere permitir que se hable. Este andaluz vio que se podía cambiar de vida y dejar atrás la homosexualidad, lo que consiguió gracias a la terapeuta de la que hablaba aquel reportaje. A la vez fue viviendo un fuerte proceso de conversión que le llevó a conocer el amor de Dios y a sanar las heridas.
Ahora que ha pasado un tiempo da gracias por este encuentro y para ello ha enviado su testimonio a ReL, y que publicamos íntegro a continuación.
Soy un hombre de 45 años que ha tenido una vida atormentada por la atracción hacia personas del mismo sexo. En mi infancia tuve un padre ausente, no físicamente sino afectivamente con lo que no he tenido un referente masculino. En el colegio fui objeto de abusos. Todo esto marcó mi adolescencia que transcurrió negando mi atracción.
He tenido una juventud marcada por una vida en la que la atracción a personas del mismo sexo era una pesadilla, me decía por qué yo, hasta que lo aceptas como forma de liberación. Crees encontrar la felicidad pero conforme pasa el tiempo te sientes vacío, sucio y culpable y las relaciones me provocaban estos sentimientos.
Hace más de un año empecé con unas pocas prácticas religiosas y por casualidad encontré Religión en Libertad, al que me suscribí. Todos los días leía los titulares y algún artículo hasta que un día publicaron uno de un chico que estaba saliendo de esta vida, gracias a la ayuda de Jesucristo y de una terapeuta.
Se me iluminó el alma y me llené de esperanza. Comencé a buscar a la terapeuta, di con ella y empecé la terapia. Todo consiste en buscar tu heterosexualidad oculta y sacarla. Ayudan una serie de herramientas como el autor David Burns y Richard Cohen. Es una lucha dura, con caídas pero apasionante sabiendo el final de la meta.
Manuel cita a Richard Cohen, cuyos libros han servido de ayuda a muchas personas. Puede adquirir sus libros AQUÍ
Luego llegó mi conversión, con la recepción frecuente de los sacramentos y el rezo diario del Santo Rosario sin dejar ni un día un rato de oración mental.
Pasado un año y mirar atrás veo la Providencia amorosa y misericordiosa de Nuestro Padre Celestial. Me veo como el hijo pródigo que me ha sacado del barro y de estar comiendo las sobras de los cerdos a ponerme un traje nuevo haciéndome un hijo suyo.
El cambio es posible y cualquiera que lleve esa vida puede intentarlo. A mí ninguna ley ni ningún parlamento me puede prohibir que busque mi verdadera sexualidad, no pueden violentar mi voluntad ni mi libertad.
Solo me queda decir gracias a Dios que un día puso en mi camino a REL y esto me llevó a una magnífica terapeuta.
Manuel, desde Andalucía.